"Se necesitan medidas urgentes para resolver este problema", declaró Arvind Kejriwal, el jefe del gobierno de Delhi, Estado que incluye la capital Nueva Delhi.
"Todas las obras de construcción y demolición quedarán prohibidas durante cinco días y todas las escuelas permanecerán cerradas estos tres próximos días", declaró Kejriwal.
Desde hace varios días, una espesa capa de niebla cubre el cielo de la capital, un episodio de contaminación que comenzó hace siete días a raíz de la celebración de la fiesta hindú de Diwali.
Kejriwal exhortó a los habitantes de la capital a permanecer en sus hogares y, en la medida de lo posible, trabajar en el domicilio.
El gobierno del Estado decidió además cerrar una central eléctrica, reforzar la lucha contra la quema de basura al aire libre y regar las carreteras para impedir que el viento disperse el polvo.
Nueva Delhi fue designada en 2014 la ciudad más contaminada del mundo por la Organización Mundial de la Salud (OMS), debido en parte a los 10 millones de automóviles que circulan diariamente por sus calles.
La calidad del aire en Nueva Delhi ha empeorado de manera espectacular en los últimos años. La rápida urbanización provoca un aumento de las emisiones de los vehículos con motores diésel, las fábricas y centrales eléctricas que funcionan con carbón como combustible.
La atmósfera se ha vuelto tan asfixiante que en los campos aledaños se encienden fuegos para calentarse o cocinar la comida en el frío invierno del norte indio.
Este nuevo episodio de contaminación fue desencadenado por las celebraciones de la fiesta de las luces, Diwali, en la que se queman millones de petardos y se lanzan fuegos artificiales. Como consecuencia de ello, la capital india quedó cubierta por un grueso manto de contaminación.
Los indicadores de partículas finas en la atmósfera superaron por primera vez la barrera de los 1.000 microgramos por metro cúbico de aire, lo que equivale a más de diez veces los valores recomendados por la OMS.
Unos 300 millones de niños en el mundo, uno de cada siete, viven en lugares donde hay hasta seis veces más contaminación atmosférica de lo admitido por los estándares internacionales, contribuyendo en buena medida a la mortalidad infantil, según un estudio de la ONU divulgado el lunes pasado.
"Todas las obras de construcción y demolición quedarán prohibidas durante cinco días y todas las escuelas permanecerán cerradas estos tres próximos días", declaró Kejriwal.
Desde hace varios días, una espesa capa de niebla cubre el cielo de la capital, un episodio de contaminación que comenzó hace siete días a raíz de la celebración de la fiesta hindú de Diwali.
Kejriwal exhortó a los habitantes de la capital a permanecer en sus hogares y, en la medida de lo posible, trabajar en el domicilio.
El gobierno del Estado decidió además cerrar una central eléctrica, reforzar la lucha contra la quema de basura al aire libre y regar las carreteras para impedir que el viento disperse el polvo.
Nueva Delhi fue designada en 2014 la ciudad más contaminada del mundo por la Organización Mundial de la Salud (OMS), debido en parte a los 10 millones de automóviles que circulan diariamente por sus calles.
La calidad del aire en Nueva Delhi ha empeorado de manera espectacular en los últimos años. La rápida urbanización provoca un aumento de las emisiones de los vehículos con motores diésel, las fábricas y centrales eléctricas que funcionan con carbón como combustible.
La atmósfera se ha vuelto tan asfixiante que en los campos aledaños se encienden fuegos para calentarse o cocinar la comida en el frío invierno del norte indio.
Este nuevo episodio de contaminación fue desencadenado por las celebraciones de la fiesta de las luces, Diwali, en la que se queman millones de petardos y se lanzan fuegos artificiales. Como consecuencia de ello, la capital india quedó cubierta por un grueso manto de contaminación.
Los indicadores de partículas finas en la atmósfera superaron por primera vez la barrera de los 1.000 microgramos por metro cúbico de aire, lo que equivale a más de diez veces los valores recomendados por la OMS.
Unos 300 millones de niños en el mundo, uno de cada siete, viven en lugares donde hay hasta seis veces más contaminación atmosférica de lo admitido por los estándares internacionales, contribuyendo en buena medida a la mortalidad infantil, según un estudio de la ONU divulgado el lunes pasado.