La imponente construcción, con su "lluvia de luz", es la obra maestra del nuevo y espectacular templo del arte en el Golfo, pero no es su único desafío: con el Louvre Abu Dhabi abrirá el sábado el primer museo universal del mundo árabe, cuyo objetivo es, nada más y nada menos, volver a contar la historia de la humanidad.
Para su director, Manuel Rabaté, se trata de "una metáfora universal para el diálogo intercultural" que no debe ser vista como un producto artístico occidental exportado a Oriente Medio, sino como un puente entre culturas. Las decenas de edificios cuadriculados, ubicados bajo la cúpula al estilo de los mercados árabes, reúnen obras del mundo entero.
Éstas, sin embargo, no están separadas teniendo en cuenta su origen, sino que se muestran mezcladas en base a sus similitudes. A lo largo de estas salas en las que el aire acondicionado funciona casi todo el año pueden verse desde bustos griegos a colosales esculturas egipcias, antiguas vasijas turcas cerca de otras provenientes de China e India, o algo que no pasa desapercibido en el mundo árabe: una Torá entre el Corán y la Biblia.
La misión del Louvre Abu Dhabi es subrayar las raíces comunes entre culturas y retratar la humanidad en el mundo globalizado como un producto de múltiples influencias. En este sentido, la escenificación del arte árabe como parte del paisaje cultural global adquiere un papel clave.
Para Sultan al Kassemi, uno de los especialistas de arte más conocidos de los Emiratos Árabes Unidos, el concepto de la exhibición es un hito: "El hecho de que el museo esté estructurado cronológicamente, mostrando la humanidad cronológicamente, es algo que no he visto nunca antes como tal". Además, cree que el museo impulsará la escena del arte en Abu Dhabi.
El enfoque moderno y cosmopolita del Lovure Abu Dhabi busca presentar un país árabe que, pese a su régimen autoritario, muestra tolerancia y se opone a las ideas radicales. Pero no todo lo que en Occidente se percibe como normal es admitido en el museo. La desnudez no es un tabú absoluto, aunque sí un tema delicado. Los socios franceses han mostrado prudencia a la hora de tener en cuenta los valores musulmanes.
Las diferencias entre Francia y Emiratos Árabes Unidos significaron un desafío para la creación del museo, afirma el director del Louvre parisino, Jean-Luc Martínez. "El Louvre de Abu Dhabi partió de una hoja en blanco y en diez años tuvimos que sobreponernos a numerosos obstáculos", añadió este historiador de orígen español.
Tal vez esa sea la razón por la que la inauguración fue postergada durante años. El prestigioso proyecto debía levantarse originalmente sobre la arena desértica de la isla de Saadiyat cinco años después de la firma del acuerdo entre Francia y los Emiratos, en marzo de 2007, pero no ocurrió debido a diferencias diplomáticas y a una suspensión temporal de la financiación.
Por otro lado, el dinero proveniente del petróleo del Golfo causó problemas en París. El acostumbrado método de los emiratíes de comprar sus intereses con grandes cheques despertó recelos en el país galo. Se habló incluso de un "Las Vegas des sables", un Las Vegas del desierto. Hasta Françoise Cachin, ex directora del Museo de Orsay, inició una petición debido a la supuesta falta de ética en el proyecto.
No obstante, además del deseo de Francia de brillar como nación cultural en Oriente Medio, al final el dinero acabó despejando las dudas. El país galo hizo pagar cara su fama: los Emiratos desembolsaron casi 1.000 millones de euros en concepto de asesoramiento, préstamos y especialmente el uso del nombre Louvre, que el museo podrá lucir por un período de 30 años.
La colección del Louvre de Abu Dhabi se ha ido gestando durante los últimos años en base a 300 préstamos anuales de varios museos parisinos, entre ellos el Louvre, el de Orsay, el Museo Rodin y el Centro Pompidou. Por eso Da Vinci y Van Gogh podrán ser exhibidos en el desierto estos días.
Se esperan cientos de nuevas exhibiciones, entre ellas la "Fuente de luz", del artista chino Ai Weiwei. El objetivo de los jeques del Golfo es que el museo ayude a fortalecer la imagen de Abu Dhabi en el exterior. Según Al Kassemi, se trata de una forma de "soft power" para ganar influencia sobre el vecino Dubai y, sobre todo, con el estado de Qatar. Al final, el arte también es parte de la política.
Para su director, Manuel Rabaté, se trata de "una metáfora universal para el diálogo intercultural" que no debe ser vista como un producto artístico occidental exportado a Oriente Medio, sino como un puente entre culturas. Las decenas de edificios cuadriculados, ubicados bajo la cúpula al estilo de los mercados árabes, reúnen obras del mundo entero.
Éstas, sin embargo, no están separadas teniendo en cuenta su origen, sino que se muestran mezcladas en base a sus similitudes. A lo largo de estas salas en las que el aire acondicionado funciona casi todo el año pueden verse desde bustos griegos a colosales esculturas egipcias, antiguas vasijas turcas cerca de otras provenientes de China e India, o algo que no pasa desapercibido en el mundo árabe: una Torá entre el Corán y la Biblia.
La misión del Louvre Abu Dhabi es subrayar las raíces comunes entre culturas y retratar la humanidad en el mundo globalizado como un producto de múltiples influencias. En este sentido, la escenificación del arte árabe como parte del paisaje cultural global adquiere un papel clave.
Para Sultan al Kassemi, uno de los especialistas de arte más conocidos de los Emiratos Árabes Unidos, el concepto de la exhibición es un hito: "El hecho de que el museo esté estructurado cronológicamente, mostrando la humanidad cronológicamente, es algo que no he visto nunca antes como tal". Además, cree que el museo impulsará la escena del arte en Abu Dhabi.
El enfoque moderno y cosmopolita del Lovure Abu Dhabi busca presentar un país árabe que, pese a su régimen autoritario, muestra tolerancia y se opone a las ideas radicales. Pero no todo lo que en Occidente se percibe como normal es admitido en el museo. La desnudez no es un tabú absoluto, aunque sí un tema delicado. Los socios franceses han mostrado prudencia a la hora de tener en cuenta los valores musulmanes.
Las diferencias entre Francia y Emiratos Árabes Unidos significaron un desafío para la creación del museo, afirma el director del Louvre parisino, Jean-Luc Martínez. "El Louvre de Abu Dhabi partió de una hoja en blanco y en diez años tuvimos que sobreponernos a numerosos obstáculos", añadió este historiador de orígen español.
Tal vez esa sea la razón por la que la inauguración fue postergada durante años. El prestigioso proyecto debía levantarse originalmente sobre la arena desértica de la isla de Saadiyat cinco años después de la firma del acuerdo entre Francia y los Emiratos, en marzo de 2007, pero no ocurrió debido a diferencias diplomáticas y a una suspensión temporal de la financiación.
Por otro lado, el dinero proveniente del petróleo del Golfo causó problemas en París. El acostumbrado método de los emiratíes de comprar sus intereses con grandes cheques despertó recelos en el país galo. Se habló incluso de un "Las Vegas des sables", un Las Vegas del desierto. Hasta Françoise Cachin, ex directora del Museo de Orsay, inició una petición debido a la supuesta falta de ética en el proyecto.
No obstante, además del deseo de Francia de brillar como nación cultural en Oriente Medio, al final el dinero acabó despejando las dudas. El país galo hizo pagar cara su fama: los Emiratos desembolsaron casi 1.000 millones de euros en concepto de asesoramiento, préstamos y especialmente el uso del nombre Louvre, que el museo podrá lucir por un período de 30 años.
La colección del Louvre de Abu Dhabi se ha ido gestando durante los últimos años en base a 300 préstamos anuales de varios museos parisinos, entre ellos el Louvre, el de Orsay, el Museo Rodin y el Centro Pompidou. Por eso Da Vinci y Van Gogh podrán ser exhibidos en el desierto estos días.
Se esperan cientos de nuevas exhibiciones, entre ellas la "Fuente de luz", del artista chino Ai Weiwei. El objetivo de los jeques del Golfo es que el museo ayude a fortalecer la imagen de Abu Dhabi en el exterior. Según Al Kassemi, se trata de una forma de "soft power" para ganar influencia sobre el vecino Dubai y, sobre todo, con el estado de Qatar. Al final, el arte también es parte de la política.