El mandatario republicano dejó abierta la incorporación de Canadá, el tercer socio de Nafta, y dijo además que quiere cambiar de nombre el acuerdo, que en muchas ocasiones ha calificado como el peor de la historia firmado por su país. "Veremos si Canadá puede ser parte del trato (...) Podemos hacer un acuerdo por separado o unirlos a este", manifestó.
El anuncio lo hizo en el Despacho Oval con los ministros de Economía y Exteriores de México, Ildefonso Guajardo y Luis Videgaray, sentados en sillas a un lateral de su escritorio. Trump llamó por teléfono a su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, y lo puso en altavoz.
A falta de poco más de dos meses para las elecciones legislativas de medio término, el anuncio supone una victoria para el mandatario estadounidense, que ha hecho del comercio y la inmigración los dos grandes pilares de su acción de gobierno.
Por imposición de Trump, que amenazó si no con retirar a su país, Estados Unidos, México y Canadá comenzaron a renegociar hace un año el Nafta. Es el mayor acuerdo comercial del mundo y desde su entrada en vigor, en 1994, ha multiplicado por cuatro, hasta más de un billón de dólares anuales, el comercio entre los tres socios, que juntos suman 450 millones de habitantes.
En las últimas cinco semanas, las negociaciones en Washington fueron solo entre Estados Unidos y México con el objetivo, según la versión oficial, de cerrar temas que les afectaban solo a ellos antes de volver a una mesa trilateral con Canadá, algo que no ocurre desde mayo. La sensación que dio hoy Trump es que la opción para el vecino del norte es sumarse a lo acordado con México o quedarse al margen.
A lo largo del año de conversaciones ha defendido en reiteradas ocasiones la posibilidad de sustituir Nafta por acuerdos comerciales bilaterales. México y Canadá han insistido en que el resultado de la renegociación debe seguir siendo un pacto trilateral.
"Espero y deseo que la parte con Canadá se pueda concretar a efecto de lograr realmente un acuerdo como lo planteamos desde el inicio", manifestó hoy Peña Nieto por teléfono.
La noche anterior habló con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. "Le expresé la importancia de su reincorporación al proceso, con la finalidad de concluir una negociación trilateral esta misma semana", señaló el mandatario mexicano en Twitter.
Trump llamará próximamente al candiense, con el que desde su encontronazo en el G7 no mantiene buenas relaciones, para empezar a negociar. "Creo que vamos a darle una oportunidad", indicó.
La respuesta desde Canadá llegó a través de un portavoz y sonó a advertencia. "Vamos a continuar trabajando para modernizar Nafta. Solo firmaremos un nuevo Nafta si es bueno para Canadá y bueno para la clase media. Se requiere la firma de Canadá", dijo.
Pese a la incertidumbre sobre el futuro del pacto trilateral, los mercados saludaron el acuerdo anunciado por Trump en Washington. El Nasdaq marcó récords y el peso mexicano se apreció frente al dólar.
Estados Unidos y México tienen prisa por cerrar oficialmente un acuerdo antes de que termine agosto para poder cumplir los plazos legales que permitan, por un lado, que Peña Nieto lo firme antes de que Andrés Manuel López Obrador asuma la presidencia de México el 1 de diciembre y, por otro, que lo rubrique Trump antes de que los demócratas puedan ganar más peso en el Congreso en las elecciones legislativas de medio término de noviembre.
La ley estadounidense obliga al Gobierno a informar de un acuerdo al Congreso 90 días antes de su rúbrica.
Una de las dos principales diferencias que han complicado desde el principio la renegociación del Nafta son las reglas de origen para el sector del automóvil.
Estados Unidos quería que el contenido regional del producto final fuera mucho mayor al 62,5 por ciento actual y que la mayor parte de ese sea fabricado por él. En el acuerdo anunciado hoy se estipula, según la Oficina del Representante Comercial (USTR), que el 75 por ciento sea fabricado en Estados Unidos y México.
El otro gran punto de fricción fue una cláusula automática de caducidad que obligaría a revisarlo cada cinco años y que Washington defendía frente a la oposición de sus socios. Ni Trump ni el USTR hicieron de momento mención a ella.
El equipo de López Obrador, que participó en las negociación de las últimas semanas, saludó el acuerdo. "Por una parte, reduce la incertidumbre sobre la economía y, por la otra parte, recoge las principales preocupaciones planteadas por el equipo del presidente electo", dijo Marcelo Ebrard, futuro ministro de Exteriores, sobre temas laborales y energéticos, entre otros.
El anuncio lo hizo en el Despacho Oval con los ministros de Economía y Exteriores de México, Ildefonso Guajardo y Luis Videgaray, sentados en sillas a un lateral de su escritorio. Trump llamó por teléfono a su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, y lo puso en altavoz.
A falta de poco más de dos meses para las elecciones legislativas de medio término, el anuncio supone una victoria para el mandatario estadounidense, que ha hecho del comercio y la inmigración los dos grandes pilares de su acción de gobierno.
Por imposición de Trump, que amenazó si no con retirar a su país, Estados Unidos, México y Canadá comenzaron a renegociar hace un año el Nafta. Es el mayor acuerdo comercial del mundo y desde su entrada en vigor, en 1994, ha multiplicado por cuatro, hasta más de un billón de dólares anuales, el comercio entre los tres socios, que juntos suman 450 millones de habitantes.
En las últimas cinco semanas, las negociaciones en Washington fueron solo entre Estados Unidos y México con el objetivo, según la versión oficial, de cerrar temas que les afectaban solo a ellos antes de volver a una mesa trilateral con Canadá, algo que no ocurre desde mayo. La sensación que dio hoy Trump es que la opción para el vecino del norte es sumarse a lo acordado con México o quedarse al margen.
A lo largo del año de conversaciones ha defendido en reiteradas ocasiones la posibilidad de sustituir Nafta por acuerdos comerciales bilaterales. México y Canadá han insistido en que el resultado de la renegociación debe seguir siendo un pacto trilateral.
"Espero y deseo que la parte con Canadá se pueda concretar a efecto de lograr realmente un acuerdo como lo planteamos desde el inicio", manifestó hoy Peña Nieto por teléfono.
La noche anterior habló con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. "Le expresé la importancia de su reincorporación al proceso, con la finalidad de concluir una negociación trilateral esta misma semana", señaló el mandatario mexicano en Twitter.
Trump llamará próximamente al candiense, con el que desde su encontronazo en el G7 no mantiene buenas relaciones, para empezar a negociar. "Creo que vamos a darle una oportunidad", indicó.
La respuesta desde Canadá llegó a través de un portavoz y sonó a advertencia. "Vamos a continuar trabajando para modernizar Nafta. Solo firmaremos un nuevo Nafta si es bueno para Canadá y bueno para la clase media. Se requiere la firma de Canadá", dijo.
Pese a la incertidumbre sobre el futuro del pacto trilateral, los mercados saludaron el acuerdo anunciado por Trump en Washington. El Nasdaq marcó récords y el peso mexicano se apreció frente al dólar.
Estados Unidos y México tienen prisa por cerrar oficialmente un acuerdo antes de que termine agosto para poder cumplir los plazos legales que permitan, por un lado, que Peña Nieto lo firme antes de que Andrés Manuel López Obrador asuma la presidencia de México el 1 de diciembre y, por otro, que lo rubrique Trump antes de que los demócratas puedan ganar más peso en el Congreso en las elecciones legislativas de medio término de noviembre.
La ley estadounidense obliga al Gobierno a informar de un acuerdo al Congreso 90 días antes de su rúbrica.
Una de las dos principales diferencias que han complicado desde el principio la renegociación del Nafta son las reglas de origen para el sector del automóvil.
Estados Unidos quería que el contenido regional del producto final fuera mucho mayor al 62,5 por ciento actual y que la mayor parte de ese sea fabricado por él. En el acuerdo anunciado hoy se estipula, según la Oficina del Representante Comercial (USTR), que el 75 por ciento sea fabricado en Estados Unidos y México.
El otro gran punto de fricción fue una cláusula automática de caducidad que obligaría a revisarlo cada cinco años y que Washington defendía frente a la oposición de sus socios. Ni Trump ni el USTR hicieron de momento mención a ella.
El equipo de López Obrador, que participó en las negociación de las últimas semanas, saludó el acuerdo. "Por una parte, reduce la incertidumbre sobre la economía y, por la otra parte, recoge las principales preocupaciones planteadas por el equipo del presidente electo", dijo Marcelo Ebrard, futuro ministro de Exteriores, sobre temas laborales y energéticos, entre otros.