"Queridos compatriotas, es con mucho dolor en nuestros corazones que les anunciamos la muerte de nuestro querido presidente", declaró en la televisión estatal un presentador, leyendo un comunicado conjunto del gobierno y del parlamento.
Los restos de Karimov serán sepultados el sábado en su ciudad natal, Samarcanda, en el sureste del país, en una ceremonia organizada por una comisión encabezada por el primer ministro, Chavkat Mirzioiev.
El gobierno había informado este viernes más temprano que el presidente llevaba hospitalizado desde el fin de semana.
Médicos de Rusia, Alemania y Finlandia se sucedieron los días siguientes para intentar sacarlo del coma. En la mañana del viernes las autoridades anunciaron que se encontraba en "estado crítico" y luego indicaron que su corazón se detuvo a las 20H15 (15H15 GMT) y que fue declarado muerto 45 minutos después.
Su hija menor, Lola Karimova Tilliaieva, quien reside en París, confirmó la muerte de su padre en un mensaje en las redes sociales.
Los pretendientes más creíbles para la sucesión de Islam Karimov son su primer ministro Mirzioiev y el viceprimer ministro Roustam Azimov. Ambos están considerados como rivales.
Por el momento, según la Constitución, asumirá interinamente el presidente del Senado, Nigmatilla Iuldachev.
El presidente ruso, Vladimir Putin, consideró una "gran pérdida" el fallecimiento de su par uzbeko.
"Su muerte es una gran pérdida para el pueblo de Uzbekistán", señaló Putin en un telegrama de condolencias publicado por el Kremlin. Karimov "era un hombre de Estado de gran autoridad y un verdadero líder", afirmó.
Nacido el 30 de enero de 1938, el presidente uzbeko escaló todos los puestos del aparato del Partido Comunista en la época de la URSS hasta ponerse al frente de la república soviética de Uzbekistán.
Tras la independencia del país, en 1991, consiguió mantenerse en el poder y dedicó sus fuerzas a eliminar a sus oponentes.
"Todo el Estado era Islam Karimov, Islam Karimov fue el Estado durante más de un cuarto de siglo, con mano dura", explicó a la AFP Steve Swerdlow, analista para la oenegé Human Right Watch.
Numerosas organizaciones acusan a Karimov, reelegido en 2015, de haber trucado las elecciones en repetidas ocasiones, haber detenido a cientos de opositores de forma arbitraria y de apoyar el uso de la tortura en las prisiones.
A pesar de los rumores frecuentes sobre la fragilidad de su estado de salud, Karimov nunca nombró ningún sucesor.
Su hija mayor, quien fuera su favorita en otro tiempo, cayó en desgracia tras haber comparado a su padre con Stalin. Desde entonces, está en arresto domiciliario.
"Incluso si existe un plan de sucesión, ¿los pretendientes lo seguirán? Puesto que esta situación no tiene precedente en Uzbekistán en los 25 años que han pasado desde su independencia, nadie sabe si la gente seguirá las normas una vez que el árbitro se haya ido", declaró Scott Radnitz, especialista del país de la Universidad de Washington.
Otros candidatos al trono podrían ser el poderoso jefe de la seguridad, Rustam Inoyatov, de 72 años, considerado como uno de los responsables de la muerte de entre 300 y 500 manifestantes durante una protesta en Andiján (este) en 2005, un baño de sangre que le costó a Karimov el veto de EE UU y UE.
Los restos de Karimov serán sepultados el sábado en su ciudad natal, Samarcanda, en el sureste del país, en una ceremonia organizada por una comisión encabezada por el primer ministro, Chavkat Mirzioiev.
El gobierno había informado este viernes más temprano que el presidente llevaba hospitalizado desde el fin de semana.
Médicos de Rusia, Alemania y Finlandia se sucedieron los días siguientes para intentar sacarlo del coma. En la mañana del viernes las autoridades anunciaron que se encontraba en "estado crítico" y luego indicaron que su corazón se detuvo a las 20H15 (15H15 GMT) y que fue declarado muerto 45 minutos después.
Su hija menor, Lola Karimova Tilliaieva, quien reside en París, confirmó la muerte de su padre en un mensaje en las redes sociales.
Los pretendientes más creíbles para la sucesión de Islam Karimov son su primer ministro Mirzioiev y el viceprimer ministro Roustam Azimov. Ambos están considerados como rivales.
Por el momento, según la Constitución, asumirá interinamente el presidente del Senado, Nigmatilla Iuldachev.
El presidente ruso, Vladimir Putin, consideró una "gran pérdida" el fallecimiento de su par uzbeko.
"Su muerte es una gran pérdida para el pueblo de Uzbekistán", señaló Putin en un telegrama de condolencias publicado por el Kremlin. Karimov "era un hombre de Estado de gran autoridad y un verdadero líder", afirmó.
Nacido el 30 de enero de 1938, el presidente uzbeko escaló todos los puestos del aparato del Partido Comunista en la época de la URSS hasta ponerse al frente de la república soviética de Uzbekistán.
Tras la independencia del país, en 1991, consiguió mantenerse en el poder y dedicó sus fuerzas a eliminar a sus oponentes.
"Todo el Estado era Islam Karimov, Islam Karimov fue el Estado durante más de un cuarto de siglo, con mano dura", explicó a la AFP Steve Swerdlow, analista para la oenegé Human Right Watch.
Numerosas organizaciones acusan a Karimov, reelegido en 2015, de haber trucado las elecciones en repetidas ocasiones, haber detenido a cientos de opositores de forma arbitraria y de apoyar el uso de la tortura en las prisiones.
A pesar de los rumores frecuentes sobre la fragilidad de su estado de salud, Karimov nunca nombró ningún sucesor.
Su hija mayor, quien fuera su favorita en otro tiempo, cayó en desgracia tras haber comparado a su padre con Stalin. Desde entonces, está en arresto domiciliario.
"Incluso si existe un plan de sucesión, ¿los pretendientes lo seguirán? Puesto que esta situación no tiene precedente en Uzbekistán en los 25 años que han pasado desde su independencia, nadie sabe si la gente seguirá las normas una vez que el árbitro se haya ido", declaró Scott Radnitz, especialista del país de la Universidad de Washington.
Otros candidatos al trono podrían ser el poderoso jefe de la seguridad, Rustam Inoyatov, de 72 años, considerado como uno de los responsables de la muerte de entre 300 y 500 manifestantes durante una protesta en Andiján (este) en 2005, un baño de sangre que le costó a Karimov el veto de EE UU y UE.