Catar criticó la reacción de Egipto tras la decapitación de 21 cristianos coptos por el EI, lamentando que El Cairo no hubiera consultado a los demás países de la Liga Árabe "ante cualquier acción militar unilateral contra otro Estado miembro" de la organización panárabe.
El presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, pidió una intervención militar internacional en Libia, tras haber bombardeado el martes varias posiciones yihadistas en el país vecino.
El delegado egipcio ante la Liga Árabe replicó a las críticas cataríes acusando al emirato de apoyar a los yihadistas. Unas declaraciones que llevaron a que Doha llamara este jueves a consultas a su embajador en El Cairo.
Las monarquías del Golfo apoyaron a Catar, y consideraron "infundadas" las acusaciones de "apoyo al terrorismo" formuladas por Egipto.
Esta reacción rompe con el respaldo que le brindaron la mayoría de estas monarquías, incluida Arabia Saudí, al régimen de Sisi, desde que derrocó en 2013 al presidente Mohamed Mursi, miembro de los Hermanos Musulmanes.
Los vecinos de Catar han denunciado varias veces el apoyo de Doha a esta cofradía, considerada como una organización "terrorista" en Arabia Saudí y en los Emiratos Árabes Unidos.
- Una solución política -
La disputa entre Egipto y Catar ilustra la ausencia de consenso en la comunidad internacional sobre Libia. La mayoría de los países rechazan la solución militar promovida por El Cairo.
El ministro libio de Relaciones Exteriores, Mohamed al Dairi, pidió el miércoles, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que se levante el embargo sobre las armas impuesto a su país para poder luchar contra los yihadistas.
La comunidad internacional debe "ayudar" al ejército "a reforzar su capacidad militar", declaró, mientras Libia no consigue detener a las milicias armadas que controlan gran parte del territorio, incluida la capital Trípoli.
Su homólogo egipcio, Sameh Shukri, abundó en esa idea, indicando que el proyecto de resolución presentado ante el Consejo de Seguridad preveía un "levantamiento de las restricciones" sobre las armas proporcionadas únicamente al gobierno libio reconocido por la comunidad internacional.
Shukri también defendió "un bloqueo naval" para impedir la entrega de armas a las milicias libias "que escapan al control de las autoridades legítimas".
Varios miembros del Consejo, incluida Rusia, se muestran reticentes a la idea de levantar el embargo impuesto a Libia desde 2011, evocando el riesgo de ver cómo las armas acaban entre manos enemigas.
Estados Unidos y sus satélites Francia y Reino Unido mostraron su preferencia por una "solución política del conflicto".
El representante de la ONU en Libia, Bernardino León, declaró, por su parte, el miércoles que esperaba "que se pudiera encontrar un acuerdo político" entre las facciones opuestas para permitir la formación de un gobierno de unidad nacional.
Otros países del norte de África, como Túnez y Argelia, también abogaron por una solución política.
"Estamos a favor de una solución política, del diálogo (...) El factor tiempo es muy importante, es necesario que todas las partes libias se movilicen y que todas las buenas voluntades las ayuden" a lograr ese objetivo, aseguró este jueves el jefe de la diplomacia argelina, Ramtan Lamamra.
El presidente estadounidense, Barack Obama, afirmó, por su parte, este miércoles que las operaciones militares, como los bombardeos contra el EI en Siria e Irak, no podían ser la única respuesta ante "la violencia extremista".
Libia está fragmentada en territorios dominados por diversas milicias, algunas de ellas islamistas. Dos gobiernos se disputan el poder: uno es cercano a la milicia Fajr Libia (Amanecer de Libia) y otro, reconocido por la comunidad internacional.
Los yihadistas del EI han sabido aprovechar el caos que se apoderó del país tras la caída de Muamar Gadafi en 2011, y tienen su feudo en Derna, en el este del país.