Manifestantes en la plaza de la liberación- Saha attahrir
Mubarak, sin embargo, trataba de recuperar la iniciativa: por la noche, le pidió a su nuevo primer ministro, Ahmed Shafiq, que actúe para "restablecer la calma" en un país donde en los últimos días se produjeron numerosos saqueos y fugas de miles de presos.
De inmediato, las autoridades anunciaron la ampliación de una hora del toque de queda, ignorado hasta ahora con insolencia por miles de manifestantes, y el retorno a las calles de la policía antimotines, ya que desde el viernes pasado la tarea de lidiar con la rebelión popular quedó en manos del ejército.
Miles de personas volvieron a salir por la mañana a las calles de El Cairo, por sexto día consecutivo, pidiendo la renuncia de Mubarak, así como del vicepresidente Omar Suleimán y la de Shafiq, dos militares nombrados la víspera por el mandatario con la expectativa de contener la ola de descontento que ya dejó al menos 125 muertos.
Laicos, islamistas, jóvenes y ancianos se codeaban en estas protestas sin precedentes desde la llegada de Mubarak al poder en 1981.
La unión en la calle se tradujo al plano político, con la designación de ElBaradei como encargado para "negociar" con el régimen en nombre de una Coalición Nacional por el Cambio, que nuclea a varias formaciones opositoras, entre ellas a los Hermanos Musulmanes.
El ex director general de la agencia nuclear de la ONU (AIEA) y Premio Nobel de la Paz se personó por la noche en la plaza Tahrir, epicentro del la rebelión, repleta de manifestantes pese al toque de queda que en principio rige desde las 16H00 locales (14H00 GMT) hasta las 08H00 de la mañana, y que a partir del lunes empezará una hora antes.
Fue recibido al grito de "El pueblo quiere la caída del presidente" y "Sacrificaremos nuestra alma y nuestra sangre por la patria".
ElBaradei trató de calmar los ardores: "Os pido que tengáis paciencia, el cambio llega", les dijo, aunque aseguró que "Egipto está en el inicio de una nueva era".
Estados Unidos, que considera a Mubarak como uno de sus principales aliados en la región, le pidió al mandatario, de 82 años, ir más lejos con los cambios y empezar a pensar la "transición", después de tres décadas en el poder.
"Deseamos ver una transición ordenada. Demandamos insistentemente al gobierno de Mubarak, que está aún en el poder (...), que haga lo que sea necesario para facilitar este tipo de transición ordenada", dijo la secretaria de Estado, Hillary Clinton.
La comunidad internacional sigue con ansiedad los acontecimientos en Egipto, el más poblado de los países árabes (80 millones de habitantes), que desempeña un papel fundamental en el diálogo entre israelíes y palestinos.
El presidente Barack Obama llamó a los dirigentes de Israel, Arabia Saudita y Turquía para discutir la situación en Egipto, informó el domingo la Casa Blanca.
El país está paralizado, con los bancos y la bolsa cerrados (el domingo es día hábil en Egipto), gran cantidad de gasolineras con las reservas agotadas y muchos cajeros automáticos vacíos.
La situación interna cobró en los últimos días visos de caos, con saqueos y la fuga durante la madrugada del domingo de miles de presos, muchos de ellos dirigentes islamistas, de numerosas cárceles que se quedaron sin guardianes o que fueron tomadas por detenidos amotinados.
Decenas de cuerpos yacían en la calzada junto a una cárcel a 100 km al norte de El Cairo, comprobó la AFP.
El ejército anunció el domingo que había capturado a unos 3.000 prófugos y saqueadores.
Los habitantes organizaron comités de defensa que durante la noche patrullan con fusiles o barras de hierro la ciudad de 20 millones de habitantes.
Muchas agencias de viaje suspendieron el envío de grupos de turistas. Y numerosos países -entre ellos Arabia Saudita, India y Turquía- enviaron aviones para repatriar a sus ciudadanos.
La embajada de Estados Unidos anunció que iniciaría la repatriación de los suyos el lunes.
En el aeropuerto de El Cairo, una multitud de extranjeros y de egipcios se agolpaba para tratar de obtener un vuelo de salida.
Las autoridades egipcias prohibieron el domingo todas las actividades de la televisión qatarí Al Jazeera, que estaba cubriendo ampliamente las protestas.
De inmediato, las autoridades anunciaron la ampliación de una hora del toque de queda, ignorado hasta ahora con insolencia por miles de manifestantes, y el retorno a las calles de la policía antimotines, ya que desde el viernes pasado la tarea de lidiar con la rebelión popular quedó en manos del ejército.
Miles de personas volvieron a salir por la mañana a las calles de El Cairo, por sexto día consecutivo, pidiendo la renuncia de Mubarak, así como del vicepresidente Omar Suleimán y la de Shafiq, dos militares nombrados la víspera por el mandatario con la expectativa de contener la ola de descontento que ya dejó al menos 125 muertos.
Laicos, islamistas, jóvenes y ancianos se codeaban en estas protestas sin precedentes desde la llegada de Mubarak al poder en 1981.
La unión en la calle se tradujo al plano político, con la designación de ElBaradei como encargado para "negociar" con el régimen en nombre de una Coalición Nacional por el Cambio, que nuclea a varias formaciones opositoras, entre ellas a los Hermanos Musulmanes.
El ex director general de la agencia nuclear de la ONU (AIEA) y Premio Nobel de la Paz se personó por la noche en la plaza Tahrir, epicentro del la rebelión, repleta de manifestantes pese al toque de queda que en principio rige desde las 16H00 locales (14H00 GMT) hasta las 08H00 de la mañana, y que a partir del lunes empezará una hora antes.
Fue recibido al grito de "El pueblo quiere la caída del presidente" y "Sacrificaremos nuestra alma y nuestra sangre por la patria".
ElBaradei trató de calmar los ardores: "Os pido que tengáis paciencia, el cambio llega", les dijo, aunque aseguró que "Egipto está en el inicio de una nueva era".
Estados Unidos, que considera a Mubarak como uno de sus principales aliados en la región, le pidió al mandatario, de 82 años, ir más lejos con los cambios y empezar a pensar la "transición", después de tres décadas en el poder.
"Deseamos ver una transición ordenada. Demandamos insistentemente al gobierno de Mubarak, que está aún en el poder (...), que haga lo que sea necesario para facilitar este tipo de transición ordenada", dijo la secretaria de Estado, Hillary Clinton.
La comunidad internacional sigue con ansiedad los acontecimientos en Egipto, el más poblado de los países árabes (80 millones de habitantes), que desempeña un papel fundamental en el diálogo entre israelíes y palestinos.
El presidente Barack Obama llamó a los dirigentes de Israel, Arabia Saudita y Turquía para discutir la situación en Egipto, informó el domingo la Casa Blanca.
El país está paralizado, con los bancos y la bolsa cerrados (el domingo es día hábil en Egipto), gran cantidad de gasolineras con las reservas agotadas y muchos cajeros automáticos vacíos.
La situación interna cobró en los últimos días visos de caos, con saqueos y la fuga durante la madrugada del domingo de miles de presos, muchos de ellos dirigentes islamistas, de numerosas cárceles que se quedaron sin guardianes o que fueron tomadas por detenidos amotinados.
Decenas de cuerpos yacían en la calzada junto a una cárcel a 100 km al norte de El Cairo, comprobó la AFP.
El ejército anunció el domingo que había capturado a unos 3.000 prófugos y saqueadores.
Los habitantes organizaron comités de defensa que durante la noche patrullan con fusiles o barras de hierro la ciudad de 20 millones de habitantes.
Muchas agencias de viaje suspendieron el envío de grupos de turistas. Y numerosos países -entre ellos Arabia Saudita, India y Turquía- enviaron aviones para repatriar a sus ciudadanos.
La embajada de Estados Unidos anunció que iniciaría la repatriación de los suyos el lunes.
En el aeropuerto de El Cairo, una multitud de extranjeros y de egipcios se agolpaba para tratar de obtener un vuelo de salida.
Las autoridades egipcias prohibieron el domingo todas las actividades de la televisión qatarí Al Jazeera, que estaba cubriendo ampliamente las protestas.