PRAGA, 15 noviembre 2009 (AFP) - Al día siguiente de una brutal represión por parte de la policía comunista de una manifestación estudiantil, el 17 de noviembre de 1989 en Praga, esa noticia falsa sobre la muerte de un estudiante se propagó rápidamente, dando origen a la "Revolución de Terciopelo".
"Yo prohibía a mi hija ir a las manifestaciones porque tenía miedo. Pero oí que la policía había matado a un estudiante, Martin Smid. Entonces le dije: 've'", recuerda la ahora jubilada Anna Milotova.
Una semana después de la caída del Muro de Berlín, la brutalidad policial contra los estudiantes dio lugar a protestas cada vez más masivas.
"Para muchos, los disidentes eran como el diablo. Pero los estudiantes eran considerados inocentes. Eso ayudó a que mucha gente decidiera movilizarse", afirma la realizadora Natasa Dudinski, que en 1989 era estudiante.
Veinte años después, el misterio sigue planeando sobre la noticia de la muerte del estudiante. ¿Fue inventada por un mitómano o una conspiración cuyo control escapó a sus autores?
Martin Smid, que en aquel entonces era estudiante de matemáticas, participó como muchos de sus compañeros en la manifestación del 17 de noviembre. Pero se fue antes de que comenzara la violencia policial.
Al día siguiente, una mujer que presuntamente no lo conocía dijo ante un grupo de disidentes encabezados por Petr Uhl, jefe de una agencia de prensa clandestina, que la policía había matado a uno de sus amigos, Martin Smid, que había participado en la protesta.
"Estábamos convencidos de que era verdad", asegura Uhl. Este ex preso político transmitió de buena fe la información a las radios extranjeras Europa Libre y la Voz de América, escuchadas en esa época por millones de checos y eslovacos.
El domingo 19 de noviembre, el nombre del presunto estudiante muerto pasaba de boca en boca. "Jan Palach 1969 - Martin Smid 1989", repetía una muchedumbre reunida espontáneamente en la plaza Venceslas.
Ese mismo día, la televisión comunista obligaba a Martin Smid a desmentir su muerte. Pero los acontecimientos ya se habían precipitado.
Por la tarde, el disidente Vaclav Havel y sus colaboradores fundaron el Foro Cívico, un movimiento que se puso al frente de la revolución que dio lugar a la instauración de un "gobierno de entendimiento nacional" (10 de diciembre). Havel fue elegido presidente el 29 de diciembre de 1989.
Pero antes de perder el poder, los comunistas condenaron a Uhl a una semana de cárcel por "propagación de noticias falsas".
"La historia me hizo una jugarreta. La ruleta empezó a dar vueltas y yo sólo podía contemplarla", escribió en su portal internet Martin Smid, actualmente matemático y músico.
Smid, muy a su pesar en el medio de aquellos históricos acontecimientos, se niega desde hace años a hablar con la prensa. "Los periodistas me siguen haciendo las mismas preguntas", explica a la AFP.
En aquella época surgieron numerosas hipótesis sobre el origen de su falsa muerte.
Para algunos, la noticia fue un montaje de varios oficiales de la policía secreta StB, partidarios del ex líder soviético Mijail Gorbachov, con la esperanza de provocar una reacción de indignación en la gente y hacer caer a la vieja guardia comunista en beneficio de los reformistas.
Pero para otros, la falsa muerte de Smid pretendió, por el contrario, acusar a los disidentes de decir mentiras para encarcelarlos e impedirles organizar manifestaciones con motivo del Día de los Derechos Humanos.
Uhl tiene otra opinión. "Aunque la manifestación del 17 de noviembre no se hubiera llevado a cabo, nuestra revolución habría triunfado de todas formas, algunos días o algunas semanas después", asegura.
"Yo prohibía a mi hija ir a las manifestaciones porque tenía miedo. Pero oí que la policía había matado a un estudiante, Martin Smid. Entonces le dije: 've'", recuerda la ahora jubilada Anna Milotova.
Una semana después de la caída del Muro de Berlín, la brutalidad policial contra los estudiantes dio lugar a protestas cada vez más masivas.
"Para muchos, los disidentes eran como el diablo. Pero los estudiantes eran considerados inocentes. Eso ayudó a que mucha gente decidiera movilizarse", afirma la realizadora Natasa Dudinski, que en 1989 era estudiante.
Veinte años después, el misterio sigue planeando sobre la noticia de la muerte del estudiante. ¿Fue inventada por un mitómano o una conspiración cuyo control escapó a sus autores?
Martin Smid, que en aquel entonces era estudiante de matemáticas, participó como muchos de sus compañeros en la manifestación del 17 de noviembre. Pero se fue antes de que comenzara la violencia policial.
Al día siguiente, una mujer que presuntamente no lo conocía dijo ante un grupo de disidentes encabezados por Petr Uhl, jefe de una agencia de prensa clandestina, que la policía había matado a uno de sus amigos, Martin Smid, que había participado en la protesta.
"Estábamos convencidos de que era verdad", asegura Uhl. Este ex preso político transmitió de buena fe la información a las radios extranjeras Europa Libre y la Voz de América, escuchadas en esa época por millones de checos y eslovacos.
El domingo 19 de noviembre, el nombre del presunto estudiante muerto pasaba de boca en boca. "Jan Palach 1969 - Martin Smid 1989", repetía una muchedumbre reunida espontáneamente en la plaza Venceslas.
Ese mismo día, la televisión comunista obligaba a Martin Smid a desmentir su muerte. Pero los acontecimientos ya se habían precipitado.
Por la tarde, el disidente Vaclav Havel y sus colaboradores fundaron el Foro Cívico, un movimiento que se puso al frente de la revolución que dio lugar a la instauración de un "gobierno de entendimiento nacional" (10 de diciembre). Havel fue elegido presidente el 29 de diciembre de 1989.
Pero antes de perder el poder, los comunistas condenaron a Uhl a una semana de cárcel por "propagación de noticias falsas".
"La historia me hizo una jugarreta. La ruleta empezó a dar vueltas y yo sólo podía contemplarla", escribió en su portal internet Martin Smid, actualmente matemático y músico.
Smid, muy a su pesar en el medio de aquellos históricos acontecimientos, se niega desde hace años a hablar con la prensa. "Los periodistas me siguen haciendo las mismas preguntas", explica a la AFP.
En aquella época surgieron numerosas hipótesis sobre el origen de su falsa muerte.
Para algunos, la noticia fue un montaje de varios oficiales de la policía secreta StB, partidarios del ex líder soviético Mijail Gorbachov, con la esperanza de provocar una reacción de indignación en la gente y hacer caer a la vieja guardia comunista en beneficio de los reformistas.
Pero para otros, la falsa muerte de Smid pretendió, por el contrario, acusar a los disidentes de decir mentiras para encarcelarlos e impedirles organizar manifestaciones con motivo del Día de los Derechos Humanos.
Uhl tiene otra opinión. "Aunque la manifestación del 17 de noviembre no se hubiera llevado a cabo, nuestra revolución habría triunfado de todas formas, algunos días o algunas semanas después", asegura.