"Después de 10 meses de esfuerzos, de paciencia (...) nació un gobierno que preserva el interés nacional", afirmó el nuevo primer ministro, Tammam Salam, tras comunicar la lista de los 24 ministros.
"Es un gobierno unificador y es la mejor fórmula para permitir que Líbano enfrente los desafíos", agregó Salam, que había sido designado para formar gobierno en abril de 2013.
El gobierno reúne por primera vez en tres años a los dos bandos rivales: al del poderoso Hezbolá chiita, que combate a los rebeldes en Siria al lado del régimen de Bashar al Asad, y a la coalición liderada por el ex primer ministro Saad Hariri, que respalda a la oposición siria.
El esperado anuncio del gobierno fue abortado varias veces durante los últimos meses.
Al término de intensas negociaciones, el Hezbolá y sus aliados obtuvieron ocho ministros, entre ellos el de Relaciones Exteriores, y la llamada coalición del "14 de marzo" de Hariri la misma cantidad, entre los cuales se destaca el de Interior.
Los ocho ministros restantes son figuras cercanas al presidente Michel Sleiman, considerado neutral, o al dirigente druso Walid Jumblat, "centrista".
Así, ninguno de los dos grupos rivales tendrá derecho de veto sobre las decisiones del gobierno.
El 21 de enero, Hariri había declarado que estaba dispuesto a participar en un gobierno que incluyera ministros de Hezbolá, lo que significaba un cambio con relación a declaraciones anteriores.
La participación en un gobierno con ministros de Hezbolá es una gran concesión de Hariri, que acusa al movimiento chiita de estar detrás del asesinato de su padre, Rafic Hariri, señalaron fuentes del "14 de Marzo".
Cinco miembros de este poderoso partido armado están siendo juzgados en rebeldía cerca de La Haya por el asesinato de Rafic Hariri, el 14 de febrero de 2005 en un atentado en Beirut.
"Un paso positivo"
Hariri justificó el cambio de posición diciendo que era para salvar al país de la inestabilidad provocada por el conflicto sirio.
El Hezbolá está implicado militarmente en Siria, donde participa en los combates junto al ejército sirio, actitud criticada por sus detractores.
Tras el anuncio del gobierno, Hariri felicitó al nuevo primer ministro y dijo esperar que la formación del gobierno sea "un paso positivo para Líbano y los libaneses (...) en este periodo decisivo en la historia del país".
Hariri renunció, además, a la candidatura del general retirado Achraf Rifi, ex jefe de la policía libanesa, al ministerio de Interior debido al veto de Hezbolá.
Finalmente la cartera quedó en manos de Nuhad al Machnuk, un diputado fiel a Hariri y Rifi fue nombrado ministro de Justicia.
Por otra parte, el movimiento del aliado cristiano del Hezbolá, Michel Aoun, se quedó con Relaciones Exteriores, atribuido a su yerno Gebrane Bassil, y Energía.
Contrariamente al gobierno anterior en el que no figuraba ninguna, esta vez hay una mujer en el gabinete, Alice Chabtini, una conocida magistrada que obtuvo la cartera de Desplazados.
La comunidad internacional reaccionó con optimismo.
El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, dijo que Washington espera que el nuevo gobierno se aboque a temas urgentes "como la seguridad, las necesidades políticas y económicas".
Además, enumeró los próximos retos para Líbano, en particular la celebración de las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, "de una manera oportuna, transparente, democrática y justa".
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, también llamó a los líderes políticos a prepararse para las próximas elecciones, y apoyar al nuevo gobierno en asuntos de "seguridad, desafíos humanitarios y económicos".
Asimismo, la responsable de política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, destacó que la formación de un nuevo gobierno ha sido un paso clave para enfrentar los desafíos del país, y expresó su esperanza de que el gobierno mantendrá "la paz y la seguridad en Líbano, incluyendo para ello la reafirmación de su política de disociación respecto al conflicto sirio".
La formación de un gobierno en Líbano no sólo debe tener en cuenta las reivindicaciones políticas de unos y otros, sino también el equilibrio confesional en un país en el que coexisten 18 grupos religiosos musulmanes y cristianos.
Líbano está ahora inmerso en una espiral de violencia y atentados intermitentes ligados al conflicto sirio que exacerbó las divisiones políticas y las tensiones confesionales entre los sunitas favorables a Asad y los chiitas, que respaldan mayoritariamente a los rebeldes.