Cuatro personas murieron y otras ocho resultaron heridas cuando un obús estalló cerca de un colegio situado en el distrito de Kievski, a 4 km del aeropuerto, escenario de combates intensos en los últimos días.
Cuando cayó el obús, más de 200 personas se encontraban en el recinto del centro escolar, entre ellas 70 niños con motivo de la vuelta al colegio, que en esta región tiene lugar un mes después que en el resto del país.
El ayuntamiento aseguró que los niños bajaron a un sótano y se encuentran ilesos.
Otras seis personas perdieron la vida en un autobús alcanzado por un cohete, precisó la administración en un comunicado.
Es el mayor balance de víctimas civiles desde la entrada en vigor, el 5 de septiembre, de un alto el fuego concluido entre Kiev y los insurgentes, con la participación de Rusia y de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) tras meses de combates.
En el hospital de la ciudad, el conductor del autobús explicó a la AFP que unos 15 pasajeros viajaban en el vehículo cuando tuvo lugar la explosión, al tiempo que unas tres o cuatro personas más esperaban en la parada.
"Estaba llegando a la parada (...), iba a abrir las puertas para que los pasajeros subieran y bajaran. Hubo una explosión, nadie entendió lo que pasaba. Fue en la parte de atrás del autobús. Yo quedé herido en una pierna, alguien me sacó de allí", contó Mijail Drobotun, de 48 años.
"Esa parada queda en un lugar en el que suelen caer cohetes", puntualizó.
Vika Steigalo, una pasajera de 33 años, que se quebró ambas piernas, acusó al ejército ucraniano de lo ocurrido.
"Estaba en el autobús con mis hijos. No entendí lo que pasó. Algo explotó y luego yo estaba afuera. Vi chispas.. humo... y luego estaba en la calle", agregó.
"Estaba con una amiga que murió en el acto. Tenía una hija de un año y siete meses. ¿Cómo va a hacer para vivir ahora? La gente que hace eso no es humana, es inhumana", dijo y se puso a llorar.
"Había tanta gente, tanta sangre", prosiguió Steigalo, acusando al presidente ucraniano Petro Poroshenko.
Por su parte, el gobierno regional de Donetsk favorable a Poroshenko, que ahora tiene su sede en la ciudad de Mariupol, controlada por el gobierno de Kiev, acusó a los insurgentes prorrusos de haber atacado la escuela.
En este contexto, observadores de ambas partes y de la OSCE tenían previsto desplegarse este miércoles a lo largo de la línea de demarcación entre las fuerzas de Kiev y los rebeldes, con el fin de vigilar el cumplimiento del alto el fuego.
Los prorrusos controlan una zona de unos 230 kilómetros por 160, que representa 3% del territorio ucraniano y 9% de su población.
La canciller alemana, Angela Merkel, insistió el miércoles en una conversación telefónica con el presidente Vladimir Putin en la "responsabilidad de Rusia para ejercer una influencia moderadora con los separatistas prorrusos", según un comunicado del portavoz gubernamental alemán.
El alto el fuego "debe ser totalmente respetado por fin", añade el comunicado, y precisa que ambos dirigentes "comparten" la misma "inquietud" sobre la persistencia de las violencias.
La OTAN afirmó el martes que centenares de soldados rusos, incluidos miembros de las fuerzas especiales, continúan desplegados en el este de Ucrania.
No obstante, "desde que comenzó la tregua (a principios de septiembre) se registró una retirada significativa de las fuerzas convencionales rusas de Ucrania", agregó la OTAN.