Brizé hace una enérgica y digna defensa del puesto de trabajo centrando la trama en una fábrica de componentes de coches que decide cerrar a pesar de que las cifras demuestran que es una empresa rentable.
El realizador francés habló con sindicalistas, abogados, trabajadores, representantes de recursos humanos y directivos para conformar este vibrante relato que el espectador vive desde el punto de vista de un líder sindical, interpretado por Vincent Lindon, que lidera la lucha contra el cierre de la empresa.
El actor de 58 años, que ya consiguió de la mano de Brizé el premio al mejor actor en 2015 defendiendo la dignidad de un hombre cincuentón a la hora de buscar trabajo en "La ley del mercado", está rodeado de actores no profesionales, personas que han pasado por la situación que la película describe.
Brizé contó hoy en rueda de prensa que le impresionó ver unas imágenes en televisión en las que el enfado de los trabajadores se convirtió en violencia y la legitimidad de sus reclamaciones se desvaneció. Ello le llevó a indagar cómo esas personas habían llegado a ese punto, qué les habían hecho para que su lucha desembocara en violencia.
La cámara de Brizé no se separa de Lindon, lo acompaña a todas las reuniones con los compañeros, con los directivos, con los representantes de la empresa, del Estado. Y la cinta no pierde pulso en ningún momento de historia, en la que queda claro que las grandes multinacionales siguen la dictadura de ampliar beneficios sin tener en cuenta las vidas de los trabajadores.
El director pareció molesto cuando un periodista observó que la cinta puede ser entendida como un reportaje de la situación de un grupo de trabajadores. "La película es un drama y no un reportaje", replicó contundente Brizé, quien explicó que recurriendo al drama se puede arrojar luz sobre la vida de las personas, sobre los afectados por el cierre, un aspecto que el reportaje no contempla.
La cinta, agregó, se plantea por qué en Francia se cierran las fábricas que obtienen beneficios. "Rellena los huecos que los reportajes no cubren, porque los periodistas no tienen tiempo", insistió el director, que considera que el reportaje periodístico "traiciona el espíritu de la gente, porque no muestra lo que realmente le pasa".
"Vincent, agregó, es el elemento de ficción rodeado de gente real. La ficción se convierte en una realidad y es legítima porque arroja luz donde el reportaje no puede", insistió.
Lindon, por su parte, destacó que presentar esta película en el festival es una forma también de hacer política por parte de los organizadores ya que la atención cinematográfica mundial está puesta en Cannes.
A diferencia de "En Guerre", que fue bien recibida de forma unánime, el estadounidense David Robert Mitchell dividió y en parte también desconcertó con su tercera película, "Under The Silver Lake", en la que ofrece su visión del "noir".
"Quería hacer mi propia versión de la historia de Los Ángeles con la historia del cine negro ambientado en la ciudad como referencia", fue una de las pocas claves que desveló el director sobre su película, en la que un joven (Andrew Garfield) se obsesiona con la desaparición de una hermosa muchacha (Riley Keough) y en la alocada búsqueda descifra códigos en canciones y sigue intrigantes pistas.
Plagada de referencias al cine y con un indudable homenaje a David Lynch, Mitchell no quiso desvelar nada al respecto y evitaba resolver las numerosas dudas que los periodistas le iban preguntando sobre la película. Se limitó a decir que las referencias le salen de forma natural cuando escribe el guión.
El director nacido en Michigan en 1974, que llega a Cannes con su tercera película, llamó la atención cuando dio la vuelta al género de terror con su segundo trabajo "It Follows". El cineasta se presentó ante la prensa sin los protagonistas. De Garfield, que cumple con solvencia su papel, se sabe que está trabajando en teatro, pero ha extrañado la ausencia de Riley Keough, la nieta de Elvis Presley, que el año pasado también presentó película en Cannes ("American Honey").
Fuera de competición en Cannes la estrella es John Travolta, que ofrece una clase magistral.
El realizador francés habló con sindicalistas, abogados, trabajadores, representantes de recursos humanos y directivos para conformar este vibrante relato que el espectador vive desde el punto de vista de un líder sindical, interpretado por Vincent Lindon, que lidera la lucha contra el cierre de la empresa.
El actor de 58 años, que ya consiguió de la mano de Brizé el premio al mejor actor en 2015 defendiendo la dignidad de un hombre cincuentón a la hora de buscar trabajo en "La ley del mercado", está rodeado de actores no profesionales, personas que han pasado por la situación que la película describe.
Brizé contó hoy en rueda de prensa que le impresionó ver unas imágenes en televisión en las que el enfado de los trabajadores se convirtió en violencia y la legitimidad de sus reclamaciones se desvaneció. Ello le llevó a indagar cómo esas personas habían llegado a ese punto, qué les habían hecho para que su lucha desembocara en violencia.
La cámara de Brizé no se separa de Lindon, lo acompaña a todas las reuniones con los compañeros, con los directivos, con los representantes de la empresa, del Estado. Y la cinta no pierde pulso en ningún momento de historia, en la que queda claro que las grandes multinacionales siguen la dictadura de ampliar beneficios sin tener en cuenta las vidas de los trabajadores.
El director pareció molesto cuando un periodista observó que la cinta puede ser entendida como un reportaje de la situación de un grupo de trabajadores. "La película es un drama y no un reportaje", replicó contundente Brizé, quien explicó que recurriendo al drama se puede arrojar luz sobre la vida de las personas, sobre los afectados por el cierre, un aspecto que el reportaje no contempla.
La cinta, agregó, se plantea por qué en Francia se cierran las fábricas que obtienen beneficios. "Rellena los huecos que los reportajes no cubren, porque los periodistas no tienen tiempo", insistió el director, que considera que el reportaje periodístico "traiciona el espíritu de la gente, porque no muestra lo que realmente le pasa".
"Vincent, agregó, es el elemento de ficción rodeado de gente real. La ficción se convierte en una realidad y es legítima porque arroja luz donde el reportaje no puede", insistió.
Lindon, por su parte, destacó que presentar esta película en el festival es una forma también de hacer política por parte de los organizadores ya que la atención cinematográfica mundial está puesta en Cannes.
A diferencia de "En Guerre", que fue bien recibida de forma unánime, el estadounidense David Robert Mitchell dividió y en parte también desconcertó con su tercera película, "Under The Silver Lake", en la que ofrece su visión del "noir".
"Quería hacer mi propia versión de la historia de Los Ángeles con la historia del cine negro ambientado en la ciudad como referencia", fue una de las pocas claves que desveló el director sobre su película, en la que un joven (Andrew Garfield) se obsesiona con la desaparición de una hermosa muchacha (Riley Keough) y en la alocada búsqueda descifra códigos en canciones y sigue intrigantes pistas.
Plagada de referencias al cine y con un indudable homenaje a David Lynch, Mitchell no quiso desvelar nada al respecto y evitaba resolver las numerosas dudas que los periodistas le iban preguntando sobre la película. Se limitó a decir que las referencias le salen de forma natural cuando escribe el guión.
El director nacido en Michigan en 1974, que llega a Cannes con su tercera película, llamó la atención cuando dio la vuelta al género de terror con su segundo trabajo "It Follows". El cineasta se presentó ante la prensa sin los protagonistas. De Garfield, que cumple con solvencia su papel, se sabe que está trabajando en teatro, pero ha extrañado la ausencia de Riley Keough, la nieta de Elvis Presley, que el año pasado también presentó película en Cannes ("American Honey").
Fuera de competición en Cannes la estrella es John Travolta, que ofrece una clase magistral.