Con tres premios Nobel en disciplinas científicas, Argentina ha sido históricamente reconocido por la alta capacidad de sus recursos humanos aunque no siempre ello ha estado acompañado por un nivel de inversión acorde, un tema siempre sensible.
La polémica sobre el futuro de la investigación científica se reavivó esta semana desde que el lunes estudiantes y científicos ocuparon el ministerio de Ciencia y Tecnología en rechazo a la reducción presupuestaria para el sector.
El ministro de Ciencia, Lino Barañao, admitió la baja presupuestaria y dijo confiar en que, de cara a 2017, "en la medida que uno justifica para qué necesita los fondos, uno consigue financiar adecuadamente las actividades".
Barañao es el único ministro que el presidente Mauricio Macri conservó de la administración de Cristina Kirchner (2007-2015), que puso en pie un programa de repatriación de científicos, tras varias décadas de desinversión.
La investigación científica argentina, que tuvo un impulso tras la Segunda Guerra Mundial en parte con la llegada de científicos alemanes, cobró especial vigor a partir de finales de la década de 1950. Pero el proceso fue abruptamente interrumpido por la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970).
Un argentino, Bernardo Houssay, fue el primer latinoamericano en obtener un premio Nobel de Medicina, en 1947. Siguieron sus pasos eminencias como Luis Leloir (Premio Nobel de Química 1970) y César Milstein (Premio Nobel de Medicina 1984), entre otros.
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Comisión Nacional de Actividad Espacial (CONAE) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) son organismos claves en el desarrollo científico argentino.
Creada en 1950, la CNEA se dedica al desarrollo de la utilización pacífica de la energía nuclear, que va desde el enriquecimiento de uranio y la construcción de centrales para la generación de energía eléctrica hasta la producción de radioisótopos para la medicina nuclear.
Rodeada de paisaje cordillerano, la ciudad de Bariloche, a 1.800 km al sudoeste de Buenos Aires, es emblema del desarrollo científico argentino, siendo sede de la CNEA así como de la empresa estatal INVAP, fundada en 1970, que desarrolla reactores nucleares y actividad aeroespacial.
El INVAP ha exportado reactores nucleares a Australia, Egipto, Argelia y Perú y fue el constructor de los satélites geoestacionarios Arsat-1 y Arsat-2, lanzados en 2014 y 2015 por el cohete europeo Arianne 5 desde el puerto espacial de Kourou, en la Guayana francesa.
La programada construcción del Arsat-3 fue suspendida en marzo pasado, mientras impulsa la comercialización del anterior.
Con 1.202 científicos por millón de habitantes, Argentina está actualmente ubicada en el puesto 45 a nivel mundial pero es primero en la región por su cantidad de investigadores, frente a Brasil (698) y Uruguay (504), en un ránking de 66 países elaborado por el Banco Mundial.
Con el Plan Argentina Investiga, lanzado en 2008, Argentina preveía aumentar su planta de investigadores en un 10% anual hasta llegar a 15.000 en 2020, pero el proyecto quedó frenado este año.
"Acá hay una decisión política de achicar el Conicet, que no siga creciendo, y descentralizar para que no se concentren investigadores con espíritu crítico", dijo a la AFP Adrián Lutvak, presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), que lidera una protesta contra el gobierno de Macri.
Investigadores, docentes, estudiantes y becarios de la comunidad científica levantaron este viernes tras cinco días una ocupación del Ministerio de Ciencia y Tecnología en rechazo a un fuerte recorte presupuestario para 2017.
El gobierno se comprometió a mantener hasta diciembre de 2017 a unos 340 aspirantes a la carrera de investigadores cuyos puestos corrían peligro por el recorte, que busca reducir los ingresos a la carrera de científicos del Conicet, de 900 el año pasado a 385, dejando afuera a más de 500.
El Presupuesto de 2017 otorga 866,6 millones de dólares al ministerio de Ciencia más el Conicet y la CONAE, lo que representa un 0,6% del PIB, inferior al entre 0,7 y 0,8% en el que osciló entre en el período 2009-2016.
La polémica sobre el futuro de la investigación científica se reavivó esta semana desde que el lunes estudiantes y científicos ocuparon el ministerio de Ciencia y Tecnología en rechazo a la reducción presupuestaria para el sector.
El ministro de Ciencia, Lino Barañao, admitió la baja presupuestaria y dijo confiar en que, de cara a 2017, "en la medida que uno justifica para qué necesita los fondos, uno consigue financiar adecuadamente las actividades".
Barañao es el único ministro que el presidente Mauricio Macri conservó de la administración de Cristina Kirchner (2007-2015), que puso en pie un programa de repatriación de científicos, tras varias décadas de desinversión.
- Medicina, energía nuclear y aeroespacial -
La investigación científica argentina, que tuvo un impulso tras la Segunda Guerra Mundial en parte con la llegada de científicos alemanes, cobró especial vigor a partir de finales de la década de 1950. Pero el proceso fue abruptamente interrumpido por la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970).
Un argentino, Bernardo Houssay, fue el primer latinoamericano en obtener un premio Nobel de Medicina, en 1947. Siguieron sus pasos eminencias como Luis Leloir (Premio Nobel de Química 1970) y César Milstein (Premio Nobel de Medicina 1984), entre otros.
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Comisión Nacional de Actividad Espacial (CONAE) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) son organismos claves en el desarrollo científico argentino.
Creada en 1950, la CNEA se dedica al desarrollo de la utilización pacífica de la energía nuclear, que va desde el enriquecimiento de uranio y la construcción de centrales para la generación de energía eléctrica hasta la producción de radioisótopos para la medicina nuclear.
Rodeada de paisaje cordillerano, la ciudad de Bariloche, a 1.800 km al sudoeste de Buenos Aires, es emblema del desarrollo científico argentino, siendo sede de la CNEA así como de la empresa estatal INVAP, fundada en 1970, que desarrolla reactores nucleares y actividad aeroespacial.
El INVAP ha exportado reactores nucleares a Australia, Egipto, Argelia y Perú y fue el constructor de los satélites geoestacionarios Arsat-1 y Arsat-2, lanzados en 2014 y 2015 por el cohete europeo Arianne 5 desde el puerto espacial de Kourou, en la Guayana francesa.
La programada construcción del Arsat-3 fue suspendida en marzo pasado, mientras impulsa la comercialización del anterior.
- Científicos en la mira -
Con 1.202 científicos por millón de habitantes, Argentina está actualmente ubicada en el puesto 45 a nivel mundial pero es primero en la región por su cantidad de investigadores, frente a Brasil (698) y Uruguay (504), en un ránking de 66 países elaborado por el Banco Mundial.
Con el Plan Argentina Investiga, lanzado en 2008, Argentina preveía aumentar su planta de investigadores en un 10% anual hasta llegar a 15.000 en 2020, pero el proyecto quedó frenado este año.
"Acá hay una decisión política de achicar el Conicet, que no siga creciendo, y descentralizar para que no se concentren investigadores con espíritu crítico", dijo a la AFP Adrián Lutvak, presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), que lidera una protesta contra el gobierno de Macri.
Investigadores, docentes, estudiantes y becarios de la comunidad científica levantaron este viernes tras cinco días una ocupación del Ministerio de Ciencia y Tecnología en rechazo a un fuerte recorte presupuestario para 2017.
El gobierno se comprometió a mantener hasta diciembre de 2017 a unos 340 aspirantes a la carrera de investigadores cuyos puestos corrían peligro por el recorte, que busca reducir los ingresos a la carrera de científicos del Conicet, de 900 el año pasado a 385, dejando afuera a más de 500.
El Presupuesto de 2017 otorga 866,6 millones de dólares al ministerio de Ciencia más el Conicet y la CONAE, lo que representa un 0,6% del PIB, inferior al entre 0,7 y 0,8% en el que osciló entre en el período 2009-2016.