
Los occidentales le llevan pidiendo a la oposición siria desde hace meses que se federe en torno a un proyecto común para la era post Bashar al Asad que reúna a todos los movimientos y a todas las comunidades. El presidente francés, François Hollande, afirmó el lunes que está dispuesto a reconocer un gobierno provisional cuando se forme.
El miedo de Washington o de París es que los integristas se apoderen de la rebelión. "No se trata de deshacerse de Bashar al Asad para tener a unos integristas o a un régimen" similar al actual, explicó este viernes el jefe de la diplomacia francesa, Laurent Fabius, a la emisora de radio Europe 1.
Tras los éxitos rebeldes en el norte de Siria, los militantes en el terreno de los Comités Locales de Coordinación (LCC) y los exiliados del Consejo Nacional Sirio (CNS, principal coalición de la oposición) convirtieron en una prioridad la formación de un gobierno de transición inclusivo. "Pero debemos tomarnos nuestro tiempo para discutir", explicó a la AFP George Sabra, portavoz del CNS.
El martes, un grupo representativo hizo público en Berlín el primer borrador detallado de una hoja de ruta post Asad llamada "El día después: apoyar una transición democrática en Siria".
El proyecto, emprendido por think-thanks estadounidenses y alemanes, sienta las bases de un proceso democrático en una Siria dotada de una "nueva identidad nacional" y de la elección de una Asamblea Constituyente para establecer una justicia tradicional.
Pero tras 17 meses de una protesta contra el régimen que se militarizó, las disensiones entre el interior y el exterior, civiles y combatientes, laicos e islamistas, son un obstáculo para la unión.
"Un gobierno provisional no es una opción porque no se reúnen las condiciones", estimó Fabrice Balanche del Grupo de Investigación y Estudio sobre el Mediterráneo y Oriente Medio.
El CNS, en el que se introdujeron los Hermanos Musulmanes con una garantía de laicismo, según los expertos, está paralizado desde el principio por luchas de poder en las que Basma Kodmani, cofundadora que dimitió, parece haberse llevado la peor parte.
El Consejo, principal interlocutor de la comunidad internacional, no consiguió crecer, ni lograr la unidad en torno a él. "No trabaja bien con los otros grupos de la oposición", lamentó Kodmani.
Las divergencias con una parte de los movimientos del interior versan sobre el uso de la violencia y una intervención extranjera. El martes en Damasco, unos veinte partidos y movimientos políticos de la oposición no violenta se pronunciaron a favor de un derrocamiento "no violento" del régimen, insistiendo en "una solución política", como explicó Raja al Naser del Comité de Coordinación para el Cambio Nacional y Democrático (CCCND).
El CNS, fundado por personas exiliadas desde hace mucho tiempo, sufre una falta de credibilidad y de representatividad entre los combatientes y manifestantes que acusan a sus miembros de ser ineficaces, de estar desconectados del lugar donde se vierte la sangre y de quererse posicionar para la era post Asad.
Sus lazos con el Ejército Sirio Libre (ESL), convertido con los meses en el protagonista, son casi inexistentes. "Con el ESL no se puede decir que haya armonía. La ayuda que recibieron del CNS es ínfima en relación a sus necesidades. La gente está decepcionada", reconoció Monzer Majus, coordinador de relaciones exteriores del Consejo.
En julio, el ESL anunció desde el interior su propio plan de transición con la constitución de un "consejo superior de defensa" que deberá elegir un "consejo presidencial" político-militar para dirigir al país durante el periodo de transición.
Pero en este ejército rebelde tampoco hay mucha unidad. La propuesta fue rechazada por su jefe oficial basado en Turquía, el coronel Riad Asad.