"Las palabras primas", ganador del Premio Málaga de Ensayo y publicado por la editorial Páginas de Espuma, se presenta como un paseo a la vez ligero y profundo sobre "las palabras a través de la memoria, la geografía, las lecturas, la historia y los nuevos escenarios de la escritura en la era digital".
"La lengua es un tema inagotable", explicó hoy Iwasaki en diálogo con un grupo de periodistas en Madrid sobre la diversidad de temas históricos y actuales que toca el proyecto, un recorrido por las vicisitudes de la lengua a ambos lados del Atlántico desde el Siglo de Oro hasta Internet.
Nacido en Lima en 1961 y residente en Sevilla desde 1985, Iwasaki encadena en la charla reivindicaciones de la diversidad ("a veces nos intentan llevar a un esperanto hispánico"), ajustes de cuentas en nombre de Cervantes ("en España se lo ha tratado mal prácticamente desde el siglo XVII") y opiniones sobre polémicas actuales.
Una de ellas, el presunto enfado de academias americanas con el plan del Gobierno de Mariano Rajoy para incluir la promoción del idioma como parte de la "Marca España". "Si se plantea de esa manera, claro que puede herir sensibilidades", advierte Iwasaki.
El también autor de novelas como "Libro de mal amor" (2001), libros de cuentos como "Helarte de amar" (2006) y compilaciones de artículos como "Desleídos y efervescentes" (2013) responde con cautela sobre otro tópico de la actualidad española: la crisis soberanista en Cataluña y el debate sobre la enseñanza de esa lengua en la región.
"Creo que el problema no es la lengua", apunta, sugiriendo que a fin de cuentas un hispanohablante entiende catalán porque el español está "lleno" de palabras en esa lengua. "Somos 500 millones de hablantes de catalán en la intimidad", bromea.
La conversación desordenada que salta de un tema a otro refleja el espíritu del libro, una reivindicación del género ensayístico como "conversación" (en la definición de Augusto Monterroso) o "broma" (en la de Gilbert K. Chesterton) que también practicaron autores como Jorge Luis Borges o Michel de Montaigne.
Iwasaki los menciona en el prólogo de la obra como defensa de una diversidad de ideas nacida de una única "perplejidad": la que supone "hablar una lengua que es propia y ajena al mismo tiempo, porque es la misma de España aunque no es igual a la de América Latina".
Con tono irónico, traslada del número a la palabra el concepto de "primo" definido en el diccionario: "Una palabra prima podría ser tonta, estar adelantada, parecer semejante, servir de recompensa y lucir primorosa, además de poseer connotaciones familiares, musicales, económicas, jerárquicas y comerciales".
El espíritu juguetón y erudito de la obra culmina con un último capítulo que Iwasaki titula "La polla de Cervantes". Una ambigüedad deliberada: el término alude a "apuesta" o "quiniela" en América Latina y se refiere en cambio al órgano genital masculino en España.
El autor rastrea el origen común de ambas acepciones para demostrar "que alguna vez ambas pollas fueron la misma, hasta que los españoles perdieron la suya".
Un tipo de doble sentido que Iwasaki aprendió en carne propia como americano en España. "Lo que aquí es polla en Perú es un pincho. Y yo no entendía por qué aquí todo el mundo me quería invitar a un pinchito (tentempié, en español peninsular)", dijo hoy con el mismo tono juguetón que recorre su nuevo libro.
"La lengua es un tema inagotable", explicó hoy Iwasaki en diálogo con un grupo de periodistas en Madrid sobre la diversidad de temas históricos y actuales que toca el proyecto, un recorrido por las vicisitudes de la lengua a ambos lados del Atlántico desde el Siglo de Oro hasta Internet.
Nacido en Lima en 1961 y residente en Sevilla desde 1985, Iwasaki encadena en la charla reivindicaciones de la diversidad ("a veces nos intentan llevar a un esperanto hispánico"), ajustes de cuentas en nombre de Cervantes ("en España se lo ha tratado mal prácticamente desde el siglo XVII") y opiniones sobre polémicas actuales.
Una de ellas, el presunto enfado de academias americanas con el plan del Gobierno de Mariano Rajoy para incluir la promoción del idioma como parte de la "Marca España". "Si se plantea de esa manera, claro que puede herir sensibilidades", advierte Iwasaki.
El también autor de novelas como "Libro de mal amor" (2001), libros de cuentos como "Helarte de amar" (2006) y compilaciones de artículos como "Desleídos y efervescentes" (2013) responde con cautela sobre otro tópico de la actualidad española: la crisis soberanista en Cataluña y el debate sobre la enseñanza de esa lengua en la región.
"Creo que el problema no es la lengua", apunta, sugiriendo que a fin de cuentas un hispanohablante entiende catalán porque el español está "lleno" de palabras en esa lengua. "Somos 500 millones de hablantes de catalán en la intimidad", bromea.
La conversación desordenada que salta de un tema a otro refleja el espíritu del libro, una reivindicación del género ensayístico como "conversación" (en la definición de Augusto Monterroso) o "broma" (en la de Gilbert K. Chesterton) que también practicaron autores como Jorge Luis Borges o Michel de Montaigne.
Iwasaki los menciona en el prólogo de la obra como defensa de una diversidad de ideas nacida de una única "perplejidad": la que supone "hablar una lengua que es propia y ajena al mismo tiempo, porque es la misma de España aunque no es igual a la de América Latina".
Con tono irónico, traslada del número a la palabra el concepto de "primo" definido en el diccionario: "Una palabra prima podría ser tonta, estar adelantada, parecer semejante, servir de recompensa y lucir primorosa, además de poseer connotaciones familiares, musicales, económicas, jerárquicas y comerciales".
El espíritu juguetón y erudito de la obra culmina con un último capítulo que Iwasaki titula "La polla de Cervantes". Una ambigüedad deliberada: el término alude a "apuesta" o "quiniela" en América Latina y se refiere en cambio al órgano genital masculino en España.
El autor rastrea el origen común de ambas acepciones para demostrar "que alguna vez ambas pollas fueron la misma, hasta que los españoles perdieron la suya".
Un tipo de doble sentido que Iwasaki aprendió en carne propia como americano en España. "Lo que aquí es polla en Perú es un pincho. Y yo no entendía por qué aquí todo el mundo me quería invitar a un pinchito (tentempié, en español peninsular)", dijo hoy con el mismo tono juguetón que recorre su nuevo libro.