
La reunión del G8 dde mayo, en la que se acordó la ayuda.
La ayuda global del G8 y de nueve organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, bancos regionales y fondos árabes) podría alcanzar así los 80.000 millones de dólares entre este año y 2013, en lugar de los 40.000 millones anunciados a finales de mayo.
Además de las autoridades nacidas de las revoluciones egipcia y tunecina, otros dos países, Jordania y Marruecos, se beneficiarán de las ayudas. Estos países, junto a los del G8 forman la llamada Asociación de Deauville, nacida en esa ciudad del norte de Francia tras la cumbre del G8 celebrada en mayo pasado.
Según la directora general del FMI, Christine Lagarde, el objetivo de la ayuda es "apoyar y acompañar un movimiento histórico de transformación profunda de toda una región del mundo".
Los detalles del plan de ayuda no se precisaron.
Las instituciones multilaterales prometieron doblar sus ayudas con respecto a las anunciadas en mayo, para alcanzar los 38.000 millones de dólares: de ellos, 10.000 millones serán aportados por el Banco Mundial, 7.600 millones por el Banco Africano de Desarrollo y 7.500 millones por el Banco Europeo de Inversión, según la declaración final de Marsella.
Tal como estaba previsto también, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo en Europa, creado para ayudar a los Estados de Europa central y del este cuando cayó el muro de Berlín, ampliará ahora su ayuda a los países de la cuenca mediterránea.
El compromiso de esta institución, que debe ratificarlo antes de finales de este mes, significará un aporte de 2.500 millones de euros anuales (unos 3.400 millones de dólares), especialmente al sector privado.
La ayuda de las grandes potencias del G8 también se doblará, pasando de los 20.000 millones anunciados en mayo a 40.000 millones de dólares, anunció el ministro de Finanzas francés François Baroin, cuyo país preside este año el grupo de las ocho mayores potencias industrializadas del planeta.
Estos anuncios no tienen en cuenta los recursos que podría poner a disposición el FMI, unos 35.000 millones de dólares en préstamos para el norte de África y Oriente Medio.
Los miembros del G8 saludaron los planes de acción presentados por los cuatro países árabes de la Asociación de Deauville, que "demuestran una voluntad clara y compartida de trabajar por aumentar la prosperidad de los pueblos concernidos".
Libia, tras la caída del régimen de Muamar Gadafi, estuvo presente en la reunión de Marsella en calidad de observador y fue invitada a unirse a la asociación lo antes posible.
El Consejo Nacional de Transición (CNT), nacido de la rebelión que tomó Trípoli a finales de agosto, es reconocido a partir de ahora como gobierno legítimo de Libia por el FMI, anunció Lagarde. Como tal, podrá beneficiarse de su apoyo para "ayudar a recuperar la economía rápidamente".
Después de mayo, las promesas del G8 tardaron en materializarse y la frustración creció entre los países afectados.
"Comprendemos esta frustración, hay un retraso en la puesta en marcha", dijo a la AFP un delegado de una institución financiera. Pero los socios "deben entender qué interlocutores tienen en frente" y necesitan, en contrapartida a su ayuda, detalles sobre las reformas previstas por los gobiernos árabes, explicó esta fuente.
Aunque no se ha fijado ningún calendario previsto, Baroin aseguró que los fondos se desembolsarán dentro "de los mejores plazos".
"No es palabrería (...) Es algo concreto y rápido", insistió el ministro francés.
Además de las autoridades nacidas de las revoluciones egipcia y tunecina, otros dos países, Jordania y Marruecos, se beneficiarán de las ayudas. Estos países, junto a los del G8 forman la llamada Asociación de Deauville, nacida en esa ciudad del norte de Francia tras la cumbre del G8 celebrada en mayo pasado.
Según la directora general del FMI, Christine Lagarde, el objetivo de la ayuda es "apoyar y acompañar un movimiento histórico de transformación profunda de toda una región del mundo".
Los detalles del plan de ayuda no se precisaron.
Las instituciones multilaterales prometieron doblar sus ayudas con respecto a las anunciadas en mayo, para alcanzar los 38.000 millones de dólares: de ellos, 10.000 millones serán aportados por el Banco Mundial, 7.600 millones por el Banco Africano de Desarrollo y 7.500 millones por el Banco Europeo de Inversión, según la declaración final de Marsella.
Tal como estaba previsto también, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo en Europa, creado para ayudar a los Estados de Europa central y del este cuando cayó el muro de Berlín, ampliará ahora su ayuda a los países de la cuenca mediterránea.
El compromiso de esta institución, que debe ratificarlo antes de finales de este mes, significará un aporte de 2.500 millones de euros anuales (unos 3.400 millones de dólares), especialmente al sector privado.
La ayuda de las grandes potencias del G8 también se doblará, pasando de los 20.000 millones anunciados en mayo a 40.000 millones de dólares, anunció el ministro de Finanzas francés François Baroin, cuyo país preside este año el grupo de las ocho mayores potencias industrializadas del planeta.
Estos anuncios no tienen en cuenta los recursos que podría poner a disposición el FMI, unos 35.000 millones de dólares en préstamos para el norte de África y Oriente Medio.
Los miembros del G8 saludaron los planes de acción presentados por los cuatro países árabes de la Asociación de Deauville, que "demuestran una voluntad clara y compartida de trabajar por aumentar la prosperidad de los pueblos concernidos".
Libia, tras la caída del régimen de Muamar Gadafi, estuvo presente en la reunión de Marsella en calidad de observador y fue invitada a unirse a la asociación lo antes posible.
El Consejo Nacional de Transición (CNT), nacido de la rebelión que tomó Trípoli a finales de agosto, es reconocido a partir de ahora como gobierno legítimo de Libia por el FMI, anunció Lagarde. Como tal, podrá beneficiarse de su apoyo para "ayudar a recuperar la economía rápidamente".
Después de mayo, las promesas del G8 tardaron en materializarse y la frustración creció entre los países afectados.
"Comprendemos esta frustración, hay un retraso en la puesta en marcha", dijo a la AFP un delegado de una institución financiera. Pero los socios "deben entender qué interlocutores tienen en frente" y necesitan, en contrapartida a su ayuda, detalles sobre las reformas previstas por los gobiernos árabes, explicó esta fuente.
Aunque no se ha fijado ningún calendario previsto, Baroin aseguró que los fondos se desembolsarán dentro "de los mejores plazos".
"No es palabrería (...) Es algo concreto y rápido", insistió el ministro francés.