La ceremonia en Ciudad Juárez, que congregó a 300.000 personas según el Vaticano, fue transmitida además en pantallas gigantes en el estadio Sun Bowl de El Paso, Texas, en el lado estadounidense, seguida por otros 50.000 fieles.
"Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global", dijo Francisco en la ceremonia. "Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado", agregó.
La misa se celebró en el punto en que millares de centroamericanos y mexicanos arriesgan sus vidas en una travesía migratoria hacia Estados Unidos.
La ceremonia fue la última actividad del papa en su gira de cinco días por México. Al concluir se dirigió al aeropuerto y abordó un avión de regreso a Roma.
"Me he sentido acogido, recibido por el cariño, la esperanza de esta gran familia mexicana", escribió Francisco en su cuenta de Twitter tras la partida.
Francisco, un argentino de origen italiano, se ha definido a sí mismo más de una vez como "hijo de inmigrantes".
"Aquí en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar 'al otro lado'. Un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico de humanos", advirtió el prelado.
Antes de la misa, el papa bendijo a la distancia a unas 400 personas, algunos de ellos migrantes, que se congregaron al otro lado del río Bravo, que divide a México y Estados Unidos.
Centenares de personas cruzaron la frontera desde Estados Unidos para acompañar la misa, mientras otros optaron por participar desde el estadio de El Paso.
"Te queremos papa, te queremos!", gritaron los miles de asistentes al culminar la misa, agradeciendo con aplausos la visita del pastor.
"Necesitábamos ese mensaje de alivio, de esperanza. Esto puede ser como una semilla para que cambie la imagen de Juárez" en el mundo, decía esperanzado Gustavo Orrantia, comerciante de 41 años portando gran sombrero vaquero y que acudió acompañado de su hijo.
Del lado de El Paso, Luis Calderón, quien viajó desde Nuevo México, se manifestó en solitario contra la visita del papa, al que señaló de trabajar para cumplir "la agenda de los poderosos".
"Estados Unidos no puede con tanto inmigrante; hay mucho desempleo en el país y ellos (los inmigrantes) vienen a buscar un estilo de vida y, desde luego, a trabajar, pero no hay para todos. Además, algunos vienen a cometer maldades", dijo el hombre.
Al final de la misa, el papa recordó cómo fieles apostados en los camino que recorrió en su gira por México levantaban sus bebés para que él los viera. "Les aseguro que en algún momento sentí ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido", dijo.
Antes de la ceremonia, el papa visitó una cárcel y se reunió con empresarios y trabajadores en Ciudad Juárez.
En el Centro de Readaptación Social de la localidad, Francisco cuestionó que la cárcel pueda resolver los problemas de la seguridad que golpean a México.
El encuentro tuvo especial significación en México porque, un día antes de la llegada del papa, 49 presos murieron en un motín en un penal Monterrey (norte).
Después de lanzar mensajes duros contra el narcotráfico y la corrupción en su recorrido por México, el papa se enfocó este miércoles en la dramática situación de los migrantes, si bien no abundó en el debate político que ha suscitado el fenómeno.
En los últimos meses se ha registrado una ola de deportaciones en México, que se suma a las que realiza Estados Unidos, que han aumentado recientemente.
En Estados Unidos, posiciones en contra de la inmigración como las del aspirante presidencial republicano Donald Trump tienen cada vez más altavoces: el magnate lamentó el martes que Francisco sea una personalidad "muy política" que no entiende "el peligro de tener una frontera abierta como la que hoy tenemos con México".
El portavoz del Vaticano, Francisco Lombardi, replicó el comentario al señalar que "el papa es una persona que tiene una influencia política porque es un pastor y es un hombre de fe y de anuncio del Evangelio".
La migración es solo uno de los problemas que experimenta Ciudad Juárez por su condición fronteriza.
Enclavada en el desierto de Chihuahua, esta ciudad vivió los peores años de la guerra contra el narco entre 2008 y 2011, en medio de las batallas entre el cártel de Juárez y el de Sinaloa, de Joaquín "El Chapo" Guzmán.
Decenas de mujeres jóvenes desaparecieron esos años y sus familiares siguen buscándolas o exigiendo justicia por las que fueron halladas en pedazos en el desierto, volviendo la memoria a la época negra de los feminicidios en los años 1990.
Francisco solo hizo una breve referencia a este fenómeno: "¡Y qué decir de tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida!".
"Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global", dijo Francisco en la ceremonia. "Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado", agregó.
La misa se celebró en el punto en que millares de centroamericanos y mexicanos arriesgan sus vidas en una travesía migratoria hacia Estados Unidos.
La ceremonia fue la última actividad del papa en su gira de cinco días por México. Al concluir se dirigió al aeropuerto y abordó un avión de regreso a Roma.
"Me he sentido acogido, recibido por el cariño, la esperanza de esta gran familia mexicana", escribió Francisco en su cuenta de Twitter tras la partida.
Francisco, un argentino de origen italiano, se ha definido a sí mismo más de una vez como "hijo de inmigrantes".
"Aquí en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar 'al otro lado'. Un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico de humanos", advirtió el prelado.
Antes de la misa, el papa bendijo a la distancia a unas 400 personas, algunos de ellos migrantes, que se congregaron al otro lado del río Bravo, que divide a México y Estados Unidos.
Centenares de personas cruzaron la frontera desde Estados Unidos para acompañar la misa, mientras otros optaron por participar desde el estadio de El Paso.
"Te queremos papa, te queremos!", gritaron los miles de asistentes al culminar la misa, agradeciendo con aplausos la visita del pastor.
"Necesitábamos ese mensaje de alivio, de esperanza. Esto puede ser como una semilla para que cambie la imagen de Juárez" en el mundo, decía esperanzado Gustavo Orrantia, comerciante de 41 años portando gran sombrero vaquero y que acudió acompañado de su hijo.
Del lado de El Paso, Luis Calderón, quien viajó desde Nuevo México, se manifestó en solitario contra la visita del papa, al que señaló de trabajar para cumplir "la agenda de los poderosos".
"Estados Unidos no puede con tanto inmigrante; hay mucho desempleo en el país y ellos (los inmigrantes) vienen a buscar un estilo de vida y, desde luego, a trabajar, pero no hay para todos. Además, algunos vienen a cometer maldades", dijo el hombre.
Al final de la misa, el papa recordó cómo fieles apostados en los camino que recorrió en su gira por México levantaban sus bebés para que él los viera. "Les aseguro que en algún momento sentí ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido", dijo.
Antes de la ceremonia, el papa visitó una cárcel y se reunió con empresarios y trabajadores en Ciudad Juárez.
En el Centro de Readaptación Social de la localidad, Francisco cuestionó que la cárcel pueda resolver los problemas de la seguridad que golpean a México.
El encuentro tuvo especial significación en México porque, un día antes de la llegada del papa, 49 presos murieron en un motín en un penal Monterrey (norte).
- Disputa política -
Después de lanzar mensajes duros contra el narcotráfico y la corrupción en su recorrido por México, el papa se enfocó este miércoles en la dramática situación de los migrantes, si bien no abundó en el debate político que ha suscitado el fenómeno.
En los últimos meses se ha registrado una ola de deportaciones en México, que se suma a las que realiza Estados Unidos, que han aumentado recientemente.
En Estados Unidos, posiciones en contra de la inmigración como las del aspirante presidencial republicano Donald Trump tienen cada vez más altavoces: el magnate lamentó el martes que Francisco sea una personalidad "muy política" que no entiende "el peligro de tener una frontera abierta como la que hoy tenemos con México".
El portavoz del Vaticano, Francisco Lombardi, replicó el comentario al señalar que "el papa es una persona que tiene una influencia política porque es un pastor y es un hombre de fe y de anuncio del Evangelio".
- Los años violentos -
La migración es solo uno de los problemas que experimenta Ciudad Juárez por su condición fronteriza.
Enclavada en el desierto de Chihuahua, esta ciudad vivió los peores años de la guerra contra el narco entre 2008 y 2011, en medio de las batallas entre el cártel de Juárez y el de Sinaloa, de Joaquín "El Chapo" Guzmán.
Decenas de mujeres jóvenes desaparecieron esos años y sus familiares siguen buscándolas o exigiendo justicia por las que fueron halladas en pedazos en el desierto, volviendo la memoria a la época negra de los feminicidios en los años 1990.
Francisco solo hizo una breve referencia a este fenómeno: "¡Y qué decir de tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida!".