Manifestantes en Santiago de Chile.
La multitudinaria marcha -60.000 personas según la Policía, 150.000 según los organizadores-, reunió a estudiantes, profesores, padres y trabajadores de otros gremios, como el de la industria del cobre, y empleados públicos.
Otras ciudades como Valparaíso y Concepción se unieron a la protesta.
Vestidos con sus uniformes, portando pancartas en las que señalaron que "la educación se está muriendo de hambre", disfrazados y otros bailando, los manifestantes caminaron varios kilómetros por la céntrica avenida Alameda y calles aledañas para desembocar en la Plaza Almagro.
"Yo marcho porque tengo dos hijos y no me alcanza, ellos van a terminar endeudados por muchos años y yo no quiero eso para ellos. Le pido al presidente que se ponga la mano al corazón y entienda a la gente que ya no puede pagar los créditos", dijo a la AFP Graciela Hernández, una de las manifestantes.
Los estudiantes calificaron la marcha como todo un "éxito" y emplazaron al Gobierno a dar una respuesta clara a sus demandas.
"Con esta demostración de apoyo y solidaridad, es necesario que el Gobierno dé una respuesta clara a nuestras demandas", dijo la líder estudiantil, Camila Vallejo, que planteó convocar a un plebiscito para resolver el futuro de la educación chilena, una posibilidad que no es posible en la actual legislación.
La marcha se inició en las afueras de la Universidad de Santiago (en el oeste de la ciudad) y avanzó por la avenida Alameda, pero se desvió hacia el sur antes de pasar por el frente de la casa de Gobierno.
Vecinos de casas aledañas al recorrido acompañaron a los estudiantes con cacerolazos y tirándoles agua para refrescarles, en un día primaveral en Santiago.
El tono pacífico cambió casi al final, cuando encapuchados se enfrentaron con piedras y palos con agentes policiales sobre el céntrico Paseo Bulnes, a escasos metros de la casa de Gobierno.
Antes, encapuchados arremetieron contra semáforos y señales de tránsito.
El Gobierno llamó a los estudiantes a "reflexionar" y acabar con las marchas.
"Los resultados de hoy deben llamar a reflexión al país entero, y especialmente a los dirigentes estudiantiles y al colegio de profesores (sobre) hasta qué punto las marchas están siendo dañinas para nuestra convivencia social", dijo el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter.
"Cuando uno convoca a una marcha tiene que hacerse responsable de que va a ser pacífica", agregó el ministro.
Agentes de fuerzas especiales dispersaron a los manifestantes con chorros de agua y gases lacrimógenos. En medio de las revueltas se registró el incendio de un automóvil y el apedreo de edificios, constató la AFP.
Los incidentes se extendieron por varios minutos y contrastaron con el carácter pacífico que tuvo en su mayoría la manifestación.
La policía no informaba aún sobre el número de detenidos ni de lesionados que habían dejado los disturbios.
Más temprano, varios puntos de Santiago fueron bloqueados por medio de barricadas montadas con neumáticos encendidos, que provocaron atascos.
La manifestación de este martes fue autorizada por el gobierno y su trazado consensuado con los estudiantes, a diferencia del jueves pasado, cuando la Policía impidió a los manifestantes marchar y arrestó a más de 800 personas.
Con este gesto, los estudiantes mostraron flexibilidad, mientras que el gobierno su apertura a retomar el diálogo, tras inconstantes encuentros con los jóvenes.
Las convocatorias estudiantiles han sido las más masivas desde el retorno a la democracia en Chile en 1990, luego de los 17 años de dictadura de Augusto Pinochet, cuyo régimen redujo a menos de la mitad el aporte público a la educación y promovió su privatización.
En respuesta el gobierno propuso primero, un Gran Acuerdo Nacional de Educación (Gane) y luego un programa de 21 puntos, calificados ambos de "insuficientes" por los estudiantes, que exigen educación universitaria gratuita para quienes no puedan pagarla, que el Estado se responsabilice de la calidad y que las universidades privadas no tengan ganancias.
Por la noche está previsto un nuevo "cacerolazo" en apoyo a las demandas estudiantiles, una protesta típica de época de la dictadura de Pinochet que se reedita dos décadas después del fin de su régimen.
Otras ciudades como Valparaíso y Concepción se unieron a la protesta.
Vestidos con sus uniformes, portando pancartas en las que señalaron que "la educación se está muriendo de hambre", disfrazados y otros bailando, los manifestantes caminaron varios kilómetros por la céntrica avenida Alameda y calles aledañas para desembocar en la Plaza Almagro.
"Yo marcho porque tengo dos hijos y no me alcanza, ellos van a terminar endeudados por muchos años y yo no quiero eso para ellos. Le pido al presidente que se ponga la mano al corazón y entienda a la gente que ya no puede pagar los créditos", dijo a la AFP Graciela Hernández, una de las manifestantes.
Los estudiantes calificaron la marcha como todo un "éxito" y emplazaron al Gobierno a dar una respuesta clara a sus demandas.
"Con esta demostración de apoyo y solidaridad, es necesario que el Gobierno dé una respuesta clara a nuestras demandas", dijo la líder estudiantil, Camila Vallejo, que planteó convocar a un plebiscito para resolver el futuro de la educación chilena, una posibilidad que no es posible en la actual legislación.
La marcha se inició en las afueras de la Universidad de Santiago (en el oeste de la ciudad) y avanzó por la avenida Alameda, pero se desvió hacia el sur antes de pasar por el frente de la casa de Gobierno.
Vecinos de casas aledañas al recorrido acompañaron a los estudiantes con cacerolazos y tirándoles agua para refrescarles, en un día primaveral en Santiago.
El tono pacífico cambió casi al final, cuando encapuchados se enfrentaron con piedras y palos con agentes policiales sobre el céntrico Paseo Bulnes, a escasos metros de la casa de Gobierno.
Antes, encapuchados arremetieron contra semáforos y señales de tránsito.
El Gobierno llamó a los estudiantes a "reflexionar" y acabar con las marchas.
"Los resultados de hoy deben llamar a reflexión al país entero, y especialmente a los dirigentes estudiantiles y al colegio de profesores (sobre) hasta qué punto las marchas están siendo dañinas para nuestra convivencia social", dijo el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter.
"Cuando uno convoca a una marcha tiene que hacerse responsable de que va a ser pacífica", agregó el ministro.
Agentes de fuerzas especiales dispersaron a los manifestantes con chorros de agua y gases lacrimógenos. En medio de las revueltas se registró el incendio de un automóvil y el apedreo de edificios, constató la AFP.
Los incidentes se extendieron por varios minutos y contrastaron con el carácter pacífico que tuvo en su mayoría la manifestación.
La policía no informaba aún sobre el número de detenidos ni de lesionados que habían dejado los disturbios.
Más temprano, varios puntos de Santiago fueron bloqueados por medio de barricadas montadas con neumáticos encendidos, que provocaron atascos.
La manifestación de este martes fue autorizada por el gobierno y su trazado consensuado con los estudiantes, a diferencia del jueves pasado, cuando la Policía impidió a los manifestantes marchar y arrestó a más de 800 personas.
Con este gesto, los estudiantes mostraron flexibilidad, mientras que el gobierno su apertura a retomar el diálogo, tras inconstantes encuentros con los jóvenes.
Las convocatorias estudiantiles han sido las más masivas desde el retorno a la democracia en Chile en 1990, luego de los 17 años de dictadura de Augusto Pinochet, cuyo régimen redujo a menos de la mitad el aporte público a la educación y promovió su privatización.
En respuesta el gobierno propuso primero, un Gran Acuerdo Nacional de Educación (Gane) y luego un programa de 21 puntos, calificados ambos de "insuficientes" por los estudiantes, que exigen educación universitaria gratuita para quienes no puedan pagarla, que el Estado se responsabilice de la calidad y que las universidades privadas no tengan ganancias.
Por la noche está previsto un nuevo "cacerolazo" en apoyo a las demandas estudiantiles, una protesta típica de época de la dictadura de Pinochet que se reedita dos décadas después del fin de su régimen.