Los ataques más graves ocurrieron en Mosul, cuando dos suicidas a bordo de vehículos cargados de explosivos se suicidaron, dejando tras de sí un mínimo de 21 muertos.
Los líderes políticos seguían negociando, por su parte, la formación de una coalición estable en el poder. El primer ministro, Nuri al Maliki, carece aún de una mayoría suficiente para ser reelegido por el parlamento en su cargo.
Al menos 16 personas murieron en un solo ataque también con coche bomba en Bagdad, que además dejó unos cincuenta heridos.
También hubo explosiones de coches en los barrios de Amin, Sadr City y Jihad de la capital.
Esos atentados tienden a ocurrir durante la tarde, cuando las calles se llenan de gente.
Ningún grupo reivindicó esos ataques, pero los militantes sunitas, airados ante lo que consideran menosprecio por parte del gobierno de Maliki, chiita, son habitualmente los autores de esa clase de atentados, junto a los yihadistas del Estado Islámico en Irak y Levante (EIIL).