El gas arde, tras la explosión, en la península del Sinaí, que ha provocado la interrupción del suministro de gas a Israel.
El sábado por la mañana, algunos de los manifestantes intentaron impedir que los tanques del ejército dejaran la plaza --convertida en el símbolo de la protesta contra el presidente Mubarak--, por temor a que se produjeran agresiones de grupos afines al régimen.
Al mismo tiempo, mientras opositores y militares limpiaban el lugar, aquellos trataban de convencer a los soldados de que no quitaran los vehículos calcinados del ejército, ya que pueden servir de barricadas de protección contra eventuales ataques del campo pro-Mubarak.
Por otra parte, el sábado por la mañana desconocidos atacaron con explosivos un gasoducto que abastece a Israel, situado a 10 km de la franja de Gaza, en Sheij Zuwayed, en el norte del Sinaí.
El ejército y los servicios de socorro tomaron medidas para impedir que el fuego se propagase. "No tenemos aún detalles acerca de lo ocurrido", dijo un dirigente local.
Egipto suministra a Israel aproximadamente el 40% de su gas natural. En diciembre, cuatro firmas israelíes firmaron un contrato de 20 años por un monto de 10.000 millones de dólares para importar gas de Egipto.
Este ataque se produce después de que Israel expresara sus inquietudes ante las amenazas que pesan sobre el suministro de gas natural desde Egipto, a causa de la situación de insurrección contra Mubarak.
El viernes cientos de miles de personas participaron en una nueva jornada de protestas, bautizada "Día de la Partida", en un intento de forzar la renuncia de Mubarak, que sigue haciendo oídos sordos pese a las creciente presiones internas e internacionales.
En Tahrir, en medio de la noche del viernes se escuchó un nutrido tiroteo, que sembró durante unos minutos el pánico entre los manifestantes. Sin embargo, se trató de tiros de advertencia del ejército que no causaron heridos.
En un gigantesca bandera, los ahí congregados reiteraron sus reivindicaciones: que Mubarak deje el poder, que se disuelva el parlamento y que se instaure un gobierno de transición.
Los opositores, atrincherados desde el 25 de enero en la plaza Tahrir, habían resistido el miércoles a una violenta tentativa de desalojo por parte de los partidarios de Mubarak, en una batalla campal que dejó ocho muertos.
"No me asusta estar aquí con mi hijo", explicó a la AFP Inji, de 34 años, mientras esperaba turno con su hijo Abdalá, de 11 años, para entrar en la plaza. "Quiero enseñarle la democracia. Es hoy o nunca".
Los militares establecieron controles escrupulosos alrededor de la plaza y dejaron pasar a la gente con cuentagotas.
La jornada de protestas del viernes transcurrió sin embargo en relativa calma y los incidentes de días anteriores no se reprodujeron.
El gobierno se había comprometido a no desalojar por la fuerza a los manifestantes y calificó de "falsas" las afirmaciones de que las autoridades están detrás de los ataques a periodistas cometidos en los últimos días.
Un periodista egipcio, Ahmed Mohamed Mahmud, de 36 años, herido de bala durante las manifestaciones, falleció el viernes tras permanecer cuatro días en coma.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York, se trata del primer periodista que pierde la vida desde que comenzó la revuelta popular contra el régimen egipcio.
Por otra parte, el director de la oficina de la cadena de televisión qatarí Al Jazeera en El Cairo y uno de sus periodistas fueron detenidos, un día después del asalto y saqueo de sus locales en la capital egipcia, anunció el sábado esta cadena, principal canal árabe de informaciones.
"Los servicios de seguridad egipcios han detenido al director de la oficina de Al Jazeera en El Cairo, Abdel Fattah Fayed, y al periodista Ahmad Yussef", indicó la cadena en su página internet.
Mubarak, que anunció el martes que no se presentaría a las elecciones de septiembre, se halla bajo fuerte presión externa, pues sus aliados occidentales le exigen acelerar la transición.
Pero el presidente no da el brazo a torcer y advirtió que su salida dejaría paso al "caos".
En fin, el jefe de la Liga Árabe, Amr Musa, que fue ministro de Relaciones Exteriores de Mubarak y ya no disimula su intención de presentarse a las elecciones para sucederle, se acercó el viernes a la plaza "como gesto de apaciguamiento".
Al mismo tiempo, mientras opositores y militares limpiaban el lugar, aquellos trataban de convencer a los soldados de que no quitaran los vehículos calcinados del ejército, ya que pueden servir de barricadas de protección contra eventuales ataques del campo pro-Mubarak.
Por otra parte, el sábado por la mañana desconocidos atacaron con explosivos un gasoducto que abastece a Israel, situado a 10 km de la franja de Gaza, en Sheij Zuwayed, en el norte del Sinaí.
El ejército y los servicios de socorro tomaron medidas para impedir que el fuego se propagase. "No tenemos aún detalles acerca de lo ocurrido", dijo un dirigente local.
Egipto suministra a Israel aproximadamente el 40% de su gas natural. En diciembre, cuatro firmas israelíes firmaron un contrato de 20 años por un monto de 10.000 millones de dólares para importar gas de Egipto.
Este ataque se produce después de que Israel expresara sus inquietudes ante las amenazas que pesan sobre el suministro de gas natural desde Egipto, a causa de la situación de insurrección contra Mubarak.
El viernes cientos de miles de personas participaron en una nueva jornada de protestas, bautizada "Día de la Partida", en un intento de forzar la renuncia de Mubarak, que sigue haciendo oídos sordos pese a las creciente presiones internas e internacionales.
En Tahrir, en medio de la noche del viernes se escuchó un nutrido tiroteo, que sembró durante unos minutos el pánico entre los manifestantes. Sin embargo, se trató de tiros de advertencia del ejército que no causaron heridos.
En un gigantesca bandera, los ahí congregados reiteraron sus reivindicaciones: que Mubarak deje el poder, que se disuelva el parlamento y que se instaure un gobierno de transición.
Los opositores, atrincherados desde el 25 de enero en la plaza Tahrir, habían resistido el miércoles a una violenta tentativa de desalojo por parte de los partidarios de Mubarak, en una batalla campal que dejó ocho muertos.
"No me asusta estar aquí con mi hijo", explicó a la AFP Inji, de 34 años, mientras esperaba turno con su hijo Abdalá, de 11 años, para entrar en la plaza. "Quiero enseñarle la democracia. Es hoy o nunca".
Los militares establecieron controles escrupulosos alrededor de la plaza y dejaron pasar a la gente con cuentagotas.
La jornada de protestas del viernes transcurrió sin embargo en relativa calma y los incidentes de días anteriores no se reprodujeron.
El gobierno se había comprometido a no desalojar por la fuerza a los manifestantes y calificó de "falsas" las afirmaciones de que las autoridades están detrás de los ataques a periodistas cometidos en los últimos días.
Un periodista egipcio, Ahmed Mohamed Mahmud, de 36 años, herido de bala durante las manifestaciones, falleció el viernes tras permanecer cuatro días en coma.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York, se trata del primer periodista que pierde la vida desde que comenzó la revuelta popular contra el régimen egipcio.
Por otra parte, el director de la oficina de la cadena de televisión qatarí Al Jazeera en El Cairo y uno de sus periodistas fueron detenidos, un día después del asalto y saqueo de sus locales en la capital egipcia, anunció el sábado esta cadena, principal canal árabe de informaciones.
"Los servicios de seguridad egipcios han detenido al director de la oficina de Al Jazeera en El Cairo, Abdel Fattah Fayed, y al periodista Ahmad Yussef", indicó la cadena en su página internet.
Mubarak, que anunció el martes que no se presentaría a las elecciones de septiembre, se halla bajo fuerte presión externa, pues sus aliados occidentales le exigen acelerar la transición.
Pero el presidente no da el brazo a torcer y advirtió que su salida dejaría paso al "caos".
En fin, el jefe de la Liga Árabe, Amr Musa, que fue ministro de Relaciones Exteriores de Mubarak y ya no disimula su intención de presentarse a las elecciones para sucederle, se acercó el viernes a la plaza "como gesto de apaciguamiento".