Todos los migrantes llegados desde el domingo van a ser reenviados a Turquía, salvo que las autoridades admitan una demanda de asilo.
El proceso está lejos de ser implementado, en particular ya que no han sido movilizados los 4.000 agentes griegos y europeos que articularán la operación.
"No va a ser un asunto fácil", señaló el primer ministro griego, Alexis Tsipras.
Mientras tanto, los griegos comenzaron a separar a los migrantes llegados antes del 20 de marzo de quienes arribaron después y están sujetos al nuevo reglamento.
Ahora, el campo de registro de Moria se ha convertido en un "lugar cerrado", señaló Cheshirkov, portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados
Furgones de la policía vigilan el lugar y desde la entrada en vigor de las nuevas reglas, los migrantes llegados a partir del 20 de marzo ya no están autorizados a salir del campo, mientras se examina su caso.
"No sabemos cuando llegarán los refuerzos europeos", se quejó un agente francés de Frontex, la agencia europea de fronteras.
Cheshirkov señaló que la agencia de la ONU va a mantener una "misión de observación y de asistencia" para detectar los casos más vulnerables.
Por el momento, "no hay un cambio significativo en la actitud" de los migrantes que quedaron bloqueados en Moria, destacó.
Mohammed, un sirio originario de Alepo, acompañado de su mujer y de su hijo de dos años, discute en la entrada del campo de Moria con un miembro de la ONG griega "Praxis".
"Ellos deberían ser alojados en una pieza de hotel en Mitilene (capital de Lesbos) antes de tomar el ferry hacia el continente", explicó el voluntario.
En el continente serían alojados en alguno de los numerosos campos montados a toda prisa por el ejército griego, salvo que se decidan a engrosar las listas de los cerca de 13.000 migrantes que esperan en el campo de Idomeni, una hipotética apertura de la frontera con Macedonia, que no llega.
Otro grupo, dentro de los migrantes llegados a Lesbos antes del 20 de marzo, van a ser transferidos algún tiempo a un centro de acogida en Kara Tepe, en otra parte de la isla.
Para Stavros Miroyiannis, responsable del campo, la partida no será rápida.
"No van a irse antes de una semana o dos ya que algunos no tienen dinero para comprar los billetes de ferry. También puede ser que no quieran irse por miedo a qué pueda pasar una vez en el barco", planteó en referencia al riesgo de ser enviados a Turquía.
Boris Cheshirkov expresó su preocupación.
"El acuerdo fue aplicado prematuramente, Grecia no tiene la capacidad de hacer frente a todas las demandas de asilo", dijo.
"La llegada de refuerzos es indispensable, ya que todos los migrantes, incluso los que no tienen ninguna oportunidad de obtener el asilo, van a intentar retrasar su expulsión", pronosticó un policía en el campo de Moria.
Este es el caso de Noman, una paquistaní de 22 años, cuya nacionalidad no está entre las más habituales entre los refugiados, pero reivindica su petición de asilo explicando que "en Pakistán formo parte de una minoría cristiana y mi vida corre peligro".
El proceso está lejos de ser implementado, en particular ya que no han sido movilizados los 4.000 agentes griegos y europeos que articularán la operación.
"No va a ser un asunto fácil", señaló el primer ministro griego, Alexis Tsipras.
Mientras tanto, los griegos comenzaron a separar a los migrantes llegados antes del 20 de marzo de quienes arribaron después y están sujetos al nuevo reglamento.
Ahora, el campo de registro de Moria se ha convertido en un "lugar cerrado", señaló Cheshirkov, portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados
Furgones de la policía vigilan el lugar y desde la entrada en vigor de las nuevas reglas, los migrantes llegados a partir del 20 de marzo ya no están autorizados a salir del campo, mientras se examina su caso.
"No sabemos cuando llegarán los refuerzos europeos", se quejó un agente francés de Frontex, la agencia europea de fronteras.
Cheshirkov señaló que la agencia de la ONU va a mantener una "misión de observación y de asistencia" para detectar los casos más vulnerables.
Por el momento, "no hay un cambio significativo en la actitud" de los migrantes que quedaron bloqueados en Moria, destacó.
- 'El acuerdo fue aplicado prematuramente' -
Mohammed, un sirio originario de Alepo, acompañado de su mujer y de su hijo de dos años, discute en la entrada del campo de Moria con un miembro de la ONG griega "Praxis".
"Ellos deberían ser alojados en una pieza de hotel en Mitilene (capital de Lesbos) antes de tomar el ferry hacia el continente", explicó el voluntario.
En el continente serían alojados en alguno de los numerosos campos montados a toda prisa por el ejército griego, salvo que se decidan a engrosar las listas de los cerca de 13.000 migrantes que esperan en el campo de Idomeni, una hipotética apertura de la frontera con Macedonia, que no llega.
Otro grupo, dentro de los migrantes llegados a Lesbos antes del 20 de marzo, van a ser transferidos algún tiempo a un centro de acogida en Kara Tepe, en otra parte de la isla.
Para Stavros Miroyiannis, responsable del campo, la partida no será rápida.
"No van a irse antes de una semana o dos ya que algunos no tienen dinero para comprar los billetes de ferry. También puede ser que no quieran irse por miedo a qué pueda pasar una vez en el barco", planteó en referencia al riesgo de ser enviados a Turquía.
Boris Cheshirkov expresó su preocupación.
"El acuerdo fue aplicado prematuramente, Grecia no tiene la capacidad de hacer frente a todas las demandas de asilo", dijo.
"La llegada de refuerzos es indispensable, ya que todos los migrantes, incluso los que no tienen ninguna oportunidad de obtener el asilo, van a intentar retrasar su expulsión", pronosticó un policía en el campo de Moria.
Este es el caso de Noman, una paquistaní de 22 años, cuya nacionalidad no está entre las más habituales entre los refugiados, pero reivindica su petición de asilo explicando que "en Pakistán formo parte de una minoría cristiana y mi vida corre peligro".