Turistas rusas en España
En 2012, por primera vez más de un millón de turistas rusos visitaron España, 1.206.227 exactamente, un incremento del 39,8% respecto a 2011 y el doble que en 2010, según datos del ministerio español de Turismo.
Con 26 años, Roman Gavrilenko, un psicólogo escolar de Murom, en el oeste de Rusia, acaba de hacer, con un grupo de 11 personas, un viaje que le llevó a Barcelona, Valencia, Toledo y Madrid. Tras esta semana de vacaciones, las primeras para él en Europa occidental, espera poder volver pronto a España.
"La gente es muy afable. La Sagrada Familia es muy, muy impresionante. Es una experiencia psicodélica, de vértigo", explica mientras descansa en un sofá en el vestíbulo del Hotel Florida Norte, cerca del Palacio Real de Madrid.
Como Roman, cientos de miles de turistas rusos se ven atraídos en invierno y en verano por las playas, la vida cultura o las fiestas españolas.
El número creciente de vuelos directos entre Rusia y España, un acceso más fácil a las visas y el creciente apetito por los viajes de la clase media rusa hacen el resto, explican los profesionales. Contribuyen también las revoluciones árabes que alejaron a los turistas de destinos como Egipto o Túnez.
España se ve también recompensada por haber sido uno de los primeros países en promocionarse en el mercado ruso que surgió tras la caída de la Unión Soviética en 1991, explica Igor Rotenshteyn, presidente del operador turístico Terramar que el año pasado trajo a cerca de 100.000 rusos a España.
"En la era soviética muy pocas personas tenían el privilegio de viajar al extranjero. Cuando Rusia se abrió al mundo, los rusos no tenían experiencia en viajar y España fue de los países que fueron más activos en captar clientes rusos", subraya.
Entre los destinos predilectos de estos visitantes está Cataluña, su capital, Barcelona y sus localidades costeras donde, durante el verano, superan ahora a los británicos. En zonas de playa como Salou, se convirtieron en el principal grupo de turistas extranjeros.
"Era inimaginable hace unos años", explica el concejal de Turismo de Salou, Benet Presas.
La llegada de rusos permite compensar la caída en el número de visitantes italianos u holandeses y ayuda a llenar hoteles en un momento en que los españoles, golpeados por un desempleo récord del 26%, reducen sus gastos en ocio.
Así, mientras el año pasado los rusos representaron 2,1% de los 57,7 millones de extranjeros que visitaron España, gastaron más que cualquier otro grupo: 159 euros (214 dólares) por día y persona frente a los 108 euros de media y lejos de los 93 que desembolsó cada británico.
"Las grandes marcas son más baratas aquí y hay más variedad" que en Rusia, explica Irina Belgova, una oficinista de 36 años procedente de Moscú que se prepara para asistir con su esposo a un espectáculo de flamenco en Madrid. Durante sus vacaciones en España, Irina compró varios bolsos y vestidos.
En las zonas turísticas españolas son ya corrientes los menús y letreros escritos en alfabeto cirílico, junto a las inscripciones en inglés, y grandes marcas de lujo y enseñas de comercio españolas se anuncian con generosidad en revistas como la distribuida a sus pasajeros por la aerolínea rusa Aeroflot.
"Todos nuestros empleados en todos los sectores, recepción, cafetería, empleadas de limpieza, ya hablan un poco de ruso. Es obligatorio", explica Bruno López, director comercial del Hotel Gran Palas de La Pineda, cerca de Salou.
"El turismo nacional está muy mal por la crisis y aprovechamos con este turismo para compensar la caída", agrega.
Con 26 años, Roman Gavrilenko, un psicólogo escolar de Murom, en el oeste de Rusia, acaba de hacer, con un grupo de 11 personas, un viaje que le llevó a Barcelona, Valencia, Toledo y Madrid. Tras esta semana de vacaciones, las primeras para él en Europa occidental, espera poder volver pronto a España.
"La gente es muy afable. La Sagrada Familia es muy, muy impresionante. Es una experiencia psicodélica, de vértigo", explica mientras descansa en un sofá en el vestíbulo del Hotel Florida Norte, cerca del Palacio Real de Madrid.
Como Roman, cientos de miles de turistas rusos se ven atraídos en invierno y en verano por las playas, la vida cultura o las fiestas españolas.
El número creciente de vuelos directos entre Rusia y España, un acceso más fácil a las visas y el creciente apetito por los viajes de la clase media rusa hacen el resto, explican los profesionales. Contribuyen también las revoluciones árabes que alejaron a los turistas de destinos como Egipto o Túnez.
España se ve también recompensada por haber sido uno de los primeros países en promocionarse en el mercado ruso que surgió tras la caída de la Unión Soviética en 1991, explica Igor Rotenshteyn, presidente del operador turístico Terramar que el año pasado trajo a cerca de 100.000 rusos a España.
"En la era soviética muy pocas personas tenían el privilegio de viajar al extranjero. Cuando Rusia se abrió al mundo, los rusos no tenían experiencia en viajar y España fue de los países que fueron más activos en captar clientes rusos", subraya.
Entre los destinos predilectos de estos visitantes está Cataluña, su capital, Barcelona y sus localidades costeras donde, durante el verano, superan ahora a los británicos. En zonas de playa como Salou, se convirtieron en el principal grupo de turistas extranjeros.
"Era inimaginable hace unos años", explica el concejal de Turismo de Salou, Benet Presas.
La llegada de rusos permite compensar la caída en el número de visitantes italianos u holandeses y ayuda a llenar hoteles en un momento en que los españoles, golpeados por un desempleo récord del 26%, reducen sus gastos en ocio.
Así, mientras el año pasado los rusos representaron 2,1% de los 57,7 millones de extranjeros que visitaron España, gastaron más que cualquier otro grupo: 159 euros (214 dólares) por día y persona frente a los 108 euros de media y lejos de los 93 que desembolsó cada británico.
"Las grandes marcas son más baratas aquí y hay más variedad" que en Rusia, explica Irina Belgova, una oficinista de 36 años procedente de Moscú que se prepara para asistir con su esposo a un espectáculo de flamenco en Madrid. Durante sus vacaciones en España, Irina compró varios bolsos y vestidos.
En las zonas turísticas españolas son ya corrientes los menús y letreros escritos en alfabeto cirílico, junto a las inscripciones en inglés, y grandes marcas de lujo y enseñas de comercio españolas se anuncian con generosidad en revistas como la distribuida a sus pasajeros por la aerolínea rusa Aeroflot.
"Todos nuestros empleados en todos los sectores, recepción, cafetería, empleadas de limpieza, ya hablan un poco de ruso. Es obligatorio", explica Bruno López, director comercial del Hotel Gran Palas de La Pineda, cerca de Salou.
"El turismo nacional está muy mal por la crisis y aprovechamos con este turismo para compensar la caída", agrega.