Varios barrios de Ramadi y la totalidad de Faluya (situadas 100 y 60 km respectivamente al oeste de Bagdad) cayeron la semana pasada bajo el control de insurgentes pertenecientes al Estado Islámico en Irak y Siria (EIIL), un grupo vinculado a Al Qaida.
Es la primera vez tras la insurrección que siguió a la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003 en que insurgentes vinculados a Al Qaida, que también se han convertido en una fuerza de peso en el conflicto en la vecina Siria, toman abiertamente el control de zonas urbanas en Irak.
"Por el momento es imposible lanzar un asalto contra Faluya", declaró a la AFP el portavoz del ministerio de Defensa, Mohamed al Askari. Hay que evitar "que corra la sangre de sus habitantes", agregó.
No obstante, siguieron desplegándose refuerzos alrededor de Faluya, ciudad de la cual un gran número de habitantes ha huido en los últimos días y en donde se escucharon tres fuertes explosiones temprano por la mañana, según un testigo.
Un asalto contra esta ciudad de mayoría sunita podría agravar las tensiones entre la minoría sunita del país y el gobierno dirigido por los chiitas.
Constituye además un gran desafío para las fuerzas iraquíes que hasta el momento no han llevado a cabo un ataque de esta magnitud desde la retirada de los últimos soldados estadounidenses hace dos años.
Mientras tanto, en Ramadi, el ejército intentó, sin éxito, reconquistar el lunes por la noche zonas controladas por el EIIL en el sur de la ciudad, según un oficial de policía.
Los combates dejaron cuatro muertos y 14 heridos entre los civiles, dijo a la AFP Ahmed Abdel Salam, médico del hospital de Ramadi, que no contaba con un balance de víctimas tanto entre los militares como entre los insurgentes.
Aceleración de las entregas estadounidenses
El martes, las fuerzas aéreas lanzaron un ataque contra yihadistas que conducían vehículos "cargados de armas pesadas" por una plaza de Ramadi, según Askari. Al menos 29 insurgentes murieron, añadió.
Desde el viernes, más de 230 personas han muerto en Faluya y Ramadi, sobre todo yihadistas, según las autoridades.
Hace dos días una fuente gubernamental había anunciado que el ejército preparaba una importante operación para recuperar la ciudad, pero el primer ministro Nuri al Maliki llamó el lunes a las tribus sunitas de la región a expulsar ellos mismos a los "terroristas".
Un alto responsable tribal de Faluya, el jeque Ali al Hamad, dijo que los combatientes del EIIL abandonaron la ciudad y que los únicos hombres armados presentes eran "hijos de las tribus".
Desde Washington, el Pentágono anunció una aceleración en las entregas ya previstas de misiles y de drones de vigilancia a Irak.
"Aceleraremos la entrega de 100 misiles Hellfire suplementarios, que estarán listos para ser entregados en la próxima primavera (boreal)", al igual que 10 drones de observación ScanEagle, declaró el coronel Steven Warren.
Los misiles Hellfire, concebidos originalmente como un arma anti-tanque, pueden ser disparados desde helicópteros o aviones.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, había expresado el apoyo de Estados Unidos a las autoridades iraquíes pero con reservas, en esta "lucha que al final van a tener que ganar ellos".
La provincia de Al Anbar, en la que se encuentran Ramadi y Faluya, se convirtió en un bastión de la insurrección sunita tras 2003, en la que las tropas estadounidenses sufrieron duras pérdidas. Las fuerzas iraquíes y norteamericanas recuperaron su control, sobre todo al conseguir el apoyo de tribus sunitas a finales de 2006.
Pero dos años después de la salida de las últimas tropas de EEUU, rebeldes vinculados a Al Qaida recuperaron fuerza, apoyándose en el conflicto en Siria y en el creciente descontento de la minoría sunita, que acusa al primer ministro, el chiita Nuri al Maliki, de acaparar el poder y marginarlos.