
Manifestantes atacan la embajada británica en Teherán, Irán.
"Hemos cerrado ahora nuestra embajada en Teherán", declaró el canciller británico William Hague ante los diputados reunidos en Londres. El ministro agregó que los manifestantes que saquearon la embajada no hubieran podido hacerlo "sin algún grado de consentimiento" del régimen iraní.
"Hemos decidido evacuar todo nuestro personal", agregó, precisando que "los últimos miembros (de la embajada) han partido ya de Irán".
La operación de evacuación se llevó a cabo con la colaboración de la cancillería iraní y de varias embajadas europeas, entre ellas la de Francia, donde los diplomáticos británicos pasaron la noche tras ser evacuados el martes por la noche de los locales de la representación británica, ocupados y saqueados por manifestantes.
El gobierno británico exigió además "el cierre inmediato de la embajada de Irán en Londres" y la partida de los "miembros del personal diplomático iraní" antes del viernes, agregó Hague, entre los aplausos de los diputados.
El cierre de ambas embajadas "reduce nuestras relaciones con Irán al nivel más bajo compatible con el mantenimiento de relaciones diplomáticas", dijo.
Después de esta reacción Teherán calificó como "precipitada" la decisión de Gran Bretaña y amenazó con tomar "medidas recíprocas".
"Lo sucedido en la embajada británica en Teherán era imprevisible y se produjo a causa de la ira de algunos manifestantes frente a la actitud británica respecto a la República Islámica", dijo el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Ramin Mehmanparast.
Los manifestantes que atacaron el martes la embajada británica en Teherán gozaron en un primer momento de la pasividad de la policía, de la que numerosos efectivos se concentraban delante de la embajada, mientras que la acción era transmitida en directo por la televisión iraní.
Los manifestantes reclamaban el cierre de la misión británica, en represalia por las sanciones adoptadas la semana pasada por Gran Bretaña, en concertación con Estados Unidos y Canadá, para tratar de obligar a Irán a renunciar a su programa nuclear, que las potencias occidentales acusan de tener objetivos militares.
Gran Bretaña decidió entonces romper todas las relaciones entre el sector financiero británico y los bancos de Irán, tras la publicación de un informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) según el cual Irán trata de dotarse del arma nuclear pese a sus reiterados desmentidos.
El saqueo de la embajada, ocurrido al día siguiente de la votación por el Parlamento iraní de una ley que prevé la expulsión del embajador británico en Teherán, aumentó la tensión, ya fuerte, entre Irán y las potencias occidentales.
Varias capitales europeas tomaron el miércoles medidas de retorsión contra la República Islámica. París, Berlín y Amsterdam llamaron a "consultas" a sus respectivos embajadores en Teherán y Oslo "cerró" provisoriamente su embajada en Irán.
El jueves, los ministros europeos de Relaciones Exteriores podrían adoptar nuevas sanciones contra Irán, inscribiendo en particular a otras 143 empresas y organizaciones iraníes en la lista de entidades con los haberes congelados, según fuentes diplomáticas.
El ministerio iraní de Relaciones Exteriores declaró que "lamenta el comportamiento inaceptable de un pequeño número de manifestantes" y prometió que el ataque tendría "consecuencias judiciales".
El vicejefe de la policía iraní, general Ahmad Reza Radan, confirmó el miércoles que un número no precisado de agresores fueron detenidos o identificados.
Pero la línea dura del régimen iraní, seguidora del Guía de la República Islámica, ayatolá Alí Jamenei, justificó, por el contrario, la acción de los manifestantes. "La cólera de los estudiantes se debe a varios decenios de política dominadora de Gran Bretaña en Irán", afirmó el miércoles el presidente del Parlamento, Alí Larijani.
Como medida de precaución, los colegios francés, alemán e inglés de Teherán, cerraron hasta nueva orden.
"Hemos decidido evacuar todo nuestro personal", agregó, precisando que "los últimos miembros (de la embajada) han partido ya de Irán".
La operación de evacuación se llevó a cabo con la colaboración de la cancillería iraní y de varias embajadas europeas, entre ellas la de Francia, donde los diplomáticos británicos pasaron la noche tras ser evacuados el martes por la noche de los locales de la representación británica, ocupados y saqueados por manifestantes.
El gobierno británico exigió además "el cierre inmediato de la embajada de Irán en Londres" y la partida de los "miembros del personal diplomático iraní" antes del viernes, agregó Hague, entre los aplausos de los diputados.
El cierre de ambas embajadas "reduce nuestras relaciones con Irán al nivel más bajo compatible con el mantenimiento de relaciones diplomáticas", dijo.
Después de esta reacción Teherán calificó como "precipitada" la decisión de Gran Bretaña y amenazó con tomar "medidas recíprocas".
"Lo sucedido en la embajada británica en Teherán era imprevisible y se produjo a causa de la ira de algunos manifestantes frente a la actitud británica respecto a la República Islámica", dijo el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Ramin Mehmanparast.
Los manifestantes que atacaron el martes la embajada británica en Teherán gozaron en un primer momento de la pasividad de la policía, de la que numerosos efectivos se concentraban delante de la embajada, mientras que la acción era transmitida en directo por la televisión iraní.
Los manifestantes reclamaban el cierre de la misión británica, en represalia por las sanciones adoptadas la semana pasada por Gran Bretaña, en concertación con Estados Unidos y Canadá, para tratar de obligar a Irán a renunciar a su programa nuclear, que las potencias occidentales acusan de tener objetivos militares.
Gran Bretaña decidió entonces romper todas las relaciones entre el sector financiero británico y los bancos de Irán, tras la publicación de un informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) según el cual Irán trata de dotarse del arma nuclear pese a sus reiterados desmentidos.
El saqueo de la embajada, ocurrido al día siguiente de la votación por el Parlamento iraní de una ley que prevé la expulsión del embajador británico en Teherán, aumentó la tensión, ya fuerte, entre Irán y las potencias occidentales.
Varias capitales europeas tomaron el miércoles medidas de retorsión contra la República Islámica. París, Berlín y Amsterdam llamaron a "consultas" a sus respectivos embajadores en Teherán y Oslo "cerró" provisoriamente su embajada en Irán.
El jueves, los ministros europeos de Relaciones Exteriores podrían adoptar nuevas sanciones contra Irán, inscribiendo en particular a otras 143 empresas y organizaciones iraníes en la lista de entidades con los haberes congelados, según fuentes diplomáticas.
El ministerio iraní de Relaciones Exteriores declaró que "lamenta el comportamiento inaceptable de un pequeño número de manifestantes" y prometió que el ataque tendría "consecuencias judiciales".
El vicejefe de la policía iraní, general Ahmad Reza Radan, confirmó el miércoles que un número no precisado de agresores fueron detenidos o identificados.
Pero la línea dura del régimen iraní, seguidora del Guía de la República Islámica, ayatolá Alí Jamenei, justificó, por el contrario, la acción de los manifestantes. "La cólera de los estudiantes se debe a varios decenios de política dominadora de Gran Bretaña en Irán", afirmó el miércoles el presidente del Parlamento, Alí Larijani.
Como medida de precaución, los colegios francés, alemán e inglés de Teherán, cerraron hasta nueva orden.