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Política
La cocina de El Bulli.
"Movió las creencias, la rigidez planetaria sobre lo que era posible hacer en la cocina", afirmó a la AFP Thierry Marx del Mandarin Oriental de París, que subrayó en particular la forma en que Adriá "dio otra mirada a los ingredientes" sin "encerrarse" en una noción regional.
Lejos de las polémicas que empañaron la carrera del chef catalán de 49 años, que se negó a llevar el título de "padre" de la cocina molecular, sus pares franceses admiran su conocimiento de los sabores y su fibra poética.
Pero deploran "los malos imitadores", tal como los califica Marx, o las "copias inhábiles" como las califica Michel Guérard, el padre de la "Nouvelle Cuisine".
"Su genio dejará huella", afirmó Guérard a la AFP, antes de referirse a algunos cocineros "carentes de imaginación" que intentaron copiar sus recetas luego de haber sido recibidos en elBulli, de manera "más o menos afortunada".
"Es el único que controla su tema. No cualquiera es Ferrán Adriá", sostuvo de su lado el marsellés Gérald Passédat, que dijo admirar "su forma retorcida de trabajar los alimentos" que no tiene nada que ver con su propia manera.
Michel Bras no dudó en asegurar que Ferrán Adriá directamente "sacudió las meninges de mucha gente". "Pero lo que me molesta, son las copias insípidas, fuera de contexto, de cocineros que no tienen su cultura".
El cierre de elBulli marca el fin de una época
Guérard recuerda las "bases clásicas" de Adriá, que sería perfectamente capaz de realizar "un extraordinario encebollado de conejo". Claro, admiten, que Adriá prefiere "desestructurar" una paella.
"Este alquimista de talento, inventor de sensaciones y de armonías gustativas, supo conservar el aspecto poético de la cocina", subrayó Guérard que no dudó en compararlo con Gaudí pero entre cacerolas.
Bras prefiere decir que Adriá se parecía más al Dalí provocador.
"Es un artista cuyo modo de expresión es la cocina", sostuvo.
Thierry Marx afirma en todo caso que Adriá "es un verdadero y magnífico cocinero en el sentido más generoso de la palabra", echando por tierra las reticencias de algunos chefs franceses que están celosos del éxito planetario del catalán.
Según él, los "falsos debates" han estado a menudo teñidos de "mediocridad y mala fe" por que lo novedoso, molesta.
Y porque la gastronomía es un universo "de ilusiones, con recetas de abuelas y recuerdos de la infancia", asegura.
Con Adriá, el público se dio cuenta de que "en el mundo hay otras cocinas" y para algunos esa idea es insoportable, consideró Marx.
Guérard aclara luego que "el falso juicio" que se ha hecho a la cocina francesa a la cual algunos críticos, básicamente estadounidenses, consideraron "has been" frente al éxito de elBulli, es también "ridículo".
El pastelero Pierre Hermé asegura que una comida en elBulli, en ese decorado de albergue rústico en la costa de Cataluña, era una experiencia inolvidable: unos cuarenta platos o tapas de intenso sabor y múltiples facetas.
"La primera vez me pregunté 'bueno, cuándo comemos'", bromea Hermé, que tuvo el gusto de ir 15 veces al reconocido restaurante en el que había que reservar con meses de antelación.
"Pero hay que dejarse llevar, con el espíritu abierto, para descubrir y ser atrapado por la emoción", asegura y recuerda una serie de propuestas en torno al caviar: a la derecha caviar de verdad en una crema de avellanas y a la izquierda una crema de caviar gris y sobre ella una imitación de caviar a base de sésamo negro.
Ferrán Adriá "va más allá de la materia. Y quizá ésa es la pimienta de nuestro oficio: ir más allá del producto y también del deseo del cliente", comenta Bras que sin embargo es un cocinero de culto en las antípodas de su contemporáneo catalán.
Punta de lanza de numerosos cocineros españoles, Adriá permitió también que la gastronomía se convirtiera en un argumento turístico para visitar su país.
"No hay que sentir nostalgia pues seguramente inventará algo para sorprendernos", advirtió Pierre Hermé.
Y todo indica que así será pues Ferrán Adriá tiene previsto abrir en 2014 elBulli Foundation, un espacio dedicado a la creación.
Lejos de las polémicas que empañaron la carrera del chef catalán de 49 años, que se negó a llevar el título de "padre" de la cocina molecular, sus pares franceses admiran su conocimiento de los sabores y su fibra poética.
Pero deploran "los malos imitadores", tal como los califica Marx, o las "copias inhábiles" como las califica Michel Guérard, el padre de la "Nouvelle Cuisine".
"Su genio dejará huella", afirmó Guérard a la AFP, antes de referirse a algunos cocineros "carentes de imaginación" que intentaron copiar sus recetas luego de haber sido recibidos en elBulli, de manera "más o menos afortunada".
"Es el único que controla su tema. No cualquiera es Ferrán Adriá", sostuvo de su lado el marsellés Gérald Passédat, que dijo admirar "su forma retorcida de trabajar los alimentos" que no tiene nada que ver con su propia manera.
Michel Bras no dudó en asegurar que Ferrán Adriá directamente "sacudió las meninges de mucha gente". "Pero lo que me molesta, son las copias insípidas, fuera de contexto, de cocineros que no tienen su cultura".
El cierre de elBulli marca el fin de una época
Guérard recuerda las "bases clásicas" de Adriá, que sería perfectamente capaz de realizar "un extraordinario encebollado de conejo". Claro, admiten, que Adriá prefiere "desestructurar" una paella.
"Este alquimista de talento, inventor de sensaciones y de armonías gustativas, supo conservar el aspecto poético de la cocina", subrayó Guérard que no dudó en compararlo con Gaudí pero entre cacerolas.
Bras prefiere decir que Adriá se parecía más al Dalí provocador.
"Es un artista cuyo modo de expresión es la cocina", sostuvo.
Thierry Marx afirma en todo caso que Adriá "es un verdadero y magnífico cocinero en el sentido más generoso de la palabra", echando por tierra las reticencias de algunos chefs franceses que están celosos del éxito planetario del catalán.
Según él, los "falsos debates" han estado a menudo teñidos de "mediocridad y mala fe" por que lo novedoso, molesta.
Y porque la gastronomía es un universo "de ilusiones, con recetas de abuelas y recuerdos de la infancia", asegura.
Con Adriá, el público se dio cuenta de que "en el mundo hay otras cocinas" y para algunos esa idea es insoportable, consideró Marx.
Guérard aclara luego que "el falso juicio" que se ha hecho a la cocina francesa a la cual algunos críticos, básicamente estadounidenses, consideraron "has been" frente al éxito de elBulli, es también "ridículo".
El pastelero Pierre Hermé asegura que una comida en elBulli, en ese decorado de albergue rústico en la costa de Cataluña, era una experiencia inolvidable: unos cuarenta platos o tapas de intenso sabor y múltiples facetas.
"La primera vez me pregunté 'bueno, cuándo comemos'", bromea Hermé, que tuvo el gusto de ir 15 veces al reconocido restaurante en el que había que reservar con meses de antelación.
"Pero hay que dejarse llevar, con el espíritu abierto, para descubrir y ser atrapado por la emoción", asegura y recuerda una serie de propuestas en torno al caviar: a la derecha caviar de verdad en una crema de avellanas y a la izquierda una crema de caviar gris y sobre ella una imitación de caviar a base de sésamo negro.
Ferrán Adriá "va más allá de la materia. Y quizá ésa es la pimienta de nuestro oficio: ir más allá del producto y también del deseo del cliente", comenta Bras que sin embargo es un cocinero de culto en las antípodas de su contemporáneo catalán.
Punta de lanza de numerosos cocineros españoles, Adriá permitió también que la gastronomía se convirtiera en un argumento turístico para visitar su país.
"No hay que sentir nostalgia pues seguramente inventará algo para sorprendernos", advirtió Pierre Hermé.
Y todo indica que así será pues Ferrán Adriá tiene previsto abrir en 2014 elBulli Foundation, un espacio dedicado a la creación.
