La base militar de Al Katiba, en Bengasi, Libia.
El "Guía de la Revolución" libia, de 68 años, arengó a la multitud en la plaza Verde de Trípoli, en momentos en que sus fuerzas reprimían ferozmente los focos insurreccionales al oeste de la capital.
El cerco sobre Gadafi se estrechaba también desde el exterior, en medio de una andanada de críticas por la feroz represión del levantamiento popular que estalló el 15 de febrero y, según el número dos de la misión libia en la ONU, Ibrahim Dabbashi, que se desvinculó del régimen, dejó ya miles de muertos.
El presidente estadounidense Barack Obama anunció este viernes sanciones al coronel libio Muamar Gadafi y a sus allegados, y puntualizó que la medida "protege los bienes pertenecientes al pueblo libio".
En Nueva York, el Consejo de Seguridad comenzó a discutir un proyecto de resolución redactado por potencias occidentales en el que advierte a Muammar Al Gadafi que la represión en Libia podría considerarse como crímenes de lesa humanidad.
El borrador dice que la Corte Penal Internacional (CPI), con sede en La Haya, debería investigar la violencia desatada en Libia, según esos diplomáticos.
El proyecto también propone que se prohíba viajar y se congelen los activos de Gadafi y sus principales colaboradores, y que se imponga un embargo de venta de armas a Libia.
El Consejo de Seguridad debe tomar medidas "decisivas" estimó el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Antes de la reunión, los países de la Unión Europea (UE) se dijeron dispuestos a imponer una zona de exclusión aérea para impedir despegar a aviones militares libios, si así lo decidiera la ONU.
El régimen se enfrentaba además a la deserción de numerosos jerarcas. Los últimos en anunciar su defección fueron los embajadores de Libia ante la ONU, en Francia y ante la UNESCO.
"Lucharemos y venceremos", proclamó Gadafi desde lo alto de la muralla de la plaza Verde. "De ser necesario, abriremos todos los arsenales para armar a todo el pueblo", agregó.
El pueblo "quiere a Gadafi", aseguró, e instó a sus huestes a prepararse para "defender a Libia".
Gadafi, según fuentes opositoras en Baida (este), concentró en la capital a unos 9.000 milicianos Jamis, con tanques y aviones. Esas milicias tienen ese nombre por estar al mando de Jamis Miniat al Gadafi, uno de los siete hijos del dirigente libio.
Reportes señalaron que este viernes hubo disturbios en un barrio popular de Trípoli, durante los cuales los milicianos mataron al menos a dos manifestantes.
Gadafi había proclamado el martes su determinación de morir como un "mártir" y de dejar en el combate "hasta la última gota de (su) sangre".
El jueves, acusó a los manifestantes de Zauiya (60 km al oeste de Trípoli) de estar vinculados a la red islamista Al Qaida y de actuar bajo los efectos de las drogas. Por lo menos 23 personas murieron y 44 resultaron heridas en el asalto de las fuerzas de seguridad contra esa ciudad, que cuenta con la mayor refinería de petróleo del país.
Otra ciudad del oeste, Zuara, fue teatro de sangrientos combates, señalaron refugiados que huían hacia la frontera con Túnez.
En Benghazi, segunda ciudad libia (1.000 km al este de Trípoli), unas mil personas participaron en mítines anti-Gadafi frente al palacio de Justicia, convertido en cuartel general de la insurrección. Varias efigies de Gadafi colgaban de las farolas de la ciudad, patrullada por soldados y civiles armados.
En Musratah (150 km al este de la capital), informes sin confirmar daban parte de combates.
La frontera con Egipto estaba custodiada sólo por un soldado, que procedía a un control informal de los pasaportes de los periodistas que siguen entrando a Libia por esa zona controlada por la rebelión.
Numerosos países aceleraban la evacuación de sus ciudadanos.
Un barco fletado por Estados Unidos zarpó el viernes con destino a Malta con "más de 300 personas a bordo", más de la mitad de ellos ciudadanos estadounidenses, anunció el departamento de Estado.
China lanzó una gigantesca operación que ya permitió llevar por transbordador hasta la isla griega de Creta a miles de chinos que trabajaban en los sectores ferroviario, petrolero o de telecomunicaciones de Libia.
Decenas de miles de tunecinos y egipcios regresaron por vía terrestre a sus países.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó una resolución que reclama la suspensión de Libia y una investigación independiente para determinar si los atropellos pueden dar lugar a acusaciones de "crímenes contra la humanidad".
El cerco sobre Gadafi se estrechaba también desde el exterior, en medio de una andanada de críticas por la feroz represión del levantamiento popular que estalló el 15 de febrero y, según el número dos de la misión libia en la ONU, Ibrahim Dabbashi, que se desvinculó del régimen, dejó ya miles de muertos.
El presidente estadounidense Barack Obama anunció este viernes sanciones al coronel libio Muamar Gadafi y a sus allegados, y puntualizó que la medida "protege los bienes pertenecientes al pueblo libio".
En Nueva York, el Consejo de Seguridad comenzó a discutir un proyecto de resolución redactado por potencias occidentales en el que advierte a Muammar Al Gadafi que la represión en Libia podría considerarse como crímenes de lesa humanidad.
El borrador dice que la Corte Penal Internacional (CPI), con sede en La Haya, debería investigar la violencia desatada en Libia, según esos diplomáticos.
El proyecto también propone que se prohíba viajar y se congelen los activos de Gadafi y sus principales colaboradores, y que se imponga un embargo de venta de armas a Libia.
El Consejo de Seguridad debe tomar medidas "decisivas" estimó el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Antes de la reunión, los países de la Unión Europea (UE) se dijeron dispuestos a imponer una zona de exclusión aérea para impedir despegar a aviones militares libios, si así lo decidiera la ONU.
El régimen se enfrentaba además a la deserción de numerosos jerarcas. Los últimos en anunciar su defección fueron los embajadores de Libia ante la ONU, en Francia y ante la UNESCO.
"Lucharemos y venceremos", proclamó Gadafi desde lo alto de la muralla de la plaza Verde. "De ser necesario, abriremos todos los arsenales para armar a todo el pueblo", agregó.
El pueblo "quiere a Gadafi", aseguró, e instó a sus huestes a prepararse para "defender a Libia".
Gadafi, según fuentes opositoras en Baida (este), concentró en la capital a unos 9.000 milicianos Jamis, con tanques y aviones. Esas milicias tienen ese nombre por estar al mando de Jamis Miniat al Gadafi, uno de los siete hijos del dirigente libio.
Reportes señalaron que este viernes hubo disturbios en un barrio popular de Trípoli, durante los cuales los milicianos mataron al menos a dos manifestantes.
Gadafi había proclamado el martes su determinación de morir como un "mártir" y de dejar en el combate "hasta la última gota de (su) sangre".
El jueves, acusó a los manifestantes de Zauiya (60 km al oeste de Trípoli) de estar vinculados a la red islamista Al Qaida y de actuar bajo los efectos de las drogas. Por lo menos 23 personas murieron y 44 resultaron heridas en el asalto de las fuerzas de seguridad contra esa ciudad, que cuenta con la mayor refinería de petróleo del país.
Otra ciudad del oeste, Zuara, fue teatro de sangrientos combates, señalaron refugiados que huían hacia la frontera con Túnez.
En Benghazi, segunda ciudad libia (1.000 km al este de Trípoli), unas mil personas participaron en mítines anti-Gadafi frente al palacio de Justicia, convertido en cuartel general de la insurrección. Varias efigies de Gadafi colgaban de las farolas de la ciudad, patrullada por soldados y civiles armados.
En Musratah (150 km al este de la capital), informes sin confirmar daban parte de combates.
La frontera con Egipto estaba custodiada sólo por un soldado, que procedía a un control informal de los pasaportes de los periodistas que siguen entrando a Libia por esa zona controlada por la rebelión.
Numerosos países aceleraban la evacuación de sus ciudadanos.
Un barco fletado por Estados Unidos zarpó el viernes con destino a Malta con "más de 300 personas a bordo", más de la mitad de ellos ciudadanos estadounidenses, anunció el departamento de Estado.
China lanzó una gigantesca operación que ya permitió llevar por transbordador hasta la isla griega de Creta a miles de chinos que trabajaban en los sectores ferroviario, petrolero o de telecomunicaciones de Libia.
Decenas de miles de tunecinos y egipcios regresaron por vía terrestre a sus países.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó una resolución que reclama la suspensión de Libia y una investigación independiente para determinar si los atropellos pueden dar lugar a acusaciones de "crímenes contra la humanidad".