El proyecto del titular de Inteligencia, gran rival a la derecha del primer ministro Benjamin Netanyahu, no suscita consenso entre israelíes y palestinos, aunque cuenta con el apoyo de algunos responsables de seguridad.
Desde 2007 Israel mantiene un bloqueo marítimo, terrestre y aéreo en la Franja de Gaza.
Los palestinos y sus partidarios consideran el proyecto como una forma de evitar los verdaderos problemas porque elude la cuestión del bloqueo, cuyo levantamiento reclama la ONU.
Su construcción, alegan, asestaría otro golpe a la contigüidad territorial de un futuro Estado palestino formado por Gaza y Cisjordania.
La idea de Katz, que tiene una maqueta del proyecto en su oficina de Tel Aviv, prevé una isla artificial construida en el Mediterráneo a unos cinco kilómetros de las costas de Gaza, a la que estaría unida mediante un puente.
Sus 534 hectáreas permitirían acoger las infraestructuras necesarias para proporcionar a los gazatíes los servicios que tanto necesitan. Katz piensa, por ejemplo, en una desalinizadora y una central eléctrica, ya que la única central de la Franja de Gaza quedó dañada en el conflicto con Israel a mediados de 2014.
También propone la construcción de un aeropuerto (el anterior fue destruido por Israel en 2001) y de un puerto de carga para abrir la economía gazatí al mundo.
Según el Banco Mundial, el bloqueo acabó con todas las exportaciones del enclave palestino.
El coste total del proyecto alcanza los 5.000 millones de dólares y el ministro sostiene que podría ser financiado por empresas privadas locales.
Para Katz, un político veterano que no oculta su deseo de ser jefe del gobierno, lo más importante es que Israel controle la seguridad en el puerto y en torno a la isla, donde se instalaría una policía internacional.
"Debemos encontrar una manera de disuadir a Hamas [que dirige Gaza] sin impedir que los palestinos vivan sus vidas", dice a la AFP.
La ONU avisa que el enclave podría ser inhabitable en un plazo de tres años y otros vaticinan que la creciente frustración de los gazatíes ante el marasmo político y económico podría provocar una nuevo estallido de violencia.
Al norte, al este y en el mar, los habitantes sufren el bloqueo que Israel justifica por la necesidad de impedir que Hamas obtenga armas o material para fabricarlas. Al sur, Egipto cierra el paso de Rafah, la única frontera de Gaza que no controlan los israelíes.
El economista gazatí Omar Chaaban cree que la cuestión de esta isla no es "técnica", sino "política y jurídica".
"Cualquier solución necesita un contexto político y un acuerdo" porque su implementación deberá hacerse bajo "supervisión extranjera", afirma. "Es cierto que Israel intenta preservar su seguridad, pero esa seguridad también es beneficiosa para los palestinos y la región", considera.
Tania Hary, de la oenegé israelí Gisha que denuncia el bloqueo desde hace años, cree que no se necesita una isla y que se podrían conseguir avances inmediatos sólo con levantar las restricciones sobre las exportaciones gazatíes.
La directora ejecutiva de Gisha se pregunta cuál es el "objetivo real" del proyecto, y sospecha que Katz quiere continuar con el "aislamiento de Gaza".
Para Raji Surani, que dirige el Centro Palestino para los Derechos Humanos en Gaza, todos esos proyectos no aportan la única respuesta aceptable para él, a saber, el levantamiento del bloqueo y el final de 50 años de ocupación militar israelí en Palestina.
Según él, lo único que quieren los gazatíes, cansados del bloqueo, las repetidas guerras, el paro y la pobreza endémica, es "vivir como seres humanos normales".
Desde 2007 Israel mantiene un bloqueo marítimo, terrestre y aéreo en la Franja de Gaza.
Los palestinos y sus partidarios consideran el proyecto como una forma de evitar los verdaderos problemas porque elude la cuestión del bloqueo, cuyo levantamiento reclama la ONU.
Su construcción, alegan, asestaría otro golpe a la contigüidad territorial de un futuro Estado palestino formado por Gaza y Cisjordania.
La idea de Katz, que tiene una maqueta del proyecto en su oficina de Tel Aviv, prevé una isla artificial construida en el Mediterráneo a unos cinco kilómetros de las costas de Gaza, a la que estaría unida mediante un puente.
Sus 534 hectáreas permitirían acoger las infraestructuras necesarias para proporcionar a los gazatíes los servicios que tanto necesitan. Katz piensa, por ejemplo, en una desalinizadora y una central eléctrica, ya que la única central de la Franja de Gaza quedó dañada en el conflicto con Israel a mediados de 2014.
También propone la construcción de un aeropuerto (el anterior fue destruido por Israel en 2001) y de un puerto de carga para abrir la economía gazatí al mundo.
Según el Banco Mundial, el bloqueo acabó con todas las exportaciones del enclave palestino.
El coste total del proyecto alcanza los 5.000 millones de dólares y el ministro sostiene que podría ser financiado por empresas privadas locales.
- Cuestión política -
Para Katz, un político veterano que no oculta su deseo de ser jefe del gobierno, lo más importante es que Israel controle la seguridad en el puerto y en torno a la isla, donde se instalaría una policía internacional.
"Debemos encontrar una manera de disuadir a Hamas [que dirige Gaza] sin impedir que los palestinos vivan sus vidas", dice a la AFP.
La ONU avisa que el enclave podría ser inhabitable en un plazo de tres años y otros vaticinan que la creciente frustración de los gazatíes ante el marasmo político y económico podría provocar una nuevo estallido de violencia.
Al norte, al este y en el mar, los habitantes sufren el bloqueo que Israel justifica por la necesidad de impedir que Hamas obtenga armas o material para fabricarlas. Al sur, Egipto cierra el paso de Rafah, la única frontera de Gaza que no controlan los israelíes.
El economista gazatí Omar Chaaban cree que la cuestión de esta isla no es "técnica", sino "política y jurídica".
"Cualquier solución necesita un contexto político y un acuerdo" porque su implementación deberá hacerse bajo "supervisión extranjera", afirma. "Es cierto que Israel intenta preservar su seguridad, pero esa seguridad también es beneficiosa para los palestinos y la región", considera.
Tania Hary, de la oenegé israelí Gisha que denuncia el bloqueo desde hace años, cree que no se necesita una isla y que se podrían conseguir avances inmediatos sólo con levantar las restricciones sobre las exportaciones gazatíes.
La directora ejecutiva de Gisha se pregunta cuál es el "objetivo real" del proyecto, y sospecha que Katz quiere continuar con el "aislamiento de Gaza".
Para Raji Surani, que dirige el Centro Palestino para los Derechos Humanos en Gaza, todos esos proyectos no aportan la única respuesta aceptable para él, a saber, el levantamiento del bloqueo y el final de 50 años de ocupación militar israelí en Palestina.
Según él, lo único que quieren los gazatíes, cansados del bloqueo, las repetidas guerras, el paro y la pobreza endémica, es "vivir como seres humanos normales".