En un congreso extraordinario en la ciudad de Bonn, un SPD dividido resolvió por una mayoría de 56,4 por ciento dejar atrás los reparos que lo habían llevado a anunciar su pase a la oposición y negociar para formar la que sería la tercera gran coalición que rige Alemania sobre la base de un preacuerdo alcanzado una semana atrás.
Un total de 362 de 642 delegados votaron a favor, mientras que 279 representantes se pronunciaron en contra y uno se abstuvo.
"El camino para las negociaciones está allanado", se felicitó una Merkel muy contenida y estimó que queda "un montón de trabajo por delante".
Los conservadores "deberán prepararse porque vamos a negociar igual de duro que en las consultas", avisó el presidente del SPD, Martin Schulz, tras la votación que tuvo en vilo al país y que evitó por el momento la repetición de elecciones.
Previamente, defensores y detractores de la llamada GroKo (el acrónimo en alemán) habían librado un apasionado duelo verbal. "Nosotros somos los que decidimos qué camino tomarán nuestro país y Europa", sostuvo Schulz. "El espíritu del neoliberalismo tiene que llegar a su fin en Europa y lo podemos lograr", proclamó.
Su rival más enconado, el líder de las Juventudes Socialdemócratas, Kevin Kühnert, apeló por el contrario a los delegados a no temer el regreso a la oposición.
"Tras ocho años de gran coalición en doce años (de gobierno) de Merkel se han agotado los puntos en común esenciales", afirmó. "Este no es el fin de la historia, ni el fin del SPD", dijo el dirigente de 28 años, quien cosechó muchos más aplausos que Schulz.
La jefa de la bancada del SPD en el Parlamento alemán, Andrea Nahles, pidió realismo alegando que la izquierda en la actualidad no puede conseguir mayorías ni en la población ni en el Parlamento. "No puede ser que el SPD sólo quiera gobernar con una mayoría absoluta o en una ilusoria alianza de izquierda. ¡Es una estupidez, maldita sea!".
El presidente socialdemócrata prometió que luchará por imponerse en más puntos en las negociaciones con Merkel y mencionó entre ellos el fin del trato discrecional entre el seguro privado y el público de salud, la abolición de los contratos temporales sin causa y la reagrupación familiar de los refugiados.
La cúpula del partido incorporó en el último momento estas tres demandas en la moción general que sometió a votación para tender un puente hacia los más escépticos. Los democristianos ya avisaron que no están dispuestos a modificar sustancialmente el preacuerdo de 28 páginas.
Con el "sí" de los socialdemócratas queda superado el primer escollo para la formación de Gobierno en Alemania. Sin embargo, la votación reflejó más el sentido del deber que su euforia ante la perspectiva de unirse nuevamente a Merkel. Muchos creen que este "mal matrimonio" les ha deparado la progresiva sangría de votos en elecciones.
Las negociaciones comenzarán en los próximos días y podrían cerrarse en febrero. La última palabra la tendrán los más de 440.000 afiliados del partido que votarán sobre el acuerdo formal de coalición. Sólo entonces Merkel podrá comenzar su cuarto mandato consecutivo. Su meta es conseguirlo antes de la celebración cristiana de la pascua.
La decisión supondrá un gran alivio también en la Unión Europea, donde Bruselas y otros socios esperan que un nuevo Gobierno alemán impulse el ambicioso plan de reformas del presidente francés, Emmanuel Macron. Según Schulz, el propio Macron lo llamó por teléfono para expresarle que Europa tenía la vista puesta en Bonn.
Nunca antes llevó tanto tiempo formar Gobierno en Alemania. Merkel, que rige los destinos de la potencia europea de forma ininterrumpida desde 2005, ganó los comicios del 24 de septiembre pero no consiguió alcanzar la mayoría necesaria.
Castigado con el peor resultado histórico, un 20,5 por ciento de los votos, el SPD anunció entonces que pasaba a la oposición, lo que llevó a la canciller a buscar un Gobierno tripartito con liberales y verdes.
Al fracasar este intento, el presidente federal alemán, Frank Walter Steinmeier, apeló a la responsabilidad de los socialdemócratas y Merkel hizo gala de sus dotes negociadoras para convencerlos.
En caso de haber ganado el "no", las opciones hubieran sido un Gobierno de minoría de los democristianos o la convocatoria de nuevas elecciones.
Una negativa probablemente hubiera precipitado la renuncia de Schulz y ni siquiera es seguro que hubiera garantizado la recuperación del SPD si se llamaba a elecciones. Las últimas encuestas dan cuenta de la caída de popularidad del SPD.
Un total de 362 de 642 delegados votaron a favor, mientras que 279 representantes se pronunciaron en contra y uno se abstuvo.
"El camino para las negociaciones está allanado", se felicitó una Merkel muy contenida y estimó que queda "un montón de trabajo por delante".
Los conservadores "deberán prepararse porque vamos a negociar igual de duro que en las consultas", avisó el presidente del SPD, Martin Schulz, tras la votación que tuvo en vilo al país y que evitó por el momento la repetición de elecciones.
Previamente, defensores y detractores de la llamada GroKo (el acrónimo en alemán) habían librado un apasionado duelo verbal. "Nosotros somos los que decidimos qué camino tomarán nuestro país y Europa", sostuvo Schulz. "El espíritu del neoliberalismo tiene que llegar a su fin en Europa y lo podemos lograr", proclamó.
Su rival más enconado, el líder de las Juventudes Socialdemócratas, Kevin Kühnert, apeló por el contrario a los delegados a no temer el regreso a la oposición.
"Tras ocho años de gran coalición en doce años (de gobierno) de Merkel se han agotado los puntos en común esenciales", afirmó. "Este no es el fin de la historia, ni el fin del SPD", dijo el dirigente de 28 años, quien cosechó muchos más aplausos que Schulz.
La jefa de la bancada del SPD en el Parlamento alemán, Andrea Nahles, pidió realismo alegando que la izquierda en la actualidad no puede conseguir mayorías ni en la población ni en el Parlamento. "No puede ser que el SPD sólo quiera gobernar con una mayoría absoluta o en una ilusoria alianza de izquierda. ¡Es una estupidez, maldita sea!".
El presidente socialdemócrata prometió que luchará por imponerse en más puntos en las negociaciones con Merkel y mencionó entre ellos el fin del trato discrecional entre el seguro privado y el público de salud, la abolición de los contratos temporales sin causa y la reagrupación familiar de los refugiados.
La cúpula del partido incorporó en el último momento estas tres demandas en la moción general que sometió a votación para tender un puente hacia los más escépticos. Los democristianos ya avisaron que no están dispuestos a modificar sustancialmente el preacuerdo de 28 páginas.
Con el "sí" de los socialdemócratas queda superado el primer escollo para la formación de Gobierno en Alemania. Sin embargo, la votación reflejó más el sentido del deber que su euforia ante la perspectiva de unirse nuevamente a Merkel. Muchos creen que este "mal matrimonio" les ha deparado la progresiva sangría de votos en elecciones.
Las negociaciones comenzarán en los próximos días y podrían cerrarse en febrero. La última palabra la tendrán los más de 440.000 afiliados del partido que votarán sobre el acuerdo formal de coalición. Sólo entonces Merkel podrá comenzar su cuarto mandato consecutivo. Su meta es conseguirlo antes de la celebración cristiana de la pascua.
La decisión supondrá un gran alivio también en la Unión Europea, donde Bruselas y otros socios esperan que un nuevo Gobierno alemán impulse el ambicioso plan de reformas del presidente francés, Emmanuel Macron. Según Schulz, el propio Macron lo llamó por teléfono para expresarle que Europa tenía la vista puesta en Bonn.
Nunca antes llevó tanto tiempo formar Gobierno en Alemania. Merkel, que rige los destinos de la potencia europea de forma ininterrumpida desde 2005, ganó los comicios del 24 de septiembre pero no consiguió alcanzar la mayoría necesaria.
Castigado con el peor resultado histórico, un 20,5 por ciento de los votos, el SPD anunció entonces que pasaba a la oposición, lo que llevó a la canciller a buscar un Gobierno tripartito con liberales y verdes.
Al fracasar este intento, el presidente federal alemán, Frank Walter Steinmeier, apeló a la responsabilidad de los socialdemócratas y Merkel hizo gala de sus dotes negociadoras para convencerlos.
En caso de haber ganado el "no", las opciones hubieran sido un Gobierno de minoría de los democristianos o la convocatoria de nuevas elecciones.
Una negativa probablemente hubiera precipitado la renuncia de Schulz y ni siquiera es seguro que hubiera garantizado la recuperación del SPD si se llamaba a elecciones. Las últimas encuestas dan cuenta de la caída de popularidad del SPD.