ElBaradei
El ex diplomático hizo una aparición muy destacada pero un poco confusa el domingo en el centro de El Cairo, ante centenares de manifestantes que pugnaban por escuchar la palabra de este orador mediocre apoyado a la vez por laicos e islamistas.
Con islamistas, viejos izquierdistas, militantes prodemocráticos, el movimiento de protesta sin precedente contra el régimen del presidente Hosni Mubarak reúne diversos perfiles de la sociedad egipcia, todo ello enmarcado por una fuerte presencia de la cofradía de los Hermanos Musulmanes.
"Unos organizan, otros preparan la comida (para los manifestantes), distribuyen agua, limpian el barrio, traen altavoces", se congratuló Said Jalil, con una amplia sonrisa y la marca en la frente de los musulmanes que se prosternan regularmente para orar.
"Aquí usted verá extremistas, moderados, cristianos, musulmanes, todo tipo de gente. Es la primera vez que estamos todos unidos desde la revolución de Saad Zaghloul", dijo Naguib, otro manifestante, refiriéndose al líder de la protesta de 1919 contra el poder colonial británico.
"En la televisión estadounidense no paran de decir que si Mubarak deja el poder, los Hermanos Musulmanes tomarán el control. Pero no es así, es el pueblo el que se une por sus derechos", añadió Tamer, manifestante estadounidense-egipcio.
Para Tewfik Aclimandos, especialista de Egipto en el Colegio de Francia, ElBaradei "no tiene gente suya y esa es su fuerza y su debilidad. No es rehén de nadie, pero no puede cambiar solo la relación de fuerzas".
El aura que emana de él surge en especial del hecho de "que no tiene ningún compromiso con el régimen y es una persona íntegra", agregó.
En medio de la efervescencia del levantamiento popular en Túnez, el Movimiento de Jóvenes del 6 de abril, foro de internautas egipcios que aboga desde hace cerca de tres años por reformas democráticas, lanzó la semana pasada un último llamado a manifestarse en el sitio de socialización Facebook.
Mohamed ElBaradei, ex jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y premio Nobel en 2005, estableció lazos estrechos con esos jóvenes militantes, actuando como ellos en la red para obtener apoyos para su causa.
Como no pertenece a ningún partido reconocido, se acercó a los Hermanos Musulmanes, primera fuerza de oposición, prohibida pero tolerada de hecho, y que aboga con él por un cambio de régimen asegurando que respetarán la democracia.
Los Hermanos y diversos grupos de oposición dieron su autorización este fin de semana a Mohamed ElBaradei para "negociar con el poder" con la finalidad de encontrar una salida a la crisis en Egipto, lo que confirma el papel clave que tendrá el ex diplomático de 68 años en las próximas semanas.
"Como en Túnez, los manifestantes parecen representar un vasto movimiento sin liderazgo, sin agenda clara y sin ninguna forma de tomar el poder. Hasta ahora, las protestas tienen como base fundamentalmente a la clase media", subraya Jon Alterman, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), en Washington.
"Es posible que el radicalismo lleve al caos, o que grupos radicales incluidos en una coalición ampliada tomen el control del gobierno", puntualizó Alterman.
Añadió que las decisiones fundamentales se tomarán en los "seis o doce próximos meses", si los diferentes grupos "aprovechan las oportunidades creadas por el cambio".
Con islamistas, viejos izquierdistas, militantes prodemocráticos, el movimiento de protesta sin precedente contra el régimen del presidente Hosni Mubarak reúne diversos perfiles de la sociedad egipcia, todo ello enmarcado por una fuerte presencia de la cofradía de los Hermanos Musulmanes.
"Unos organizan, otros preparan la comida (para los manifestantes), distribuyen agua, limpian el barrio, traen altavoces", se congratuló Said Jalil, con una amplia sonrisa y la marca en la frente de los musulmanes que se prosternan regularmente para orar.
"Aquí usted verá extremistas, moderados, cristianos, musulmanes, todo tipo de gente. Es la primera vez que estamos todos unidos desde la revolución de Saad Zaghloul", dijo Naguib, otro manifestante, refiriéndose al líder de la protesta de 1919 contra el poder colonial británico.
"En la televisión estadounidense no paran de decir que si Mubarak deja el poder, los Hermanos Musulmanes tomarán el control. Pero no es así, es el pueblo el que se une por sus derechos", añadió Tamer, manifestante estadounidense-egipcio.
Para Tewfik Aclimandos, especialista de Egipto en el Colegio de Francia, ElBaradei "no tiene gente suya y esa es su fuerza y su debilidad. No es rehén de nadie, pero no puede cambiar solo la relación de fuerzas".
El aura que emana de él surge en especial del hecho de "que no tiene ningún compromiso con el régimen y es una persona íntegra", agregó.
En medio de la efervescencia del levantamiento popular en Túnez, el Movimiento de Jóvenes del 6 de abril, foro de internautas egipcios que aboga desde hace cerca de tres años por reformas democráticas, lanzó la semana pasada un último llamado a manifestarse en el sitio de socialización Facebook.
Mohamed ElBaradei, ex jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y premio Nobel en 2005, estableció lazos estrechos con esos jóvenes militantes, actuando como ellos en la red para obtener apoyos para su causa.
Como no pertenece a ningún partido reconocido, se acercó a los Hermanos Musulmanes, primera fuerza de oposición, prohibida pero tolerada de hecho, y que aboga con él por un cambio de régimen asegurando que respetarán la democracia.
Los Hermanos y diversos grupos de oposición dieron su autorización este fin de semana a Mohamed ElBaradei para "negociar con el poder" con la finalidad de encontrar una salida a la crisis en Egipto, lo que confirma el papel clave que tendrá el ex diplomático de 68 años en las próximas semanas.
"Como en Túnez, los manifestantes parecen representar un vasto movimiento sin liderazgo, sin agenda clara y sin ninguna forma de tomar el poder. Hasta ahora, las protestas tienen como base fundamentalmente a la clase media", subraya Jon Alterman, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), en Washington.
"Es posible que el radicalismo lleve al caos, o que grupos radicales incluidos en una coalición ampliada tomen el control del gobierno", puntualizó Alterman.
Añadió que las decisiones fundamentales se tomarán en los "seis o doce próximos meses", si los diferentes grupos "aprovechan las oportunidades creadas por el cambio".