Según los auditores, la Comisión no contaba con ningún tipo de experiencia al principio, no estableció ninguna prioridad en la aplicación de las reformas y estas no se integraron en una estrategia más amplia para el país en riesgo de quiebra.
Aunque se protegió a Grecia de la insolvencia y se produjeron avances en las reformas, los programas solo han contribuido de manera limitada a su recuperación económica, según el Tribunal.
El país heleno se sumió en una crisis de deuda tras la crisis financiera y económica global y desde 2010 se evitó su bancarrota con créditos internacionales. El dinero procedía tanto de los socios europeos como del Fondo Monetario Internacional (FMI). La Comisión Europea formaba parte del grupo de control de los acreedores internacionales.
Hasta ahora se han ofrecido tres programas de ayuda y el actual, con un volumen de 86.000 millones de euros, expirará a mediados de 2018. A cambio, el país debe aplicar profundas reformas y recortes.
Sin embargo, Grecia sigue registrando la mayor tasa de desempleo de Europa (del 21,2 por ciento en junio de 2017), según la oficina de estadísticas Eurostat. Asimismo, su endeudamiento, es decir, la relación entre la deuda estatal y el producto interior bruto (PIB), es el más elevado de Europa con un 175 por ciento.
Los auditores también criticaron que los supuestos básicos económicos sobre la situación de Grecia no estaban suficientemente fundamentados. Además, aunque la colaboración de la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo (BCE) estaba contemplada en los programas, nunca se formalizó.
Los auditores recomiendan ahora que se eviten los vacíos de información al diseñar los programas de asistencia. Además, las medidas de austeridad y de reformas deben estar integradas en una estrategia económica para el país.
Asimismo, las reformas no deben aplicarse en cualquier orden, sino en función de su urgencia. En el caso de Grecia además se debe analizar ahora cómo se supervisará al país cuando concluya el tercer programa.
El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, se remitió a la complicada situación con la que tuvo que lidiar entonces la Comisión.
"Las decisiones no se tomaron en el vacío, sino en una profunda y ardua crisis", dijo. Nueve meses antes de que concluya el programa, Grecia está notando efectos positivos, la economía vuelve a crecer y el desempleo está descendiendo, señaló.
El Tribunal de cuentas ya criticó el año pasado la forma en la que la Comisión manejó la crisis financiera. Entonces se trataba de Irlanda y Portugal. Los auditores criticaron que no se trató de igual forma a los países en crisis desde el principio del problema: "Las condiciones para prestar ayuda eran menos estrictas y por lo tanto más fáciles de cumplir en algunos programas".
Aunque se protegió a Grecia de la insolvencia y se produjeron avances en las reformas, los programas solo han contribuido de manera limitada a su recuperación económica, según el Tribunal.
El país heleno se sumió en una crisis de deuda tras la crisis financiera y económica global y desde 2010 se evitó su bancarrota con créditos internacionales. El dinero procedía tanto de los socios europeos como del Fondo Monetario Internacional (FMI). La Comisión Europea formaba parte del grupo de control de los acreedores internacionales.
Hasta ahora se han ofrecido tres programas de ayuda y el actual, con un volumen de 86.000 millones de euros, expirará a mediados de 2018. A cambio, el país debe aplicar profundas reformas y recortes.
Sin embargo, Grecia sigue registrando la mayor tasa de desempleo de Europa (del 21,2 por ciento en junio de 2017), según la oficina de estadísticas Eurostat. Asimismo, su endeudamiento, es decir, la relación entre la deuda estatal y el producto interior bruto (PIB), es el más elevado de Europa con un 175 por ciento.
Los auditores también criticaron que los supuestos básicos económicos sobre la situación de Grecia no estaban suficientemente fundamentados. Además, aunque la colaboración de la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo (BCE) estaba contemplada en los programas, nunca se formalizó.
Los auditores recomiendan ahora que se eviten los vacíos de información al diseñar los programas de asistencia. Además, las medidas de austeridad y de reformas deben estar integradas en una estrategia económica para el país.
Asimismo, las reformas no deben aplicarse en cualquier orden, sino en función de su urgencia. En el caso de Grecia además se debe analizar ahora cómo se supervisará al país cuando concluya el tercer programa.
El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, se remitió a la complicada situación con la que tuvo que lidiar entonces la Comisión.
"Las decisiones no se tomaron en el vacío, sino en una profunda y ardua crisis", dijo. Nueve meses antes de que concluya el programa, Grecia está notando efectos positivos, la economía vuelve a crecer y el desempleo está descendiendo, señaló.
El Tribunal de cuentas ya criticó el año pasado la forma en la que la Comisión manejó la crisis financiera. Entonces se trataba de Irlanda y Portugal. Los auditores criticaron que no se trató de igual forma a los países en crisis desde el principio del problema: "Las condiciones para prestar ayuda eran menos estrictas y por lo tanto más fáciles de cumplir en algunos programas".