En el centro, Robert Mugabe y a la izquierda, Morgan Tsvangirai
HARARE, Tabelo Timse, (AFP) - "Los dirigentes del gobierno de unión (formado en febrero de 2009 con la antigua oposición, ndlr) exhortan al cese de cualquier acto de violencia que causaría dolor y quebraría a nuestra sociedad" declaró el presidente, de 86 años, 30 de ellos en el poder.
"Nosotros, zimbabuenses, debemos mantener un clima de tolerancia y tratar a los demás con dignidad y respeto, sean cuales fueren sus edades, sexo, raza, etnia o pertenencia política o religiosa", indicó en un discurso retransmitido por la radio y televisión nacionales.
El tono de este discurso -- en presencia del primer ministro Morgan Tsvangirai, antiguo enemigo y con quien el más viejo presidente de Africa debe ahora compartir el poder -- contrasta con las apasionadas acusaciones que suele realizar en sus apariciones públicas.
Las violencias políticas causaron unos 200 muertos, sobre todo en el campo de la oposición, desde la histórica derrota del régimen de Mugabe en las elecciones generales de marzo de 2008.
Las invasiones de las haciendas en manos de los blancos, especialmente por parte de los veteranos de la guerra de independencia, causaron desde el año 2000 la salida de unos 4.000 granjeros blancos del país, acelerando una terrible crisis político-económica.
Sin embargo, el abandono de la divisa nacional, totalmente carente de sustancia debido a una delirante hiperinflación, detuvo la caída libre de la economía. Ahora, el país registra un ligero crecimiento, después de años de depresión.
Pero el gobierno de unión, formado para poner fin a la crisis que generó la derrota electoral del régimen en 2008, no consigue convencer a los inversionistas extranjeros para que regresen a un país aún en ruinas.
La mayoría de los actuales zimbabuenses no vivieron los años de la independencia, ya que la esperanza de vida, que entonces era de 61 años, hoy es de 45. Un 41% de la población tiene menos de 15 años. Un 80% vive en la pobreza.
Aquel 18 de abril de 1980, sin embargo, reinaba la euforia en Africa: Rodesia del Sur, la colonia británica renegada que dirigía el régimen racista de Ian Smith, desaparecía y cedía el paso a Zimbabue, al término de una guerra de guerrillas de siete años que dejó 27.000 muertos.
El mundo entero celebró el nacimiento de un modelo para África. No era para menos, Mugabe optó por una política de reconciliación racial y pidió a los blancos que participasen en el gobierno.
La economía despegó. El régimen invirtió en escuelas y hospitales, lo que convirtió a los zimbabuenses en una de las poblaciones más letradas de Africa.
Pero el giro se produjo en 1997 cuando Mugabe cedió ante las violentas protestas de los veteranos de la guerra de la independencia, que enarbolaban un asunto de pensiones.
En este contexto, Mugabe giró hacia el populismo y dejó que los veteranos invadieran las granjas comerciales, en su mayoría dirigidas por blancos, que tuvieron que dejar sus tierras en forma precipitada y en medio de la violencia.
El hundimiento de la agricultura arrasó con toda la economía. La hiperinflación alcanzó niveles récord, la producción fue nula. El país que exportaba alimentos se volvió dependiente de la ayuda exterior.
Los occidentales terminaron por condenar a quien tanto habían elogiado. En 2002, tras unas elecciones polémicas, impusieron sanciones al círculo gobernante, lo que terminó de encerrar a Mugabe en la paranoia.
"Nosotros, zimbabuenses, debemos mantener un clima de tolerancia y tratar a los demás con dignidad y respeto, sean cuales fueren sus edades, sexo, raza, etnia o pertenencia política o religiosa", indicó en un discurso retransmitido por la radio y televisión nacionales.
El tono de este discurso -- en presencia del primer ministro Morgan Tsvangirai, antiguo enemigo y con quien el más viejo presidente de Africa debe ahora compartir el poder -- contrasta con las apasionadas acusaciones que suele realizar en sus apariciones públicas.
Las violencias políticas causaron unos 200 muertos, sobre todo en el campo de la oposición, desde la histórica derrota del régimen de Mugabe en las elecciones generales de marzo de 2008.
Las invasiones de las haciendas en manos de los blancos, especialmente por parte de los veteranos de la guerra de independencia, causaron desde el año 2000 la salida de unos 4.000 granjeros blancos del país, acelerando una terrible crisis político-económica.
Sin embargo, el abandono de la divisa nacional, totalmente carente de sustancia debido a una delirante hiperinflación, detuvo la caída libre de la economía. Ahora, el país registra un ligero crecimiento, después de años de depresión.
Pero el gobierno de unión, formado para poner fin a la crisis que generó la derrota electoral del régimen en 2008, no consigue convencer a los inversionistas extranjeros para que regresen a un país aún en ruinas.
La mayoría de los actuales zimbabuenses no vivieron los años de la independencia, ya que la esperanza de vida, que entonces era de 61 años, hoy es de 45. Un 41% de la población tiene menos de 15 años. Un 80% vive en la pobreza.
Aquel 18 de abril de 1980, sin embargo, reinaba la euforia en Africa: Rodesia del Sur, la colonia británica renegada que dirigía el régimen racista de Ian Smith, desaparecía y cedía el paso a Zimbabue, al término de una guerra de guerrillas de siete años que dejó 27.000 muertos.
El mundo entero celebró el nacimiento de un modelo para África. No era para menos, Mugabe optó por una política de reconciliación racial y pidió a los blancos que participasen en el gobierno.
La economía despegó. El régimen invirtió en escuelas y hospitales, lo que convirtió a los zimbabuenses en una de las poblaciones más letradas de Africa.
Pero el giro se produjo en 1997 cuando Mugabe cedió ante las violentas protestas de los veteranos de la guerra de la independencia, que enarbolaban un asunto de pensiones.
En este contexto, Mugabe giró hacia el populismo y dejó que los veteranos invadieran las granjas comerciales, en su mayoría dirigidas por blancos, que tuvieron que dejar sus tierras en forma precipitada y en medio de la violencia.
El hundimiento de la agricultura arrasó con toda la economía. La hiperinflación alcanzó niveles récord, la producción fue nula. El país que exportaba alimentos se volvió dependiente de la ayuda exterior.
Los occidentales terminaron por condenar a quien tanto habían elogiado. En 2002, tras unas elecciones polémicas, impusieron sanciones al círculo gobernante, lo que terminó de encerrar a Mugabe en la paranoia.