Las relaciones entre las dos márgenes del estrecho de Taiwán se han venido tensando desde que la presidenta Tsai Ing-wen fuera electa en enero por una aplastante mayoría. La mandataria asumió en mayo, poniendo fin a ocho años de gobiernos del Kuomintang (KMT), que mantuvieron una política de acercamiento con el continente.
China continental, gobernada por el Partido Comunista (PCC) mantenía comunicaciones oficiales y habituales con Taiwán desde 2014, pero ahora ese "mecanismo de comunicación bilateral se ha suspendido", dijo en su web An Fengshan, portavoz de la Oficina china de Asuntos de Taiwán.
Taiwán, cuyo nombre oficial es República de China, vive separado de hecho de la autoridad de Pekín desde el fin de la guerra civil en 1949, pero nunca declaró de manera oficial la independencia.
Pekín, reconocido por la comunidad internacional (exceptuando una veintena de países) sigue considerando a la isla como parte de su territorio, a la espera de la reunificación.
El gobierno chino recibió con mucha desconfianza la victoria de Tsai, del Partido Democrático Progresista (PDP), con posiciones tradicionalmente independentistas, y le advirtió contra cualquier intento de separación.
China indicó que la medida obedecía al hecho de que la nueva mandataria no hubiese reconocido el "consenso de 1992", un acuerdo tácito entre funcionarios chinos y el KMT que dice que solo hay "una China", pero que permite a cada parte su propia interpretación.
El predecesor de Tsai, Ma Ying-jeou, reconoció el consenso y supervisó un deshielo sin precedente en las relaciones desde 2008 hasta que dejó el cargo en mayo.
Tsai dijo que quiere mantener relaciones pacíficas con China, pero no mencionó en ningún momento el consenso ni el concepto de "una sola China".
China continental, gobernada por el Partido Comunista (PCC) mantenía comunicaciones oficiales y habituales con Taiwán desde 2014, pero ahora ese "mecanismo de comunicación bilateral se ha suspendido", dijo en su web An Fengshan, portavoz de la Oficina china de Asuntos de Taiwán.
Taiwán, cuyo nombre oficial es República de China, vive separado de hecho de la autoridad de Pekín desde el fin de la guerra civil en 1949, pero nunca declaró de manera oficial la independencia.
Pekín, reconocido por la comunidad internacional (exceptuando una veintena de países) sigue considerando a la isla como parte de su territorio, a la espera de la reunificación.
El gobierno chino recibió con mucha desconfianza la victoria de Tsai, del Partido Democrático Progresista (PDP), con posiciones tradicionalmente independentistas, y le advirtió contra cualquier intento de separación.
China indicó que la medida obedecía al hecho de que la nueva mandataria no hubiese reconocido el "consenso de 1992", un acuerdo tácito entre funcionarios chinos y el KMT que dice que solo hay "una China", pero que permite a cada parte su propia interpretación.
El predecesor de Tsai, Ma Ying-jeou, reconoció el consenso y supervisó un deshielo sin precedente en las relaciones desde 2008 hasta que dejó el cargo en mayo.
Tsai dijo que quiere mantener relaciones pacíficas con China, pero no mencionó en ningún momento el consenso ni el concepto de "una sola China".