
De izquierda a derecha, Merkel, Draghi y Barroso
La barra libre del BCE ha llegado pero no de la manera en que algunos Estados la esperaban al principio. Al no poder financiar directamente a los Estados, la institución garantiza una liquidez sin límite al sistema financiero para que cumpla su papel de financista de la economía real.
A finales de diciembre, 523 bancos de la zona euro pidieron 489.000 millones de euros en la primera operación de este tipo, un récord, a una tasa fija históricamente baja del 1% y a un plazo de tres años.
La mayoría de los economistas vaticina que esta segunda oferta, y la última prevista por el momento, puede alcanzar un nivel similar aunque algunos especulan que llegará incluso al billón de euros.
Para el presidente del BCE, Mario Draghi, el monto final podría acercarse al de la primera operación, que permitió desactivar "una crisis peor de crédito" y que sin duda habría agravado los problemas de crecimiento de la Eurozona.
Sin embargo, pese a la barra libre del BCE, las condiciones del crédito no sólo no han mejorado sino que se han agravado en la región, con la excepción notable de Alemania. Las dificultades deberían proseguir en los primeros tres meses del año, según el último sondeo trimestral de la institución monetaria europea.
Draghi ha pedido un poco de paciencia para evaluar las consecuencias positivas de esta apertura de los créditos.
"Es necesario que los bancos jueguen el juego, que distribuyan parte del crédito solicitado al BCE, pero todo es una cuestión de prioridad, ya que tienen limitaciones muy fuertes", recuerda Cyril Regnat, estratega de deuda del banco Natixis.
Los bancos de la zona euro se enfrentan a importantes necesidades de refinanciación -600.000 millones de euros este año, de ellos 230.000 millones en el primer trimestre- que el mercado de préstamo interbancario, todavía frágil a causa del clima de desconfianza que ha generado la crisis de la deuda, no es capaz de cubrir solo.
De hecho, las entidades de crédito europeas deben reconstituir masivamente sus fondos propios en el primer semestre, y no pueden contar solo con los beneficios para conseguirlo, debido a la coyuntura desfavorable.
El flujo de liquidez del BCE ha devuelto "el apetito por el riesgo que ha beneficiado a varias categorías de activos", ha distendido los mercados monetarios y reducido las necesidades de financiación de los bancos", subraya Jeroen van den Broek, director de la estrategia del crédito del banco holandés ING.
Los bancos han empezado a utilizar este dinero fresco en las recientes emisiones de deuda de Italia y España, que han empezado a pagar menos por el dinero que captan.
Pero esta generosa política también tiene inconvenientes. "Esto amenaza con convertir a los bancos de algunos países peligrosamente dependientes de la financiación del BCE", advierte Marie Diron, de la firma Ernst & Young.
Los bancos italianos y españoles tienen el 5% de sus activos financiados por el BCE y "cuanto más aumente, más difícil será para ellos atraer otros financiamientos", sobre todo porque en caso de quiebra, los acreedores privados podrían estar en desventaja con relación al BCE, según Diron.
A finales de diciembre, 523 bancos de la zona euro pidieron 489.000 millones de euros en la primera operación de este tipo, un récord, a una tasa fija históricamente baja del 1% y a un plazo de tres años.
La mayoría de los economistas vaticina que esta segunda oferta, y la última prevista por el momento, puede alcanzar un nivel similar aunque algunos especulan que llegará incluso al billón de euros.
Para el presidente del BCE, Mario Draghi, el monto final podría acercarse al de la primera operación, que permitió desactivar "una crisis peor de crédito" y que sin duda habría agravado los problemas de crecimiento de la Eurozona.
Sin embargo, pese a la barra libre del BCE, las condiciones del crédito no sólo no han mejorado sino que se han agravado en la región, con la excepción notable de Alemania. Las dificultades deberían proseguir en los primeros tres meses del año, según el último sondeo trimestral de la institución monetaria europea.
Draghi ha pedido un poco de paciencia para evaluar las consecuencias positivas de esta apertura de los créditos.
"Es necesario que los bancos jueguen el juego, que distribuyan parte del crédito solicitado al BCE, pero todo es una cuestión de prioridad, ya que tienen limitaciones muy fuertes", recuerda Cyril Regnat, estratega de deuda del banco Natixis.
Los bancos de la zona euro se enfrentan a importantes necesidades de refinanciación -600.000 millones de euros este año, de ellos 230.000 millones en el primer trimestre- que el mercado de préstamo interbancario, todavía frágil a causa del clima de desconfianza que ha generado la crisis de la deuda, no es capaz de cubrir solo.
De hecho, las entidades de crédito europeas deben reconstituir masivamente sus fondos propios en el primer semestre, y no pueden contar solo con los beneficios para conseguirlo, debido a la coyuntura desfavorable.
El flujo de liquidez del BCE ha devuelto "el apetito por el riesgo que ha beneficiado a varias categorías de activos", ha distendido los mercados monetarios y reducido las necesidades de financiación de los bancos", subraya Jeroen van den Broek, director de la estrategia del crédito del banco holandés ING.
Los bancos han empezado a utilizar este dinero fresco en las recientes emisiones de deuda de Italia y España, que han empezado a pagar menos por el dinero que captan.
Pero esta generosa política también tiene inconvenientes. "Esto amenaza con convertir a los bancos de algunos países peligrosamente dependientes de la financiación del BCE", advierte Marie Diron, de la firma Ernst & Young.
Los bancos italianos y españoles tienen el 5% de sus activos financiados por el BCE y "cuanto más aumente, más difícil será para ellos atraer otros financiamientos", sobre todo porque en caso de quiebra, los acreedores privados podrían estar en desventaja con relación al BCE, según Diron.