DAKAR, Christophe Parayre, (AFP) - El jefe del Estado Mayor, general José Zamora Induta, fue "derrocado" por su adjunto, el general Antonio Indjai, quien de inmediato tomó la dirección de las Fuerzas Armadas, institución todopoderosa en este Estado regularmente sacudido por las crisis y asesinatos político-militares.
El primer ministro Carlos Gomes Junior, considerado como muy cercano al general Induta, fue detenido, amenazado de muerte y colocado en arresto domiciliario.
Por el contrario, el presidente Malam Bacai Sanha jamás ha sido molestado. Los amotinados afirmaron rápidamente que se sometían a su autoridad.
Según el director de proyectos para el Oeste de Africa del grupo de reflexión International Crisis Group (ICG), Richard Moncrieff, lo ocurrido el jueves pone en relieve "la preponderancia del ejército" en el país.
"Es un factor muy desestabilizador. Los militares no se implican a nivel político como en Guinea-Conakry, pero su papel es primordial", recalcó.
Los últimos acontecimientos eran "previsibles", según él, ya que el general Induta "jamás ha tenido una autoridad sólida en el ejército, eso era evidente desde el comienzo. El general Antonio Indjai era cada vez más poderoso".
Además, "desde hace dos años militares y políticos están cada vez más imbricados; este tipo de alianza ha hecho explotar el equilibrio político en Bissau".
El forcejeo del jueves hizo entrar de nuevo en escena a un personaje tan poderoso como controvertido: el jefe de la Marina, el contraalmirante José Américo Bubo Na Tchute, quien apareció al lado del nuevo "patrón" de las Fuerzas Armadas, el general Indjai.
Bubo Na Tchute está acusado por la justicia de haber querido dar un golpe de Estado en agosto de 2008 y de haber cometido un atentado contra el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general Batista Tagmé Na Waie, muerto en marzo de 2009, pocas horas antes del asesinato del presidente Joao Bernardo Vieira por militares.
Asimismo se sospecha que el ex jefe de la Marina está implicado en el tráfico de cocaína sudamericana en Guinea-Bissau. Numerosos observadores han notado que adquirió rápidamente, y de manera misteriosa, una gran fortuna.
Los enormes flujos financieros generados por el tráfico de droga en este país clasificado como uno de los más pobres del mundo alimentan la corrupción, sobre todo en el seno de las fuerzas de seguridad y del ejército, subequipados y muy mal retribuidos.
"Y cuando se lleva a un nivel tan elevado, hay una criminalización del Estado", recalca en Dakar la responsable regional de Human Rights Watch, Corinne Dufka.
"El ejército es la verdadera gangrena de Guinea. Controla, regula y aplica una justicia expeditiva", indicó el viernes un portavoz de Encuentro Africano para la Defensa de los Derechos Humanos, con sede en Dakar.
Una amplia reforma de las fuerzas armadas, sobre todo con la jubilación de numerosos oficiales, es reclamada por la comunidad internacional, sostiene. El ejército cuenta actualmente con entre 6.000 y 9.000 hombres, pero según estimaciones no oficiales esta cifra podría ser dos veces superior.
El primer ministro Carlos Gomes Junior, considerado como muy cercano al general Induta, fue detenido, amenazado de muerte y colocado en arresto domiciliario.
Por el contrario, el presidente Malam Bacai Sanha jamás ha sido molestado. Los amotinados afirmaron rápidamente que se sometían a su autoridad.
Según el director de proyectos para el Oeste de Africa del grupo de reflexión International Crisis Group (ICG), Richard Moncrieff, lo ocurrido el jueves pone en relieve "la preponderancia del ejército" en el país.
"Es un factor muy desestabilizador. Los militares no se implican a nivel político como en Guinea-Conakry, pero su papel es primordial", recalcó.
Los últimos acontecimientos eran "previsibles", según él, ya que el general Induta "jamás ha tenido una autoridad sólida en el ejército, eso era evidente desde el comienzo. El general Antonio Indjai era cada vez más poderoso".
Además, "desde hace dos años militares y políticos están cada vez más imbricados; este tipo de alianza ha hecho explotar el equilibrio político en Bissau".
El forcejeo del jueves hizo entrar de nuevo en escena a un personaje tan poderoso como controvertido: el jefe de la Marina, el contraalmirante José Américo Bubo Na Tchute, quien apareció al lado del nuevo "patrón" de las Fuerzas Armadas, el general Indjai.
Bubo Na Tchute está acusado por la justicia de haber querido dar un golpe de Estado en agosto de 2008 y de haber cometido un atentado contra el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general Batista Tagmé Na Waie, muerto en marzo de 2009, pocas horas antes del asesinato del presidente Joao Bernardo Vieira por militares.
Asimismo se sospecha que el ex jefe de la Marina está implicado en el tráfico de cocaína sudamericana en Guinea-Bissau. Numerosos observadores han notado que adquirió rápidamente, y de manera misteriosa, una gran fortuna.
Los enormes flujos financieros generados por el tráfico de droga en este país clasificado como uno de los más pobres del mundo alimentan la corrupción, sobre todo en el seno de las fuerzas de seguridad y del ejército, subequipados y muy mal retribuidos.
"Y cuando se lleva a un nivel tan elevado, hay una criminalización del Estado", recalca en Dakar la responsable regional de Human Rights Watch, Corinne Dufka.
"El ejército es la verdadera gangrena de Guinea. Controla, regula y aplica una justicia expeditiva", indicó el viernes un portavoz de Encuentro Africano para la Defensa de los Derechos Humanos, con sede en Dakar.
Una amplia reforma de las fuerzas armadas, sobre todo con la jubilación de numerosos oficiales, es reclamada por la comunidad internacional, sostiene. El ejército cuenta actualmente con entre 6.000 y 9.000 hombres, pero según estimaciones no oficiales esta cifra podría ser dos veces superior.