Más de 450 "blocos de rua", agrupaciones que desfilan por las calles al ritmo del samba, se tomarán la ciudad durante toda la jornada, en espera del desfile de 'escolas' en el mítico sambódromo carioca el domingo y lunes, en lo que los brasileños consideran el mayor espectáculo del mundo.
En el popular bloco "Bola Preta", el mayor grupo carnavalesco de la ciudad que llena cada año el centro de Rio con sus colores blanco y negro, tres camiones con altoparlantes animaban a una multitud disfrazada que, enardecida, desfilaba cantando y saltando bajo una constante lluvia.
Según los organizadores, eran esperados dos millones de personas.
"Este es el mejor bloco de Rio de Janeiro. Las personas nos tratan muy bien, independientemente de la lengua, del país o de ciudad" de origen, relató Paulo de 22 años, quien hace seis que asiste a Bola Preta.
Paulo y su madre Terezinha, de 45 años, circulan contentos con la seguridad que sienten a pesar de la aglomeración de gente.
Los operativos de pacificación de las favelas más violentas de Rio de Janeiro "mejoraron mucho el ambiente para el carnaval. (...) Antes todo era problemático. Había robos durante el desfile" y ahora hay más policías y la gente se siente más segura, afirmó Paulo a la AFP.
Cerveza en mano y con una enorme peluca negra, Cicero, de 52 años, afirmó que los operativos policiales dejaron a Rio de Janeiro y su carnaval "mucho mejor, mejoró 100%". "Antes había más problemas, la seguridad está mejor" ahora, estimó.
Gracias a ello, muchas mujeres circulan con minúsculos disfraces o travestis caminan con transparencias sensuales sin mayores dificultades que encontrar algún muchacho que les tome del brazo pidiendo ser sus 'novios', como se acostumbra en el carnaval carioca.
Entre brujas de torso velludo, hombres araña, coloridas pelucas y serpentinas, Taís, de 20 años, es una de las tantas jóvenes que bailan el samba con una sensualidad arrasadora al ritmo de "Bola preta" y celebra la tranquilidad que observa en la fiesta.
La estudiante que antes vivía en una favela destacó que con los operativos policiales destinados a combatir a los narcotraficantes, mejoró mucho la seguridad, "pero no es sólo combatir a los bandidos, sino también a los policías" que sean corruptos.
Antes "la policía era muy omisa, y (con los operativos) mostraron que los impuestos que pagamos valen", dijo la joven. "Si quiere, el Estado entra en las favelas".
Sinónimo de diversión y excesos, Rio de Janeiro es una de las ciudades más violentas de Brasil, y su nominación como sede de los Juegos Olímpicos de 2016 y subsede del Mundial-2014, puso a las autoridades manos a la obra para intentar cambiar la imagen de esta ciudad de seis millones de habitantes, dos de los cuales viven en barrios carenciados conocidos como "favelas".
La policía de Rio de Janeiro ingresó en noviembre pasado a un grupo de favelas, entre las más grandes de Rio, el problemático Complexo do Alemao, luego de una ola de ataques de bandas de narcotraficantes contra puestos policiales y vehículos.
La ola de ataques que tuvo respuesta de la policía se saldó con 37 muertos, la mayoría presuntos traficantes, y terminó cuando más de 2.600 policías apoyados por el Ejército, blindados y helicópteros, invadieron el lugar, en la más espectacular operación de seguridad de la que Rio tenga memoria.
Era, según las autoridades, la forma de recuperar para el Estado la soberanía sobre lugares dominados durante décadas por traficantes.
A esa estrategia se agregó la creación de Unidades de Policía Pacificadora (UPP), comisarías que marcan la presencia policial en las favelas.
Los cariocas, como lo hicieron siempre en carnaval, se vuelcan ahora nuevamente a las calles, en donde la cerveza corre como agua, el baile es la regla a seguir y las sonrisas están a la orden del día.
En el popular bloco "Bola Preta", el mayor grupo carnavalesco de la ciudad que llena cada año el centro de Rio con sus colores blanco y negro, tres camiones con altoparlantes animaban a una multitud disfrazada que, enardecida, desfilaba cantando y saltando bajo una constante lluvia.
Según los organizadores, eran esperados dos millones de personas.
"Este es el mejor bloco de Rio de Janeiro. Las personas nos tratan muy bien, independientemente de la lengua, del país o de ciudad" de origen, relató Paulo de 22 años, quien hace seis que asiste a Bola Preta.
Paulo y su madre Terezinha, de 45 años, circulan contentos con la seguridad que sienten a pesar de la aglomeración de gente.
Los operativos de pacificación de las favelas más violentas de Rio de Janeiro "mejoraron mucho el ambiente para el carnaval. (...) Antes todo era problemático. Había robos durante el desfile" y ahora hay más policías y la gente se siente más segura, afirmó Paulo a la AFP.
Cerveza en mano y con una enorme peluca negra, Cicero, de 52 años, afirmó que los operativos policiales dejaron a Rio de Janeiro y su carnaval "mucho mejor, mejoró 100%". "Antes había más problemas, la seguridad está mejor" ahora, estimó.
Gracias a ello, muchas mujeres circulan con minúsculos disfraces o travestis caminan con transparencias sensuales sin mayores dificultades que encontrar algún muchacho que les tome del brazo pidiendo ser sus 'novios', como se acostumbra en el carnaval carioca.
Entre brujas de torso velludo, hombres araña, coloridas pelucas y serpentinas, Taís, de 20 años, es una de las tantas jóvenes que bailan el samba con una sensualidad arrasadora al ritmo de "Bola preta" y celebra la tranquilidad que observa en la fiesta.
La estudiante que antes vivía en una favela destacó que con los operativos policiales destinados a combatir a los narcotraficantes, mejoró mucho la seguridad, "pero no es sólo combatir a los bandidos, sino también a los policías" que sean corruptos.
Antes "la policía era muy omisa, y (con los operativos) mostraron que los impuestos que pagamos valen", dijo la joven. "Si quiere, el Estado entra en las favelas".
Sinónimo de diversión y excesos, Rio de Janeiro es una de las ciudades más violentas de Brasil, y su nominación como sede de los Juegos Olímpicos de 2016 y subsede del Mundial-2014, puso a las autoridades manos a la obra para intentar cambiar la imagen de esta ciudad de seis millones de habitantes, dos de los cuales viven en barrios carenciados conocidos como "favelas".
La policía de Rio de Janeiro ingresó en noviembre pasado a un grupo de favelas, entre las más grandes de Rio, el problemático Complexo do Alemao, luego de una ola de ataques de bandas de narcotraficantes contra puestos policiales y vehículos.
La ola de ataques que tuvo respuesta de la policía se saldó con 37 muertos, la mayoría presuntos traficantes, y terminó cuando más de 2.600 policías apoyados por el Ejército, blindados y helicópteros, invadieron el lugar, en la más espectacular operación de seguridad de la que Rio tenga memoria.
Era, según las autoridades, la forma de recuperar para el Estado la soberanía sobre lugares dominados durante décadas por traficantes.
A esa estrategia se agregó la creación de Unidades de Policía Pacificadora (UPP), comisarías que marcan la presencia policial en las favelas.
Los cariocas, como lo hicieron siempre en carnaval, se vuelcan ahora nuevamente a las calles, en donde la cerveza corre como agua, el baile es la regla a seguir y las sonrisas están a la orden del día.