Miles de personas acudieron a las afueras de la capital para la tradicional "Conferencia de Acción Política Conservadora", en la que algunos oradores tratarán de trazar una nueva estrategia para recuperar la Casa Blanca: un Partido Republicano que vuelva a ser constructivo y no solo una fuerza de obstrucción.
"Hay que empezar a hablar de lo que queremos y no de a que nos oponemos", lanzó el gobernador de Nueva Jersey, Chris Chistie, en medio de un fuerte aplauso: "Por una buena y simple razón: nuestras ideas son mejores que las de los demás".
El gobernador Christie, de 50 años, dista mucho de ser un héroe para el ala ultraconservadora del Tea Party. Después del huracán Sandy, que arrasó Nueva Jersey, se fotografió con el presidente Obama y además, tiene una reputación de moderado.
Pero también redujo a 6.000 el número de funcionarios en su estado y terminó con la práctica del empleo de por vida de los profesores.
"No podremos gobernar si no ganamos", dijo s los asistentes a la conferencia, antes de defender la liberalización de la economía y la lucha contra los sindicatos.
Uno de sus rivales potenciales a la investidura republicana para la presidencial de 2016, el senador Ted Cruz, de 43 años, trató también de delinear los contornos de un programa político en los sectores de la energía y la educación. Cruz, favorito del Tea Party por su intransigencia contra la reforma del sistema de salud de Barack Obama, recomendó a los militantes "mantenerse firmes en los principios, inspirando a la gente diciéndoles que un futuro mejor es posible.
- Actuar como Reagan -
Para ganar las elecciones hay que dejar de buscar a los "heréticos" y unificar al partido en torno a una plataforma conservadora, defendió Mike Lee, otro senador muy popular entre los miembros del Tea Party. "Ya es hora de que el Partido Republicano deje de hablar como Ronald Reagan y empiece a actuar como él".
Pero la unidad de la derecha estadounidense no es más que un deseo por el momento. De hecho la conferencia conservadora recibe con desconfianza a los legisladores republicanos calificados de "apparatchiks" como Mitch McConnell, uno de los políticos más poderosos del país en tanto que jefe de los republicanos en el Senado.
Su llegada al escenario empuñando un fusil fue recibida con una ovación, pero su discurso recibió escasos aplausos de circunstancia; para el Tea Party, McConnell encarna el "establishment" de Washington, corrupto y alejado del pueblo. En las primarias de Kentucky el senador se enfrenta a un candidato especialmente agresivo del Tea Party.
"Necesitamos sangre nueva", explica Hal Doiron, de 72 años, procedente de los suburbios de Houston, Texas. "Para ganar, el Partido Republicano necesita candidatos que sean aceptables para el Tea Party. Pero como el Tea Party hace campaña activamente contra ciertos republicanos del "establishment", eso los pone muy nerviosos".
Pero la corriente ultraconservadora, que acaba de cumplir cinco años, ha sufrido varios reveses políticos frente los republicanos "moderados", que consideran suicida su inflexibilidad ante temas como el presupuesto, la deuda y las subvenciones agrícolas.
Los partidarios del movimiento de rechazo al Estado y a los impuestos no piensan tirar la toalla: "¡El "establishment" del partido puede seguirnos, unirse a nosotros o irse!", exclamó desafiante el senador Mike Lee durante la conferencia.