El Panel Nº 4 del Salón Negro de la Cueva de Niaux /RECREA
La Cueva de Cuevas puede que sea el edificio del Parque de la Prehistoria de Teverga que más impresione al visitante, que puede recorrer este recinto subterráneo acompañado de expertos guías que explican con detalle las reproducciones a escala real de tres fragmentos de cuevas rupestres significativas e impactantes: el Camarín de la Peña de Candamo, el grueso central del Panel Principal, Número X o de los Policromos de Tito Bustillo -ambas en Asturias- y el panel nº4 del Salón Negro de la cueva de Niaux -Francia-.
Los tres espacios se disponen a lo largo de una galería descendente enterrada en la tierra, en medio de una atmósfera apenas iluminada, como debió ser en su origen, que facilita la inmersión en el misterio del mundo subterráneo recreando la atmósfera original con la estructura, humedad, oscuridad y silencio de las cuevas. Se reproducen con una exactitud pasmosa no sólo los detalles, sino las grietas, las estalactitas, los huecos...
La primera parada se hace ante el Panel de los Policromos, de Tito Bustillo conjunto pictórico del que destacan dos grandes singularidades. La primera, su prolongadísimo uso en el tiempo como soporte. Las primeras representaciones se realizan en una fase inicial hace 23.000 b.p. perpetuándose en el tiempo hasta los 13.000 b.p., es decir, diez mil años consecutivos de uso. Nueve fases son identificadas por los expertos, todas ellas superpuestas, siendo la gran mancha roja el ecuador cronológico.
Tras el colorido de Tito Bustillo, nuestro rápido viaje subterráneo a tierras francesas nos ofrece un impresionante contraste. Ante nosotros el Panel Nº 4 del Salón Negro de la Cueva de Niaux. La caliza blanca se nos ofrece como perfecto soporte para el arte. En contraposición al panel asturiano anterior, el francés presenta una monocromía casi absoluta en negro, a excepción de tres pequeños signos rojos y una exclusividad total de la técnica del dibujo. Su cronología es también de 13.000 años. El bestiario representado en este panel está compuesto en su parte superior por bisontes, en la inferior por caballos, pudiendo apreciar en el de mayor tamaño todo tipo de detalles, y en el centro: las cabras, donde una sobresale por encima del resto de figuras confeccionada con un maravilloso detallismo, pudiendo apreciarse incluso los aros de crecimiento de su cornamenta.
La tercera representación es la del Camarín de la Cueva de Candamo, con pinturas atribuidas a más de 20.000 años de antigüedad. Dicha caverna posee, además, una característica especial: la de ser, hasta el momento, la cueva con arte rupestre de interior y pintado, más occidental del mundo. El visitante actual sigue maravillándose, al igual que nuestros antepasados, al contemplar el Camarín. Una pequeña oquedad natural encastrada en una colada estalacmítica a más de 13 metros de altura. Las formas, la coloración natural de la roca por el óxido filtrado, la amplitud de la sala... todo ello dominado por el caballo siena, forman una imagen difícilmente olvidable.
Se trata de un legado especial y distinto que en el Parque de la Prehistoria de Teverga toma forma para deleite de expertos, aficionados o simples curiosos que quieran descubrir este apasionante mundo de nuestros ancestros.
Los tres espacios se disponen a lo largo de una galería descendente enterrada en la tierra, en medio de una atmósfera apenas iluminada, como debió ser en su origen, que facilita la inmersión en el misterio del mundo subterráneo recreando la atmósfera original con la estructura, humedad, oscuridad y silencio de las cuevas. Se reproducen con una exactitud pasmosa no sólo los detalles, sino las grietas, las estalactitas, los huecos...
La primera parada se hace ante el Panel de los Policromos, de Tito Bustillo conjunto pictórico del que destacan dos grandes singularidades. La primera, su prolongadísimo uso en el tiempo como soporte. Las primeras representaciones se realizan en una fase inicial hace 23.000 b.p. perpetuándose en el tiempo hasta los 13.000 b.p., es decir, diez mil años consecutivos de uso. Nueve fases son identificadas por los expertos, todas ellas superpuestas, siendo la gran mancha roja el ecuador cronológico.
En medio de una atmósfera apenas iluminada, como debió ser en su origen, se facilita la inmersión en el misterio de las cuevas prehistóricas
La segunda peculiaridad que reclama nuestra atención es el uso del color violeta, algo totalmente excepcional y característico de esta estación rupestre. El animal más representado es el caballo del tipo Tarpán, que existía en la región en una época de glaciación en la que el clima oscilaba entre los 0 y 5 grados. Junto a ellos, varios renos, verdaderos ejemplos contundentes del aprovechamiento del volumen de las paredes. Ocres, morados, rojos, amarillos... no son los exclusivos protagonistas de las representaciones en Tito Bustillo, la piedra, también fue grabada en algunas zonas para definir el contorno de las patas o cuernos de algunos animales. Tras el colorido de Tito Bustillo, nuestro rápido viaje subterráneo a tierras francesas nos ofrece un impresionante contraste. Ante nosotros el Panel Nº 4 del Salón Negro de la Cueva de Niaux. La caliza blanca se nos ofrece como perfecto soporte para el arte. En contraposición al panel asturiano anterior, el francés presenta una monocromía casi absoluta en negro, a excepción de tres pequeños signos rojos y una exclusividad total de la técnica del dibujo. Su cronología es también de 13.000 años. El bestiario representado en este panel está compuesto en su parte superior por bisontes, en la inferior por caballos, pudiendo apreciar en el de mayor tamaño todo tipo de detalles, y en el centro: las cabras, donde una sobresale por encima del resto de figuras confeccionada con un maravilloso detallismo, pudiendo apreciarse incluso los aros de crecimiento de su cornamenta.
La tercera representación es la del Camarín de la Cueva de Candamo, con pinturas atribuidas a más de 20.000 años de antigüedad. Dicha caverna posee, además, una característica especial: la de ser, hasta el momento, la cueva con arte rupestre de interior y pintado, más occidental del mundo. El visitante actual sigue maravillándose, al igual que nuestros antepasados, al contemplar el Camarín. Una pequeña oquedad natural encastrada en una colada estalacmítica a más de 13 metros de altura. Las formas, la coloración natural de la roca por el óxido filtrado, la amplitud de la sala... todo ello dominado por el caballo siena, forman una imagen difícilmente olvidable.
Se trata de un legado especial y distinto que en el Parque de la Prehistoria de Teverga toma forma para deleite de expertos, aficionados o simples curiosos que quieran descubrir este apasionante mundo de nuestros ancestros.