Antonio Tabucchi
Barcelona (EFE).- "Aunque he escrito muchas novelas, el cuento es un desafío", señala Tabucchi, para quien "la novela es muy paciente, te espera, la puedes interrumpir, hacer un largo viaje, retomarla cuando vuelves, después de unos meses, de un año, pero el cuento, no, es como el soneto en poesía, es una forma cerrada".
El autor italiano, que hoy cierra un ciclo de conferencias en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), recuerda las palabras de Cortázar, 'el escritor de cuentos sabe que el tiempo no es su amigo' y añade: "El cuento tiene mucho que ver con la atmósfera, que pierdes si te vas, y por eso, dejar un cuento a la mitad significa perderlo definitivamente".
Continúa Tabucchi con una metáfora: "La novela es tu casa, te vas, cierras con la llave y abres cuando vuelves, mientras que el cuento es como un apartamento alquilado, al que cuando vuelves, quizá ya cambiaron la cerradura".
"El tiempo envejece deprisa" (Anagrama/Edicions 62) está formado por nueve cuentos, un número nada casual, porque, ha confesado el autor, pretende ser "un homenaje a un escritor al que respeto mucho, Salinger, y sus 'Nine Stories', que, para mí, es el libro de cuentos más bello del siglo XX".
Ha revelado que ha confeccionado el volumen de cuentos como los cuadros de Archimboldo, y por eso ha escogido los nueve cuentos como si fueran sus propias verduras y frutos, propios del Mediterráneo, no hay frutos exóticos.
Al haber determinado ese número cerrado de cuentos, el resultado es "un libro de sustracción", pues han quedado fuera otros relatos que no tenían mucho que ver con el hilo conductor del volumen.
En esos nueve cuentos, comenta Tabucchi, hay "una prevalencia inconsciente en cuatro o cinco: se desarrollan en países del Este (Hungría, Polonia, Rumanía), una Europa que estuvo en el congelador hasta la caída del Muro de Berlín, y que cuando se reincorporaron a Europa volvieron con otro calendario, con un tiempo distinto".
Tabucchi no escribe pensando en un lector concreto y, en su opinión, "cuando se escribe es imposible pensar en un tipo ideal de lector, al menos haciendo literatura; es diferente con los autores de 'bestseller', que probablemente piensan en un tipo de lector específico y son sensibles, por ello, a los consejos de los consejeros de mercadotecnia".
Al hilo de estas palabras, Tabucchi ha contado, como si fuera un relato, su encuentro en verano del 93 en una población estival de la Toscana, cuando escribía "Sostiene Pereira", con un asesor de mercadotecnia de librerías, a las que orientaba, como si se tratara de la moda, sobre qué tipo de novelas serían las más leídas en la siguiente temporada.
"Cuando, a las preguntas del asesor, le dije que no tenía trama, que había un personaje principal, y que era gordo, viudo, cardiopático, infeliz y viejo, me dijo que un libro así no lo leería nadie", ha señalado. "El tiempo envejece deprisa" tiene que ver con la época que vivimos ahora, que es como "una quinta estación, que probablemente -ha dicho- no tiene nada que ver con las otras cuatro clásicas, primavera, verano, otoño e invierno".
A su juicio, es difícil calibrar la temperatura de la época que estamos viviendo, y probablemente lo harán los historiadores del futuro, si es que siguen existiendo. A pesar de que la literatura es como un "termómetro", "capta señales, indicios, pero no hace análisis". El autor de "Dama de Puerto Pin" reflexiona también en sus cuentos sobre la educación que recibimos: "En este momento de populismo, la ideología y la educación se transmiten a través de la televisión; y, de hecho, se produce una gran simplificación cuando se transmite este discurso educativo". No es casual, añade, que "los políticos con más éxito son los que más simplifican su discurso", y en países como Italia, "la palabra intelectual es casi un insulto".
En su discurso, Tabucchi ha tenido palabras muy críticas hacia la la Europa actual, en la que "destaca su hostilidad contra los planes económicos de Obama. Aquí, los bancos no se tocan, no se investigan". Tras confesar que es "un europeísta convencido", no oculta que la Europa actual le produce "mucha desilusión", al ver que los ideales de los padres fundadores, independientemente de su ideología, se han dejado de lado, y que "sólo les interesa el libro de las cuentas".
El autor italiano, que hoy cierra un ciclo de conferencias en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), recuerda las palabras de Cortázar, 'el escritor de cuentos sabe que el tiempo no es su amigo' y añade: "El cuento tiene mucho que ver con la atmósfera, que pierdes si te vas, y por eso, dejar un cuento a la mitad significa perderlo definitivamente".
Continúa Tabucchi con una metáfora: "La novela es tu casa, te vas, cierras con la llave y abres cuando vuelves, mientras que el cuento es como un apartamento alquilado, al que cuando vuelves, quizá ya cambiaron la cerradura".
"El tiempo envejece deprisa" (Anagrama/Edicions 62) está formado por nueve cuentos, un número nada casual, porque, ha confesado el autor, pretende ser "un homenaje a un escritor al que respeto mucho, Salinger, y sus 'Nine Stories', que, para mí, es el libro de cuentos más bello del siglo XX".
Ha revelado que ha confeccionado el volumen de cuentos como los cuadros de Archimboldo, y por eso ha escogido los nueve cuentos como si fueran sus propias verduras y frutos, propios del Mediterráneo, no hay frutos exóticos.
Al haber determinado ese número cerrado de cuentos, el resultado es "un libro de sustracción", pues han quedado fuera otros relatos que no tenían mucho que ver con el hilo conductor del volumen.
En esos nueve cuentos, comenta Tabucchi, hay "una prevalencia inconsciente en cuatro o cinco: se desarrollan en países del Este (Hungría, Polonia, Rumanía), una Europa que estuvo en el congelador hasta la caída del Muro de Berlín, y que cuando se reincorporaron a Europa volvieron con otro calendario, con un tiempo distinto".
Tabucchi no escribe pensando en un lector concreto y, en su opinión, "cuando se escribe es imposible pensar en un tipo ideal de lector, al menos haciendo literatura; es diferente con los autores de 'bestseller', que probablemente piensan en un tipo de lector específico y son sensibles, por ello, a los consejos de los consejeros de mercadotecnia".
Al hilo de estas palabras, Tabucchi ha contado, como si fuera un relato, su encuentro en verano del 93 en una población estival de la Toscana, cuando escribía "Sostiene Pereira", con un asesor de mercadotecnia de librerías, a las que orientaba, como si se tratara de la moda, sobre qué tipo de novelas serían las más leídas en la siguiente temporada.
"Cuando, a las preguntas del asesor, le dije que no tenía trama, que había un personaje principal, y que era gordo, viudo, cardiopático, infeliz y viejo, me dijo que un libro así no lo leería nadie", ha señalado. "El tiempo envejece deprisa" tiene que ver con la época que vivimos ahora, que es como "una quinta estación, que probablemente -ha dicho- no tiene nada que ver con las otras cuatro clásicas, primavera, verano, otoño e invierno".
A su juicio, es difícil calibrar la temperatura de la época que estamos viviendo, y probablemente lo harán los historiadores del futuro, si es que siguen existiendo. A pesar de que la literatura es como un "termómetro", "capta señales, indicios, pero no hace análisis". El autor de "Dama de Puerto Pin" reflexiona también en sus cuentos sobre la educación que recibimos: "En este momento de populismo, la ideología y la educación se transmiten a través de la televisión; y, de hecho, se produce una gran simplificación cuando se transmite este discurso educativo". No es casual, añade, que "los políticos con más éxito son los que más simplifican su discurso", y en países como Italia, "la palabra intelectual es casi un insulto".
En su discurso, Tabucchi ha tenido palabras muy críticas hacia la la Europa actual, en la que "destaca su hostilidad contra los planes económicos de Obama. Aquí, los bancos no se tocan, no se investigan". Tras confesar que es "un europeísta convencido", no oculta que la Europa actual le produce "mucha desilusión", al ver que los ideales de los padres fundadores, independientemente de su ideología, se han dejado de lado, y que "sólo les interesa el libro de las cuentas".