Las autoridades esperaban la participación de unas 500.000 personas, aunque la concurrencia fue inferior a ese número, según estimaciones de periodistas.
El desfile, convocado bajo el lema de "Día de la Familia", se llevó a cabo en el céntrico "Circo Máximo", el antiguo estadio romano situado en el corazón de la Ciudad Eterna.
"¡Sin límites, nuestra sociedad va a enloquecer!", proclamó Massimo Gondolfini, uno de los organizadores.
En una gran bandera roja se podía leer: "Renzi nos acordaremos", en alusión al primer ministro de izquierdas Matteo Renzi.
Los defensores del proyecto de ley, que deberá ser examinado a partir del martes por el Senado, organizaron el sábado pasado manifestaciones en 90 plazas de Italia en la que pidieron a los italianos que "se despierten" ante los cambios de la sociedad.
Italia es el último de los principales países de Europa Occidental que no reconoce legalmente un estatuto a las parejas homosexuales.
El texto, fruto de una mediación parlamentaria, establece que un funcionario registrará la unión civil entre personas del mismo sexo, que se prometen fidelidad y una recíproca asistencia moral y material.
La Iglesia Católica italiana se pronunció el viernes contra el proyecto y recordó que la familia se define por la unión entre un hombre y una mujer, pero se abstuvo de llamar explícitamente a protestar el sábado.
Incluso dentro de la mayoría de gobierno de centro-izquierda el tema provoca divisiones. Militantes católicos del partido de gobierno anunciaron que van a batallar contra lo que consideran la legalización del "matrimonio" homosexual.
"Están generando voluntariamente huérfanos de padre o madre, eso es humanamente inaceptable", lamentó el viernes en Roma la francesa Ludovine de La Rochère, presidenta de la organización 'Manif' pour tous' (Manifestación para todos), que convocó a principios de 2013 protestas masivas en Francia contra la legalización del matrimonio homosexual.
Los aliados de centro-derecha y los católicos amenazan con convocar un referéndum para derogar la ley si se admiten los puntos más polémicos, entre ellos la posibilidad de que una pareja de gays o lesbianas pueda adoptar hijos, en particular el del cónyuge.
Encuestas recientes indican que la mayoría de los italianos están a favor de reglamentar las uniones civiles, pero se oponen a que accedan a la adopción.
Los partidos de izquierda radical y el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo, tercera fuerza política, amenazan con retirar el apoyo si no pasa el artículo que ofrece la posibilidad de adoptar el hijo del compañero.
En 2007, una manifestación a favor de la familia tradicional llevó al gobierno de Romano Prodi (centro-izquierda) a renunciar a un proyecto menos ambicioso de unión civil.
Este año, las asociaciones de defensa de los homosexuales y parte de los parlamentarios aseguran que no es posible retroceder y recuerdan que el mismo Tribunal Europeo de Derechos Humanos exige a Italia que actualice su legislación.
El primer ministro Matteo Renzi, un católico practicante que se opuso al proyecto del 2007, dio "libertad de conciencia" a sus parlamentarios, si bien la votación será secreta.
Un método que irrita a numerosos electores, que piden en las redes sociales a sus representantes que "muestren la cara".
El desfile, convocado bajo el lema de "Día de la Familia", se llevó a cabo en el céntrico "Circo Máximo", el antiguo estadio romano situado en el corazón de la Ciudad Eterna.
"¡Sin límites, nuestra sociedad va a enloquecer!", proclamó Massimo Gondolfini, uno de los organizadores.
En una gran bandera roja se podía leer: "Renzi nos acordaremos", en alusión al primer ministro de izquierdas Matteo Renzi.
Los defensores del proyecto de ley, que deberá ser examinado a partir del martes por el Senado, organizaron el sábado pasado manifestaciones en 90 plazas de Italia en la que pidieron a los italianos que "se despierten" ante los cambios de la sociedad.
Italia es el último de los principales países de Europa Occidental que no reconoce legalmente un estatuto a las parejas homosexuales.
- Un padre y una madre -
El texto, fruto de una mediación parlamentaria, establece que un funcionario registrará la unión civil entre personas del mismo sexo, que se prometen fidelidad y una recíproca asistencia moral y material.
La Iglesia Católica italiana se pronunció el viernes contra el proyecto y recordó que la familia se define por la unión entre un hombre y una mujer, pero se abstuvo de llamar explícitamente a protestar el sábado.
Incluso dentro de la mayoría de gobierno de centro-izquierda el tema provoca divisiones. Militantes católicos del partido de gobierno anunciaron que van a batallar contra lo que consideran la legalización del "matrimonio" homosexual.
"Están generando voluntariamente huérfanos de padre o madre, eso es humanamente inaceptable", lamentó el viernes en Roma la francesa Ludovine de La Rochère, presidenta de la organización 'Manif' pour tous' (Manifestación para todos), que convocó a principios de 2013 protestas masivas en Francia contra la legalización del matrimonio homosexual.
Los aliados de centro-derecha y los católicos amenazan con convocar un referéndum para derogar la ley si se admiten los puntos más polémicos, entre ellos la posibilidad de que una pareja de gays o lesbianas pueda adoptar hijos, en particular el del cónyuge.
Encuestas recientes indican que la mayoría de los italianos están a favor de reglamentar las uniones civiles, pero se oponen a que accedan a la adopción.
Los partidos de izquierda radical y el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo, tercera fuerza política, amenazan con retirar el apoyo si no pasa el artículo que ofrece la posibilidad de adoptar el hijo del compañero.
En 2007, una manifestación a favor de la familia tradicional llevó al gobierno de Romano Prodi (centro-izquierda) a renunciar a un proyecto menos ambicioso de unión civil.
Este año, las asociaciones de defensa de los homosexuales y parte de los parlamentarios aseguran que no es posible retroceder y recuerdan que el mismo Tribunal Europeo de Derechos Humanos exige a Italia que actualice su legislación.
El primer ministro Matteo Renzi, un católico practicante que se opuso al proyecto del 2007, dio "libertad de conciencia" a sus parlamentarios, si bien la votación será secreta.
Un método que irrita a numerosos electores, que piden en las redes sociales a sus representantes que "muestren la cara".