"Hay un pacto entre ellos" -afirma Oliver en una entrevista con Efe- según el cual el poeta crea el poema "para inmortalizar" al Cid y éste, a cambio, se compromete a "respetar las creencias de los musulmanes" de Valencia, conquistada a los árabes por Rodrigo Díaz de Vivar y de donde es nombrado señor. Según esta tesis, Al Waqqashi, al que cronistas cristianos y musulmanes describen "como uno de los hombres más inteligentes y sabios de su tiempo", compone en la corte valenciana la obra después de que el Cid entrase en la ciudad, bajo dominio árabe desde el siglo VIII. La composición se habría empezado a recitar "en 1095", según la autora.
Oliver comenzó a estudiar la autoría del poema anónimo de forma "casual", tras ser invitada a participar en 1984 en un seminario. "Entonces me puse a leer el Cantar, que había leído en mis años de estudiante, y a medida que lo iba leyendo, empecé a decir: Esto ha salido de la mente de un árabe", relata Oliver, que confiesa que ni ella misma se creía en principio esta teoría y que, incluso, estuvo durante dos años sin tocar el tema "porque le tenía miedo".
Compuesto en época de tolerancia
Pero la tesis del autor árabe volvía de forma recurrente a su labor investigadora hasta que se embarcó en el reto de demostrarla convencida de que "la única respuesta a todos los contenidos del Cantar era un poeta árabe al servicio de un señor castellano". Entre los argumentos a favor de su teoría destaca, a juicio de la autora, el clima religioso descrito en el poema. "Un poema donde los cristianos no son los buenos y los musulmanes no son los malos, tiene que ser escrito en época de tolerancia, en época del Cid", afirma Oliver, que destaca que, tras la muerte del Campeador, en 1099, "empieza a haber un sentimiento de animadversión" hacia los musulmanes. Por ello, desde su punto de vista, el Cantar no pudo ser compuesto ni en 1207, que tradicionalmente se ha considerado la fecha oficial, ni en 1140, como defendía el filólogo e historiador español Ramón Menéndez Pidal.
Otro argumento esgrimido por Oliver es que la existencia de poetas en las cortes que cantaran las gestas de los señores es una costumbre propia de Al Andalus, donde todos los soberanos "tienen un poeta que cante sus glorias". "El Cid, que había estado en la corte de Sevilla, en la de Zaragoza ¿va a ser tan tonto de no aprovecharse de ese arma política?", se pregunta la autora. Un tercer razonamiento es el arte de la guerra descrito en el poema, donde aparece una técnica ecuestre de lucha "que solamente realizaban con éxito los almorávides", definido en el Cantar como una "arrancada" y que, según Oliver, es una haraka.
Oliver bromea sobre la recepción que ha logrado con su tesis -que ha sido "muy bien aceptada por medievalistas o gente que no se ha pasado la vida estudiando al Cid"-, aunque reconoce que también a ella le costó "muchos años" creerla.
Oliver comenzó a estudiar la autoría del poema anónimo de forma "casual", tras ser invitada a participar en 1984 en un seminario. "Entonces me puse a leer el Cantar, que había leído en mis años de estudiante, y a medida que lo iba leyendo, empecé a decir: Esto ha salido de la mente de un árabe", relata Oliver, que confiesa que ni ella misma se creía en principio esta teoría y que, incluso, estuvo durante dos años sin tocar el tema "porque le tenía miedo".
Compuesto en época de tolerancia
Pero la tesis del autor árabe volvía de forma recurrente a su labor investigadora hasta que se embarcó en el reto de demostrarla convencida de que "la única respuesta a todos los contenidos del Cantar era un poeta árabe al servicio de un señor castellano". Entre los argumentos a favor de su teoría destaca, a juicio de la autora, el clima religioso descrito en el poema. "Un poema donde los cristianos no son los buenos y los musulmanes no son los malos, tiene que ser escrito en época de tolerancia, en época del Cid", afirma Oliver, que destaca que, tras la muerte del Campeador, en 1099, "empieza a haber un sentimiento de animadversión" hacia los musulmanes. Por ello, desde su punto de vista, el Cantar no pudo ser compuesto ni en 1207, que tradicionalmente se ha considerado la fecha oficial, ni en 1140, como defendía el filólogo e historiador español Ramón Menéndez Pidal.
Otro argumento esgrimido por Oliver es que la existencia de poetas en las cortes que cantaran las gestas de los señores es una costumbre propia de Al Andalus, donde todos los soberanos "tienen un poeta que cante sus glorias". "El Cid, que había estado en la corte de Sevilla, en la de Zaragoza ¿va a ser tan tonto de no aprovecharse de ese arma política?", se pregunta la autora. Un tercer razonamiento es el arte de la guerra descrito en el poema, donde aparece una técnica ecuestre de lucha "que solamente realizaban con éxito los almorávides", definido en el Cantar como una "arrancada" y que, según Oliver, es una haraka.
Oliver bromea sobre la recepción que ha logrado con su tesis -que ha sido "muy bien aceptada por medievalistas o gente que no se ha pasado la vida estudiando al Cid"-, aunque reconoce que también a ella le costó "muchos años" creerla.