Al menos dos soldados turcos murieron este martes en un nuevo atentado contra un convoy militar atribuido al PKK, al tiempo que Ankara proseguía sus bombardeos contra las bases de la guerrilla en el norte de Irak.
Turquía emprendió el 24 de julio una "guerra contra el terrorismo", que apunta tanto al PKK como a los combatientes del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el norte de Siria.
Pero hasta el momento, los ataques se han centrado principalmente en la rebelión kurda. El ejército turco asegura haber matado a más de 260 combatientes del PKK desde el inicio de su ofensiva.
Y crece el temor por la seguridad de los civiles, después de que un medio prokurdo asegurara este fin de semana que habían muerto 10 vecinos de un pueblo en un bombardeo, unas afirmaciones negadas por Ankara.
Según un recuento de la AFP, los atentados del PKK se cobraron la vida de al menos 19 miembros de las fuerzas de seguridad turcas desde el final de la tregua.
El comisario europeo de Vecindad y Ampliación, Johannes Hahn, se mostró "muy preocupado" por la escalada de violencia.
"La UE reconoce que Turquía tiene derecho a anticipar y reaccionar ante cualquier forma de terrorismo, que debe ser condenado sin ambages", afirmó Hahn en un comunicado publicado tras una reunión con el ministro turco de Relaciones Exteriores, Volkan Bozkir.
"La respuesta debe, no obstante, ser proporcionada, enfocada y no poner de ninguna manera en peligro el diálogo político democrático en el país".
Desde Washington, el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, abundó en ese mensaje. "Queremos que el PKK renuncie a la violencia y retome las discusiones con el gobierno turco (...) y queremos que el gobierno turco responda de forma proporcionada" a los ataques, declaró ante la prensa.
Un atentado perpetrado el 20 de julio en Suruç (sur), que causó 32 muertos entre jóvenes militantes kurdos, desencadenó un ciclo de represalias entre el PKK y el ejército turco, acusado de no haber protegido a la población local.
La guerrilla kurda rompió un alto el fuego unilateral que se remontaba a 2013, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, puso fin al proceso de paz que había entablado con los rebeldes.
Las operaciones de sabotaje contra objetivos económicos se multiplican en Turquía en paralelo a los atentados del PKK contra las fuerzas de seguridad.
El martes, una explosión dañó un gasoducto entre Azerbaiyán y el este de Turquía provocando la suspensión del suministro de gas.
Entretanto, Estados Unidos espera aprovechar la autorización que acaba de concederle Ankara para el uso de su base aérea de Incirlik (sur) con el fin de bombardear al EI en Siria.
El Pentágono afirmó el lunes que varios de sus drones armados habían despegado de Incirlik para llevar a cabo misiones en Siria.
"Sólo es un principio...", tuiteó Brett McGurk, brazo derecho del general estadounidense John Allen, el enviado especial de Washington encargado de la lucha contra el EI en la región.
Según medios turcos, decenas de pilotos estadounidenses deberían llegar en los próximos días a la base.
Turquía emprendió el 24 de julio una "guerra contra el terrorismo", que apunta tanto al PKK como a los combatientes del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el norte de Siria.
Pero hasta el momento, los ataques se han centrado principalmente en la rebelión kurda. El ejército turco asegura haber matado a más de 260 combatientes del PKK desde el inicio de su ofensiva.
Y crece el temor por la seguridad de los civiles, después de que un medio prokurdo asegurara este fin de semana que habían muerto 10 vecinos de un pueblo en un bombardeo, unas afirmaciones negadas por Ankara.
Según un recuento de la AFP, los atentados del PKK se cobraron la vida de al menos 19 miembros de las fuerzas de seguridad turcas desde el final de la tregua.
El comisario europeo de Vecindad y Ampliación, Johannes Hahn, se mostró "muy preocupado" por la escalada de violencia.
"La UE reconoce que Turquía tiene derecho a anticipar y reaccionar ante cualquier forma de terrorismo, que debe ser condenado sin ambages", afirmó Hahn en un comunicado publicado tras una reunión con el ministro turco de Relaciones Exteriores, Volkan Bozkir.
"La respuesta debe, no obstante, ser proporcionada, enfocada y no poner de ninguna manera en peligro el diálogo político democrático en el país".
Desde Washington, el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, abundó en ese mensaje. "Queremos que el PKK renuncie a la violencia y retome las discusiones con el gobierno turco (...) y queremos que el gobierno turco responda de forma proporcionada" a los ataques, declaró ante la prensa.
- Drones armados -
Un atentado perpetrado el 20 de julio en Suruç (sur), que causó 32 muertos entre jóvenes militantes kurdos, desencadenó un ciclo de represalias entre el PKK y el ejército turco, acusado de no haber protegido a la población local.
La guerrilla kurda rompió un alto el fuego unilateral que se remontaba a 2013, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, puso fin al proceso de paz que había entablado con los rebeldes.
Las operaciones de sabotaje contra objetivos económicos se multiplican en Turquía en paralelo a los atentados del PKK contra las fuerzas de seguridad.
El martes, una explosión dañó un gasoducto entre Azerbaiyán y el este de Turquía provocando la suspensión del suministro de gas.
Entretanto, Estados Unidos espera aprovechar la autorización que acaba de concederle Ankara para el uso de su base aérea de Incirlik (sur) con el fin de bombardear al EI en Siria.
El Pentágono afirmó el lunes que varios de sus drones armados habían despegado de Incirlik para llevar a cabo misiones en Siria.
"Sólo es un principio...", tuiteó Brett McGurk, brazo derecho del general estadounidense John Allen, el enviado especial de Washington encargado de la lucha contra el EI en la región.
Según medios turcos, decenas de pilotos estadounidenses deberían llegar en los próximos días a la base.