Los ataques, que se registraron principalmente en el oeste y el norte del país, así como en la capital, se suman a la ola de violencia que vive el país desde hace varios meses y que las autoridades no han podido evitar hasta la fecha, a pesar de varias operaciones contra los insurgentes.
El ataque más mortífero tuvo lugar en las afueras de la ciudad de Baquba, al norte de Bagdad, en una de las regiones más violentas de Irak.
Tres ataques con bomba coordinados tomaron como blanco a los peregrinos chiitas que celebraban el Ashura. Ocho personas murieron y 27 fueron heridas en esas explosiones, según fuentes médicas y de la seguridad.
La violencia del miércoles tuvo lugar en vísperas de las ceremonias anuales del Ashura, que marca el aniversario de la muerte de una figura clave del islam chiita, un período durante el cual los presuntos militantes sunitas aumentan sus ataques contra los chiitas, a los que consideran apóstatas y que representan alrededor del 15% de los musulmanes en el mundo.
Dos millones de peregrinos
Las autoridades provinciales esperan que dos millones de peregrinos --tanto iraquíes como extranjeros-- visiten Kerbala en los diez días anteriores al Ashura, y todos los hoteles de la ciudad están llenos.
Durante los días previos al Ashura, que este año cae un jueves, los musulmanes chiitas a menudo levantan carpas a lo largo de la ruta de la procesión, donde se distribuyen alimentos a los caminantes y se pueden reunir los peregrinos.
Otros fieles caminan hacia Kerbala, donde se encuentra el santuario del imán Husein, cuya muerte en 680 en un ataque del califa Yazid se convirtió con el tiempo en un símbolo de la escisión entre las ramas musulmanas sunita y chiita.
Los presuntos militantes sunitas vinculados a Al Qaida, que consideran a los musulmanes chiitas como infieles, a menudo aumentan sus ataques contra la comunidad mayoritaria de Irak durante el Ashura.
Otras 19 personas perdieron la vida en Irak el miércoles en actos de violencia dirigidos contra las fuerzas de seguridad, y la policía mató a tres militantes, indicaron fuentes oficiales.
Al este de la ciudad de Tikrit, de mayoría sunita, un kamikaze hizo estallar un vehículo cargado de explosivos en un puesto de control policial, matando a 11 personas, incluyendo a tres policías.
Y cerca del antiguo bastión insurgente de Faluya, dos bombas colocadas en las viviendas de policías, seguidas por una tercera que estalló cuando los curiosos se habían congregado en el lugar, mataron a cuatro personas e hirieron a una docena más.
Otros ataques violentos alrededor de Bagdad y en el norte de Irak dejaron cuatro muertos.
Las muertes de este miércoles fueron las últimas en la peor ola de violencia registrada en Irak desde 2008, a pesar del fortalecimiento de las medidas de seguridad y numerosas operaciones contra los rebeldes.
Más de 5.600 personas fallecieron desde el inicio del año en actos violentos, y de ellas 964 en octubre, el mes más mortífero desde abril de 2008, según cifras oficiales.
El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, pidió ayuda a Estados Unidos a través de informaciones de los servicios secretos y el envío de nuevas armas.
Además de los problemas de seguridad, el país se enfrenta también a la falta de servicios básicos, como el agua potable o la electricidad, y la corrupción está muy extendida.
El Gobierno está paralizado ante las disputas políticas, y el Parlamento lleva varios años sin votar ninguna ley importante.