Está previsto que el asunto sea uno de los ejes centrales de la cumbre del G20 que se inicia el sábado en Toronto, pero los líderes de los países más ricos no pudieron evitar referirse a ello antes de comenzar la reunión del G8, en la que no está previsto que aborden los espinosos temas económicos.
De hecho, éste fue uno de los asuntos al que se refirió el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, cuando recibió a su par británico, David Cameron, a las puertas del lujoso complejo hotelero en los lagos de Muskoka, donde se celebra el G8. En la víspera de la reunión del G20, donde se abordarán formalmente las medidas económicas necesarias para consolidar el crecimiento, Harper felicitó a Cameron por el reciente recorte del gasto que ha aprobado en su país.
Harper dijo que las medidas adoptadas por Londres y otros gobiernos europeos, como España o Italia, "subrayan la verdadera consolidación presupuestaria" que Canadá quiere promover en la cumbre del G20 del fin de semana en Toronto. "Apreciamos las decisiones difíciles y responsables que ha tomado a este respecto", dijo Harper, quien tiene previsto pedir a los países más endeudados que se comprometan a reducir a la mitad sus déficit en tres años. Cameron respondió a Harper que la medida "es lo que había que hacer" para afrontar "los desequilibrios que tenemos".
Pero no todos los líderes piensan igual. El presidente estadounidense Barack Obama envió el sábado una carta previa a la cumbre a sus homólogos del G20, en la que advertía del peligro de retirar los estímulos fiscales de manera precipitada, porque podría abortar la recuperación económica. Sin embargo, Harper envió de forma paralela su propia carta urgiendo a los países a fijar sus propios objetivos de reducción del déficit.
En la carta enviada previa a las cumbres, Obama también pidió a los países exportadores, como China, Alemania y Japón, que tomen medidas para lograr que su crecimiento se asiente más en la demanda interna, y menos en la exterior. Estos países, no obstante, no acaban de compartir la opinión de EE.UU., pues no ven la necesidad de ayudar al crecimiento mundial, y también de EE.UU., aumentando sus importaciones, cuando Washington está pidiendo a sus propios ciudadanos que ahorren más, y gasten menos.
"El éxito exportador de Alemania refleja su alta competitividad y la fuerte capacidad innovadora de nuestras compañías. Reducir artificialmente la competitividad de Alemania no es de utilidad para nadie", dijo la canciller alemana, Angela Merkel, en una entrevista publicada recientemente en el Wall Street Journal. Hoy, Merkel volvió a insistir en el tema, al asegurar que tanto su país como la Unión Europea consideran que "ha llegado el momento" de reducir los déficit. "Alemania y la Unión Europea tienen una posición firme (...) hemos recuperado tasas de crecimiento robustas y ha llegado el momento de reducir los déficit", afirmó Merkel.
Por su parte, Obama, reforzado por la nueva reforma financiera que ha aprobado el Congreso de los EE.UU., asiste a ambas reuniones dominadas por las diferencias transatlánticas sobre la austeridad fiscal. Fue precisamente Obama quien inició la polémica, al expresar su temor, en una carta dirigida a sus homólogos del G20 el sábado pasado, a que la aún frágil economía mundial vuelva a entrar en recesión si se retiran de súbito las medidas de estímulo.
El equipo económico de la Casa Blanca sostiene que si el gasto público se contrae de forma brusca, la demanda podría caer, lo que a su vez minaría el crecimiento y podría provocar otra recesión. Los expertos han bautizado ese hipotético escenario como el "momento Hoover" en referencia al prematuro endurecimiento fiscal durante la presidencia de Herbert Hoover en los años 30, al que se responsabiliza de que la Gran Depresión durase más de lo previsto.
Más allá de ese debate, otro de los asuntos contenciosos en la agenda del G20 es la propuesta para imponer un impuesto global a la banca que se destinaría, entre otras cosas, a financiar futuros rescates bancarios.
El G8 se inicia con vistas al G20
La cumbre se celebra en un complejo vacacional en la región de Muskoka, un idílico paraje salpicado por lagos y pequeñas cabañas, y situado a unos 200 kilómetros al norte de la ciudad de Toronto, a donde los mandatarios se trasladarán mañana para la cumbre del G20.
Además de los ocho países más ricos (Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido, Canadá y Rusia), Harper ha invitado a esta cumbre a los mandatarios de un grupo de países con voz propia en materia de seguridad, entre ellos el presidente colombiano Álvaro Uribe, que hablará del combate al narcotráfico.
A primera hora de la tarde, Harper salió a la puerta del complejo hotelero Deerhurst, a la orilla de un lago y entre bosques frondosos, para recibir, bajo la atenta mirada de los fotógrafos, al británico David Cameron, al francés Nicolas Sarkozy, a la alemana Angela Merkel, al italiano Silvio Berlusconi, al japonés Naoto Kan, al estadounidense Barack Obama y al ruso Dmitri Medvedev. A ellos se unió el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Barroso, y el del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
Uno a uno fueron entrando al complejo residencial, donde iniciaron un almuerzo de trabajo y donde tienen previsto realizar hoy la tradicional "foto de familia". En la cumbre de dos días que hoy comienza, el G8 va a concentrarse en uno de los temas de desarrollo que más preocupa a las Naciones Unidas, la falta de atención médica para las mujeres que dan a luz en los países en desarrollo, que provoca al año la muerte evitable de millones de personas.
El G8 no olvidará los asuntos que afectan a la paz y seguridad mundial, y durante la cumbre abordará los últimos acontecimientos sobre Irán, tras la aprobación de sanciones por el Consejo de Seguridad de la ONU, y sobre las tensiones con Corea del Norte.
En la cumbre, Canadá ha incluido por primera vez en la historia del grupo una sesión en la que participarán tres países del continente americano, Colombia, Haití y Jamaica, para conocer de primera mano los problemas que las organizaciones criminales suponen a los países latinoamericanos y caribeños.
Tras el G8, la cumbre del G20 arrancará oficialmente el sábado con una cena de trabajo en Toronto que irá seguida de la sesión plenaria del domingo. El G20 está integrado por la Unión Europea, el G8 (EE.UU., Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia y Rusia) y Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica y Turquía. Además, el primer ministro canadiense Stephen Harper invitó a los líderes de España, Holanda, Vietnam, Etiopía y Malawi.
De hecho, éste fue uno de los asuntos al que se refirió el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, cuando recibió a su par británico, David Cameron, a las puertas del lujoso complejo hotelero en los lagos de Muskoka, donde se celebra el G8. En la víspera de la reunión del G20, donde se abordarán formalmente las medidas económicas necesarias para consolidar el crecimiento, Harper felicitó a Cameron por el reciente recorte del gasto que ha aprobado en su país.
Harper dijo que las medidas adoptadas por Londres y otros gobiernos europeos, como España o Italia, "subrayan la verdadera consolidación presupuestaria" que Canadá quiere promover en la cumbre del G20 del fin de semana en Toronto. "Apreciamos las decisiones difíciles y responsables que ha tomado a este respecto", dijo Harper, quien tiene previsto pedir a los países más endeudados que se comprometan a reducir a la mitad sus déficit en tres años. Cameron respondió a Harper que la medida "es lo que había que hacer" para afrontar "los desequilibrios que tenemos".
Pero no todos los líderes piensan igual. El presidente estadounidense Barack Obama envió el sábado una carta previa a la cumbre a sus homólogos del G20, en la que advertía del peligro de retirar los estímulos fiscales de manera precipitada, porque podría abortar la recuperación económica. Sin embargo, Harper envió de forma paralela su propia carta urgiendo a los países a fijar sus propios objetivos de reducción del déficit.
En la carta enviada previa a las cumbres, Obama también pidió a los países exportadores, como China, Alemania y Japón, que tomen medidas para lograr que su crecimiento se asiente más en la demanda interna, y menos en la exterior. Estos países, no obstante, no acaban de compartir la opinión de EE.UU., pues no ven la necesidad de ayudar al crecimiento mundial, y también de EE.UU., aumentando sus importaciones, cuando Washington está pidiendo a sus propios ciudadanos que ahorren más, y gasten menos.
"El éxito exportador de Alemania refleja su alta competitividad y la fuerte capacidad innovadora de nuestras compañías. Reducir artificialmente la competitividad de Alemania no es de utilidad para nadie", dijo la canciller alemana, Angela Merkel, en una entrevista publicada recientemente en el Wall Street Journal. Hoy, Merkel volvió a insistir en el tema, al asegurar que tanto su país como la Unión Europea consideran que "ha llegado el momento" de reducir los déficit. "Alemania y la Unión Europea tienen una posición firme (...) hemos recuperado tasas de crecimiento robustas y ha llegado el momento de reducir los déficit", afirmó Merkel.
Por su parte, Obama, reforzado por la nueva reforma financiera que ha aprobado el Congreso de los EE.UU., asiste a ambas reuniones dominadas por las diferencias transatlánticas sobre la austeridad fiscal. Fue precisamente Obama quien inició la polémica, al expresar su temor, en una carta dirigida a sus homólogos del G20 el sábado pasado, a que la aún frágil economía mundial vuelva a entrar en recesión si se retiran de súbito las medidas de estímulo.
El equipo económico de la Casa Blanca sostiene que si el gasto público se contrae de forma brusca, la demanda podría caer, lo que a su vez minaría el crecimiento y podría provocar otra recesión. Los expertos han bautizado ese hipotético escenario como el "momento Hoover" en referencia al prematuro endurecimiento fiscal durante la presidencia de Herbert Hoover en los años 30, al que se responsabiliza de que la Gran Depresión durase más de lo previsto.
Más allá de ese debate, otro de los asuntos contenciosos en la agenda del G20 es la propuesta para imponer un impuesto global a la banca que se destinaría, entre otras cosas, a financiar futuros rescates bancarios.
El G8 se inicia con vistas al G20
La cumbre se celebra en un complejo vacacional en la región de Muskoka, un idílico paraje salpicado por lagos y pequeñas cabañas, y situado a unos 200 kilómetros al norte de la ciudad de Toronto, a donde los mandatarios se trasladarán mañana para la cumbre del G20.
Además de los ocho países más ricos (Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido, Canadá y Rusia), Harper ha invitado a esta cumbre a los mandatarios de un grupo de países con voz propia en materia de seguridad, entre ellos el presidente colombiano Álvaro Uribe, que hablará del combate al narcotráfico.
A primera hora de la tarde, Harper salió a la puerta del complejo hotelero Deerhurst, a la orilla de un lago y entre bosques frondosos, para recibir, bajo la atenta mirada de los fotógrafos, al británico David Cameron, al francés Nicolas Sarkozy, a la alemana Angela Merkel, al italiano Silvio Berlusconi, al japonés Naoto Kan, al estadounidense Barack Obama y al ruso Dmitri Medvedev. A ellos se unió el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Barroso, y el del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
Uno a uno fueron entrando al complejo residencial, donde iniciaron un almuerzo de trabajo y donde tienen previsto realizar hoy la tradicional "foto de familia". En la cumbre de dos días que hoy comienza, el G8 va a concentrarse en uno de los temas de desarrollo que más preocupa a las Naciones Unidas, la falta de atención médica para las mujeres que dan a luz en los países en desarrollo, que provoca al año la muerte evitable de millones de personas.
El G8 no olvidará los asuntos que afectan a la paz y seguridad mundial, y durante la cumbre abordará los últimos acontecimientos sobre Irán, tras la aprobación de sanciones por el Consejo de Seguridad de la ONU, y sobre las tensiones con Corea del Norte.
En la cumbre, Canadá ha incluido por primera vez en la historia del grupo una sesión en la que participarán tres países del continente americano, Colombia, Haití y Jamaica, para conocer de primera mano los problemas que las organizaciones criminales suponen a los países latinoamericanos y caribeños.
Tras el G8, la cumbre del G20 arrancará oficialmente el sábado con una cena de trabajo en Toronto que irá seguida de la sesión plenaria del domingo. El G20 está integrado por la Unión Europea, el G8 (EE.UU., Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia y Rusia) y Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica y Turquía. Además, el primer ministro canadiense Stephen Harper invitó a los líderes de España, Holanda, Vietnam, Etiopía y Malawi.