BEIRUT, 5 junio 2009 (AFP) - A tres días de las elecciones, la campaña está en su punto culminante. El Hezbolá y sus aliados acusan a la mayoría parlamentaria antisiria saliente de promover "el proyecto norteamericano en Líbano", al tiempo que ésta advierte contra la "influencia iraní" en el país en caso de victoria del campo rival.
Algo más de 3,2 millones de libaneses están convocados a las urnas. Muchos son expatriados que deben desplazarse a Líbano ya que la ley electoral no prevé votar en el extranjero.
Los electores elegirán a 128 diputados entre 587 candidatos, repartidos a partes iguales entre cristianos y musulmanes para mandatos de cuatro años. Cada comunidad religiosa tiene derecho a un número de escaños proporcional a su peso demográfico en las 26 circunscripciones. Los diputados son designados por el electorado en virtud de un sistema de votación por mayoría simple.
La mayor parte de los pronósticos apuntan que el desenlace del escrutinio es incierto. Con una división electoral que impide una victoria masiva de ninguno de los dos campos, la votación se decidirá por unos pocos escaños de diferencia, sobre todo en las regiones cristianas donde los electores están divididos entre ambas partes.
Por primera vez, las elecciones se desarrollarán en un solo día en presencia de más de 200 observadores extranjeros. Unos 50.000 soldados y policías serán desplegados por el país.
Los comicios tienen lugar tras cuatro años de inestabilidad. Desde 2005, el país ha vivido asesinatos políticos, una guerra arrasadora entre Israel y el Hezbolá en 2006, combates en un campo de refugiados palestinos entre el ejército e islamistas en 2007, crisis política aguada y choques intercomunitarios en 2008 que dejaron un centenar de muertos.
Las precedentes legislativas las ganó la coalición antisiria en 2005, después del asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri. Después de ese drama, Siria se vio obligada a retirar sus tropas de Líbano tras cerca de 30 años de presencia.
Según los expertos, sea cual sea el resultado, no debería cambiar el semblante de Líbano, a pesar de los temores occidentales de que Hezbolá, considerada organización terrorista por Washington, gane las elecciones.
"El marasmo político va a continuar después de las elecciones porque la situación en Líbano está supeditada a los asuntos regionales", explica Hilal Jachane, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Beirut.
"Todos los problemas de Líbano están pendientes de un paso adelante sobre todo del diálogo entre Teherán y Washington", agrega.
La formación de un Gobierno promete nuevas disputas cualquiera que sea el vencedor.
Entre los principales temas que dividen figura la espinosa cuestión del arsenal de Hezbolá, que estima necesario conservarlo para proteger al país en caso de ataque israelí.
El Tribunal Especial para Líbano encargado de identificar y procesar a los autores del asesinato de Rafic Hariri también ha levantado pasiones. Hezbolá y sus aliados estiman que esa instancia judicial está politizada.
rd-ram/jmr/gc
© 1994-2009 Agence France-Presse
Algo más de 3,2 millones de libaneses están convocados a las urnas. Muchos son expatriados que deben desplazarse a Líbano ya que la ley electoral no prevé votar en el extranjero.
Los electores elegirán a 128 diputados entre 587 candidatos, repartidos a partes iguales entre cristianos y musulmanes para mandatos de cuatro años. Cada comunidad religiosa tiene derecho a un número de escaños proporcional a su peso demográfico en las 26 circunscripciones. Los diputados son designados por el electorado en virtud de un sistema de votación por mayoría simple.
La mayor parte de los pronósticos apuntan que el desenlace del escrutinio es incierto. Con una división electoral que impide una victoria masiva de ninguno de los dos campos, la votación se decidirá por unos pocos escaños de diferencia, sobre todo en las regiones cristianas donde los electores están divididos entre ambas partes.
Por primera vez, las elecciones se desarrollarán en un solo día en presencia de más de 200 observadores extranjeros. Unos 50.000 soldados y policías serán desplegados por el país.
Los comicios tienen lugar tras cuatro años de inestabilidad. Desde 2005, el país ha vivido asesinatos políticos, una guerra arrasadora entre Israel y el Hezbolá en 2006, combates en un campo de refugiados palestinos entre el ejército e islamistas en 2007, crisis política aguada y choques intercomunitarios en 2008 que dejaron un centenar de muertos.
Las precedentes legislativas las ganó la coalición antisiria en 2005, después del asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri. Después de ese drama, Siria se vio obligada a retirar sus tropas de Líbano tras cerca de 30 años de presencia.
Según los expertos, sea cual sea el resultado, no debería cambiar el semblante de Líbano, a pesar de los temores occidentales de que Hezbolá, considerada organización terrorista por Washington, gane las elecciones.
"El marasmo político va a continuar después de las elecciones porque la situación en Líbano está supeditada a los asuntos regionales", explica Hilal Jachane, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Beirut.
"Todos los problemas de Líbano están pendientes de un paso adelante sobre todo del diálogo entre Teherán y Washington", agrega.
La formación de un Gobierno promete nuevas disputas cualquiera que sea el vencedor.
Entre los principales temas que dividen figura la espinosa cuestión del arsenal de Hezbolá, que estima necesario conservarlo para proteger al país en caso de ataque israelí.
El Tribunal Especial para Líbano encargado de identificar y procesar a los autores del asesinato de Rafic Hariri también ha levantado pasiones. Hezbolá y sus aliados estiman que esa instancia judicial está politizada.
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