Desde el punto de vista legal, Obama cerró la puerta a la tortura autorizada bajo la Administración de George W. Bush al firmar a principios de marzo una orden que invalidaba todas las instrucciones dictadas por el anterior presidente a aquel respecto.
Puede que la tortura sea el único asunto al que, al menos legalmente, Obama puede dar carpetazo. Porque Guantánamo tiene certificada su muerte pero la agonía está siendo muy lenta. Obama anunció el cierre del polémico penal en un año. Pues bien, el secretario de Justicia ha anunciado que ese plazo, que finaliza el 22 de enero, es de difícil cumplimiento. Las razones son varias: desde económicas hasta de seguridad pasando por algunas de carácter práctico como que un buen número de los 220 presos que aún están encerrados no son aceptados por sus países de origen.
El presidente tiene dos guerras en marcha. Una en Irak, que ha prometido terminar pero de donde las tropas están regresando lentamente. Habrá que esperar hasta 2012 -fecha impuesta como el final de la presencia estadounidense en aquel país- para ver el resultado último. Y contar mientras tanto con que las etapas de salida se realicen sin contratiempos, pues la violencia sigue latente y puede alterar los planes.
La otra contienda puede convertirse en el Vietnam de su presidencia. Afganistán está en pleno proceso de revisión por parte de la Casa Blanca. Entre las decisiones que tiene que tomar el comandante en jefe es si concede la petición de envío de más tropas a la zona solicitadas por el general Stanley McChrystal, el militar de más rango en Afganistán. A principios de año, Obama ordenaba la partida de otros 21.000 soldados a la zona.
Por ahora, Obama parece estar estrellándose contra el mismo muro con el que han chocado antes muchos presidentes estadounidenses: Oriente Próximo. A pesar de los intentos para reiniciar las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos, no se han obtenido resultados. En este caso, es muy grave para Obama que haya depositado en la solución del enfrentamiento palestino-israelí muchas de sus esperanzas para el arreglo con Irán y la lucha contra el extremismo islámico.
Respecto a Irán: todo está por hacer. Se ha desactivado el riesgo de un ataque contra el país de los ayatolás porque la crisis vuelve a ser reconducida por el lado diplomático, que tuvo su última y máxima expresión en la reunión del pasado día 1 de octubre en Ginebra.
Y finalmente, el desarme. Ya dijo ayer Obama que mucho del trabajo al que se enfrenta no será finalizado durante su presidencia. "La eliminación de las armas nucleares puede no ser completada durante mis años de vida". Sin embargo, el presidente dio un brusco giro a la política internacional cuando anunció el pasado julio en Moscú que EE UU abandonaba el proyecto de escudo antimisiles en Europa del Este.
Puede que la tortura sea el único asunto al que, al menos legalmente, Obama puede dar carpetazo. Porque Guantánamo tiene certificada su muerte pero la agonía está siendo muy lenta. Obama anunció el cierre del polémico penal en un año. Pues bien, el secretario de Justicia ha anunciado que ese plazo, que finaliza el 22 de enero, es de difícil cumplimiento. Las razones son varias: desde económicas hasta de seguridad pasando por algunas de carácter práctico como que un buen número de los 220 presos que aún están encerrados no son aceptados por sus países de origen.
El presidente tiene dos guerras en marcha. Una en Irak, que ha prometido terminar pero de donde las tropas están regresando lentamente. Habrá que esperar hasta 2012 -fecha impuesta como el final de la presencia estadounidense en aquel país- para ver el resultado último. Y contar mientras tanto con que las etapas de salida se realicen sin contratiempos, pues la violencia sigue latente y puede alterar los planes.
La otra contienda puede convertirse en el Vietnam de su presidencia. Afganistán está en pleno proceso de revisión por parte de la Casa Blanca. Entre las decisiones que tiene que tomar el comandante en jefe es si concede la petición de envío de más tropas a la zona solicitadas por el general Stanley McChrystal, el militar de más rango en Afganistán. A principios de año, Obama ordenaba la partida de otros 21.000 soldados a la zona.
Por ahora, Obama parece estar estrellándose contra el mismo muro con el que han chocado antes muchos presidentes estadounidenses: Oriente Próximo. A pesar de los intentos para reiniciar las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos, no se han obtenido resultados. En este caso, es muy grave para Obama que haya depositado en la solución del enfrentamiento palestino-israelí muchas de sus esperanzas para el arreglo con Irán y la lucha contra el extremismo islámico.
Respecto a Irán: todo está por hacer. Se ha desactivado el riesgo de un ataque contra el país de los ayatolás porque la crisis vuelve a ser reconducida por el lado diplomático, que tuvo su última y máxima expresión en la reunión del pasado día 1 de octubre en Ginebra.
Y finalmente, el desarme. Ya dijo ayer Obama que mucho del trabajo al que se enfrenta no será finalizado durante su presidencia. "La eliminación de las armas nucleares puede no ser completada durante mis años de vida". Sin embargo, el presidente dio un brusco giro a la política internacional cuando anunció el pasado julio en Moscú que EE UU abandonaba el proyecto de escudo antimisiles en Europa del Este.