En el encuentro con la prensa organizado en el Pentágono, el vicealmirante Gortney explicó que el lanzamiento de misiles estadounidenses tenía como objetivo conformar el teatro de operaciones en el que tendrían que combatir los aliados.
Fueron Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos quienes propusieron al Consejo de Seguridad de la ONU el texto adoptado como resolución 1973, para la instauración en Libia de una zona de exclusión aérea.
Esa iniciativa debe interpretarse de 2 maneras:
En primer lugar, Barack Obama no quería cargar ante la opinión pública estadounidense con la responsabilidad de una tercera guerra en el mundo musulmán, además de las que ya tienen empantanado a su país en Afganistán y en Irak. Washington prefirió por lo tanto delegar en sus aliados la responsabilidad de la nueva operación.
En segundo lugar, Nicolas Sarkozy –quien está representando a los intereses estadounidenses partidarios de la «relación especial» entre Londres y Washington– ha venido esforzándose prioritariamente, desde el principio de su mandato, por lograr un acercamiento entre Francia y Gran Bretaña en materia de defensa. Lo logró con los acuerdos de defensa del 2 de noviembre de 2010 y ahora encuentra en la crisis libia la oportunidad de emprender una acción común.
Con el regreso de Francia al mando integrado de la OTAN, que se votó el 17 de marzo de 2009 y se implementó en ocasión de la cumbre de Estrasburgo-Kehl, celebrada el 3 y el 4 de abril de 2009, Nicolas Sarkozy renunció al principio de una defensa francesa independiente.
Con el Tratado de Lisboa, del que Sarkozy se jacta de haber sido uno de los principales artífices, el presidente de Francia ya había llevado la Unión Europea a renunciar a toda forma de defensa independiente y a someterse definitivamente a la OTAN.
Su política constituye el triunfo, con medio siglo de retraso, del principio de la CED [Comunidad Europea de Defensa. Nota del Traductor], que tanto combatieron en el pasado los partidarios de De Gaulle y los comunistas. Con el pretexto de ahorrar en tiempos de crisis, David Cameron y Nicolas Sarkozy liquidaron las últimas conquistas del frente nacionalista conformado por los partidarios de Charles de Gaulle y los comunistas y firmaron dos tratados.
El primero prevé un incremento de la cooperación así como la repartición y el uso compartido de medios materiales y equipamiento, incluyendo los portaviones. Instituye, sobre todo, una fuerza expedicionaria conjunta interejércitos, pero no permanente, conformada por 3 000 o 3 500 soldados, fuerza que puede ser desplegada, sin aviso previo, para la realización de operaciones militares bilaterales de la OTAN, de la Unión Europea o de la ONU.
El segundo tratado inicia varios proyectos industriales y de investigación-desarrollo. Prevé sobre todo la puesta en común de tecnologías en materia de ensayos nucleares en laboratorio. Ello implica que la fuerza nuclear francesa de disuasión deja de ser independiente, mientras que la fuerza de disuasión británica se encuentra bajo control estadounidense.
Para concretar la fuerza expedicionaria franco-británica, los ministros implicados en ambos países, el británico Liam Fox y el francés Alain Juppé (quien fue ministro de Defensa del 14 de noviembre de 2010 hasta el 27 de febrero de 2011) planificaron un amplio ejercicio aéreo común que debía tener lugar del 21 al 25 de marzo de 2011, bajo la denominación de Southern Mistral.
El ejercicio debía incluir «misiones aéreas de tipo COMAO (Composite Air Operations) y un ataque específico (Southern Storm) destinado a asestar un golpe convencional a muy larga distancia. Más de 500 personas se movilizarán para ese ejercicio bilateral», indica el sitio web «Southern Mistral», editado por el Comando de Defensa Aérea y de Operaciones Aéreas.
«Seis aviones Tornado GR4, un avión de abastecimiento Vickers VC-10 y un Boeing E3D se movilizarán junto a varios Mirage 2000D, 2000N y 2000C de la Fuerza Aérea francesa que aportará una treintena de aeronaves, incluyendo helicópteros, Boeings de reabastecimiento y aviones-radar Awacs (…) Simultáneamente, el Comando Paracaidista Air 20 (CPA20) acogerá en Dijon a uno de sus homólogos británicos, el RAF Regiment, y se entrenará en la misión de protección de bases aéreas en teatro operacional tal y como se aplica actualmente en Afganistán.
Por otro lado, miembros del RAF Regiment se entrenarán en la práctica de medidas de seguridad aérea a partir de helicópteros. Estos procedimientos especiales se aplican cotidianamente desde helicópteros de “seguridad aérea” de la fuerza aérea para poder actuar contra las aeronaves que se desplazan a baja velocidad», prosigue el comunicado oficial.
La dirección de este ejercicio debía estar en manos de los generales franceses Desdaux y De Longvilliers, del air marshall Garwood y del air comodore Maas, ambos del Reino Unido.
¿Casualidad o premeditación? Como quiera que sea, fue una operación real, no un simple ejercicio, lo que comenzó el 19 de marzo de 2011 en aplicación de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU. El primer día sólo participaron Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.
En espera de la participación de los demás Estados miembros de la OTAN y de la constitución de un mando de coalición, quien coordina todas las operaciones –incluyendo las de Francia– desde el AfriCom, con sede en Stuttgart (Alemania), es el general estadounidense Carter Ham. Las fuerzas navales –incluyendo los navíos italianos y canadienses que llegan a la zona– y el mando táctico están bajo las órdenes del almirante estadounidense Samuel J. Locklear, quien se encuentra a bordo del USS Mount Whitney.
Todo lo anterior corresponde a la planificación previa de la OTAN. O sea, nada tiene que ver esto con el bla bla bla oficial sobre la iniciativa francesa sino que entra en la lógica anteriormente descrita de sumisión de las fuerzas.
La parte francesa de la operación se denomina Harmattan, palabra que designa el «Mistral del sur» que actualmente barre el África occidental.
La parte británica se llama Operation Ellamy.
Pero la parte estadounidense se llama Odyssey Dawn, para que todo el mundo entienda que se trata del amanecer de una odisea estadounidense en África. Es importante señalar aquí que, contrariamente a los discursos adormecedores y engañosos de los líderes atlantistas, la resolución 1973 está redactada en términos tan nebulosos que puede autorizar el desembarco de tropas coloniales en Libia.
En efecto, la prohibición de «despliegue de una fuerza de ocupación extranjera bajo cualquier forma que sea y en cualquier parte del territorio libio» no se aplica a la creación de una zona de exclusión aérea, sino únicamente a las operaciones de protección civil (§ 4).
Los embajadores de Rusia y China señalaron ese punto en el Consejo de Seguridad, sin encontrar respuesta, y es por esa razón que se abstuvieron en el momento del voto.
Para el primer día de Harmattan, las fuerzas francesas desplegaron los aviones cuya utilización estaba prevista para el ejercicio Southern Mistral así como 2 fragatas antiaéreas y de defensa aérea (la Jean Bart y la Forbin) posicionadas frente a la costa de Libia. Al parecer han destruido 4 blindados. Por su parte, las fuerzas anglosajonas utilizaron un submarino británico clase Trafalgar y 11 navíos estadounidenses –entre los que se encuentran 2 destructores, el Stout y el Barry, y 3 submarinos, el Providence, el Florida y el Scranton– para disparar 110 misiles teledirigidos Tomahawk.
Esta operación militar puede prolongarse si las fuerzas libias oponen resistencia. En todo caso, la lógica que se ha adoptado debería llevar a la situación que prevaleció en Irak durante el periodo transcurrido entre las operaciones Desert Storm e Iraqi Freedom: una división de facto del país entre las fuerzas leales a Khadaffi y los rebeldes.
Esa iniciativa debe interpretarse de 2 maneras:
En primer lugar, Barack Obama no quería cargar ante la opinión pública estadounidense con la responsabilidad de una tercera guerra en el mundo musulmán, además de las que ya tienen empantanado a su país en Afganistán y en Irak. Washington prefirió por lo tanto delegar en sus aliados la responsabilidad de la nueva operación.
En segundo lugar, Nicolas Sarkozy –quien está representando a los intereses estadounidenses partidarios de la «relación especial» entre Londres y Washington– ha venido esforzándose prioritariamente, desde el principio de su mandato, por lograr un acercamiento entre Francia y Gran Bretaña en materia de defensa. Lo logró con los acuerdos de defensa del 2 de noviembre de 2010 y ahora encuentra en la crisis libia la oportunidad de emprender una acción común.
Con el regreso de Francia al mando integrado de la OTAN, que se votó el 17 de marzo de 2009 y se implementó en ocasión de la cumbre de Estrasburgo-Kehl, celebrada el 3 y el 4 de abril de 2009, Nicolas Sarkozy renunció al principio de una defensa francesa independiente.
Con el Tratado de Lisboa, del que Sarkozy se jacta de haber sido uno de los principales artífices, el presidente de Francia ya había llevado la Unión Europea a renunciar a toda forma de defensa independiente y a someterse definitivamente a la OTAN.
Su política constituye el triunfo, con medio siglo de retraso, del principio de la CED [Comunidad Europea de Defensa. Nota del Traductor], que tanto combatieron en el pasado los partidarios de De Gaulle y los comunistas. Con el pretexto de ahorrar en tiempos de crisis, David Cameron y Nicolas Sarkozy liquidaron las últimas conquistas del frente nacionalista conformado por los partidarios de Charles de Gaulle y los comunistas y firmaron dos tratados.
El primero prevé un incremento de la cooperación así como la repartición y el uso compartido de medios materiales y equipamiento, incluyendo los portaviones. Instituye, sobre todo, una fuerza expedicionaria conjunta interejércitos, pero no permanente, conformada por 3 000 o 3 500 soldados, fuerza que puede ser desplegada, sin aviso previo, para la realización de operaciones militares bilaterales de la OTAN, de la Unión Europea o de la ONU.
El segundo tratado inicia varios proyectos industriales y de investigación-desarrollo. Prevé sobre todo la puesta en común de tecnologías en materia de ensayos nucleares en laboratorio. Ello implica que la fuerza nuclear francesa de disuasión deja de ser independiente, mientras que la fuerza de disuasión británica se encuentra bajo control estadounidense.
Para concretar la fuerza expedicionaria franco-británica, los ministros implicados en ambos países, el británico Liam Fox y el francés Alain Juppé (quien fue ministro de Defensa del 14 de noviembre de 2010 hasta el 27 de febrero de 2011) planificaron un amplio ejercicio aéreo común que debía tener lugar del 21 al 25 de marzo de 2011, bajo la denominación de Southern Mistral.
El ejercicio debía incluir «misiones aéreas de tipo COMAO (Composite Air Operations) y un ataque específico (Southern Storm) destinado a asestar un golpe convencional a muy larga distancia. Más de 500 personas se movilizarán para ese ejercicio bilateral», indica el sitio web «Southern Mistral», editado por el Comando de Defensa Aérea y de Operaciones Aéreas.
«Seis aviones Tornado GR4, un avión de abastecimiento Vickers VC-10 y un Boeing E3D se movilizarán junto a varios Mirage 2000D, 2000N y 2000C de la Fuerza Aérea francesa que aportará una treintena de aeronaves, incluyendo helicópteros, Boeings de reabastecimiento y aviones-radar Awacs (…) Simultáneamente, el Comando Paracaidista Air 20 (CPA20) acogerá en Dijon a uno de sus homólogos británicos, el RAF Regiment, y se entrenará en la misión de protección de bases aéreas en teatro operacional tal y como se aplica actualmente en Afganistán.
Por otro lado, miembros del RAF Regiment se entrenarán en la práctica de medidas de seguridad aérea a partir de helicópteros. Estos procedimientos especiales se aplican cotidianamente desde helicópteros de “seguridad aérea” de la fuerza aérea para poder actuar contra las aeronaves que se desplazan a baja velocidad», prosigue el comunicado oficial.
La dirección de este ejercicio debía estar en manos de los generales franceses Desdaux y De Longvilliers, del air marshall Garwood y del air comodore Maas, ambos del Reino Unido.
¿Casualidad o premeditación? Como quiera que sea, fue una operación real, no un simple ejercicio, lo que comenzó el 19 de marzo de 2011 en aplicación de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU. El primer día sólo participaron Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.
En espera de la participación de los demás Estados miembros de la OTAN y de la constitución de un mando de coalición, quien coordina todas las operaciones –incluyendo las de Francia– desde el AfriCom, con sede en Stuttgart (Alemania), es el general estadounidense Carter Ham. Las fuerzas navales –incluyendo los navíos italianos y canadienses que llegan a la zona– y el mando táctico están bajo las órdenes del almirante estadounidense Samuel J. Locklear, quien se encuentra a bordo del USS Mount Whitney.
Todo lo anterior corresponde a la planificación previa de la OTAN. O sea, nada tiene que ver esto con el bla bla bla oficial sobre la iniciativa francesa sino que entra en la lógica anteriormente descrita de sumisión de las fuerzas.
La parte francesa de la operación se denomina Harmattan, palabra que designa el «Mistral del sur» que actualmente barre el África occidental.
La parte británica se llama Operation Ellamy.
Pero la parte estadounidense se llama Odyssey Dawn, para que todo el mundo entienda que se trata del amanecer de una odisea estadounidense en África. Es importante señalar aquí que, contrariamente a los discursos adormecedores y engañosos de los líderes atlantistas, la resolución 1973 está redactada en términos tan nebulosos que puede autorizar el desembarco de tropas coloniales en Libia.
En efecto, la prohibición de «despliegue de una fuerza de ocupación extranjera bajo cualquier forma que sea y en cualquier parte del territorio libio» no se aplica a la creación de una zona de exclusión aérea, sino únicamente a las operaciones de protección civil (§ 4).
Los embajadores de Rusia y China señalaron ese punto en el Consejo de Seguridad, sin encontrar respuesta, y es por esa razón que se abstuvieron en el momento del voto.
Para el primer día de Harmattan, las fuerzas francesas desplegaron los aviones cuya utilización estaba prevista para el ejercicio Southern Mistral así como 2 fragatas antiaéreas y de defensa aérea (la Jean Bart y la Forbin) posicionadas frente a la costa de Libia. Al parecer han destruido 4 blindados. Por su parte, las fuerzas anglosajonas utilizaron un submarino británico clase Trafalgar y 11 navíos estadounidenses –entre los que se encuentran 2 destructores, el Stout y el Barry, y 3 submarinos, el Providence, el Florida y el Scranton– para disparar 110 misiles teledirigidos Tomahawk.
Esta operación militar puede prolongarse si las fuerzas libias oponen resistencia. En todo caso, la lógica que se ha adoptado debería llevar a la situación que prevaleció en Irak durante el periodo transcurrido entre las operaciones Desert Storm e Iraqi Freedom: una división de facto del país entre las fuerzas leales a Khadaffi y los rebeldes.