De Manuel a Mohamed: indígenas de Chiapas abrazan el Islam en México


SAN CRISTOBAL DE LAS CASAS. - "De cristiano era Manuel Gómez, ahora soy Mohamed Chechev", dice un indígena de 65 años, nacido católico, pero que ha sido protestante y que en 1995 abrazó el Islam como otros cientos de habitantes de una comunidad de Chiapas, en el sureste de México.



Tzotziles musulmanes mexicanos, rezando.
Tzotziles musulmanes mexicanos, rezando.
"Soy musulmán, conozco la verdad, rezo cinco veces al día, hago el Ramadán (mes del ayuno), llegué a La Meca", resume, en un español rudimentario, este indígena tzotzil que ocupa con 19 familiares una humilde vivienda de Nueva Esperanza, en las afueras de San Cristóbal.
La entrada de su casa es una tienda donde vende verduras que cultiva. Cerca están las calles Belén y Damasco, más adelante el barrio Palestina, todas referencias bíblicas que testimonian la religiosidad protestante de la mayoría de sus habitantes, en medio de los cuales viven unos 300 indígenas convertidos al Islam.
A unos pasos, en una amplia construcción de tres pisos, hay una escuela islámica o madraza, que incluye talleres y un centro de oración, del movimiento Murabitún, una rama sufí del Islam surgida en España, que condena el terrorismo, mira con escepticismo el sistema democrático y busca crear comunidades autosuficientes regidas por el Islam alrededor del mundo.
Un grupo de estos españoles encabezado por Aureliano Pérez, conocido como el emir Nafia, llegó a Chiapas en 1993 donde introdujo esa fe entre los indígenas, comenta a la AFP el antropólogo Gaspar Morquecho.
Pero desde 2009, Chechev y otras familias se apartaron, pues no comparten que los españoles busquen "reunir dinero" en el exterior, exhibiendo imágenes de los musulmanes indígenas.
"Nací católico, de Chamula. Tenía unos 15 años cuando me hice evangélico. Nos expulsaron y me vine aca", recuerda Mohamed en el patio de su casa, donde su esposa Noora (Juana) y su nuera Sharifa (Pascuala) barren y lavan la ropa, vestidas con largas faldas y el cabello tapado con velo.
Tras hacerse adventista finalmente se convirtió al Islam. Pero esos cambios han dejado huella en su familia.
Su esposa Noora es hija de un líder tzotzil que, por convertirse al protestantismo, fue expulsado en 1961 del vecino poblado de San Juan Chamula, una localidad a unos 10 km de San Cristóbal, caracterizada por su férreo catolicisimo y su simpatía por el otrora hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI).
"En Chamula es delito no ser católico y no ser del PRI. También se enojaron porque los protestantes dejaron de beber alcohol, negocio de los caciques", comenta Susana Hernández, otra habitante de Nueva Esperanza.
"En la otra religión (protestante) no trago (alcohol), no cigarro y gente de pueblo se enojó. En 1981 mataron y torturaron a mi suegro Miguel, fueron los mismos chamulas (católicos) que no quieren otra religion", señala Chavev.
Chiapas se hizo conocido mundialmente en 1994 por la insurrección de la guerrilla zapatista. En esa época los musulmanes "buscaron a los zapatistas, pero (el subcomandante) Marcos no los quiso recibir", explica Morquecho.
Los españoles en cambio sí entusiasmaron a algunos indígenas. "Quizá porque las religiones tradicionales no dieron respuesta a las necesidades de la vida cotidiana", añade el antropólogo.
A Chevchev aprender oraciones en árabe le tomó un par de meses, pese a que su lengua materna es el tzotzil y no sabe leer ni escribir en español.
"Nuestro mensajero Mohamed no sabía leer ni escribir. Yo que no sé leer ya puedo recitar el sagrado Corán, el milagro es que uno puede entrar al Islam, Ala es misericordioso, todo nos enseña y nos da todo lo que es de él", añade.
A cada tanto repite: "Mohamed salam Allahu aleihim wa salam", algo así como "Paz y bendiciones de Dios para Mahoma". Conoce los "hadiths" (proverbios del profeta) y asegura que cumple los cinco pilares del Islam: profesión de fe, oración, ayuno en el Ramadán, diezmo y viaje a La Meca, que hizo en 1998.
"Es diferente allá, aquí hay río, monte. Era como un sueño, todos vestidos de blanco. Había negros, blancos, morenos pero no importaba, éramos iguales", narra. Algunos familiares, incluida su esposa, también han peregrinado.
Noora sonríe cuando se menciona a La Meca. "Cuando fui me sentí orgullosa del Islam, de ser musulmana".
"Le pedimos a Alá una Mezquita. 'Inshallah' (si Dios quiere) que llegue". Su hijo Ibrahim (Anastacio), viajó a España, y ella espera verlo como imán.
En San Cristóbal, de 180.000 habitantes, la presencia de los indígenas musulmanes no genera rencillas. "Han podido transitar sin ser perturbados porque no han representado una amenaza ni política ni económica para este poblado, que sigue siendo colonialista y racista", resume con ironia el antropólogo Morquecho.
 
Martes, 25 de Octubre 2011
AFP (Agencia France-Presse)
           


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