Los estudiantes volvieron a tomar el Internado Nacional Barros Arana y el Liceo de Aplicación, en el centro de la capital chilena, donde otros ocho liceos fueron ocupados la semana pasada por sus estudiantes de la misma forma que lo hicieron durante 2011.
Los secundarios han radicalizado sus protestas en el inicio del segundo semestre, en reclamo de una reforma exhaustiva del sistema educativo chileno, uno de los más caros y desiguales del planeta, producto de las reformas impuestas por la dictadura de Pinochet, que redujo a menos de la mitad el aporte público y fomentó la inclusión de los privados.
Las movilizaciones del año pasado, que incluyeron más de 40 marchas por Santiago, provocaron que unos 200.000 estudiantes repitieran curso y otros 80.000 migraran de la educación pública a la privada.
El alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, rechazó las ocupaciones y advirtió que no entregará becas a estudiantes de colegios tomados.
"Los que vuelvan a creer que esto es un juego y piensen que durante dos años seguidos van a tener una beca tomándose el colegio, haciendo lo que quieran en el colegio, obviamente que mejor que la beca sea para niños que quieran estudiar", señaló Zalaquett.
Los estudiantes buscan que el Estado central vuelva a hacerse cargo de los colegios públicos, hoy administrados por los municipios con deficientes resultados en cuanto a calidad, y restringir la operación de centros privados que reciben subvención del gobierno, en los que estudia casi el 60% de los estudiantes chilenos.
Asimismo, los estudiantes también reclaman la gratuidad de la enseñanza en las universidades públicas, que hoy tienen aranceles tan altos como las privadas.
Los estudiantes han convocado nuevas jornadas de protestas los próximos 23 y 28 de agosto.