
“El país está desapareciendo. Desde la caída de los dorios, hace 4.000 años, nunca en su historia Grecia ha experimentado una invasión de estas características. Se trata de una bomba en los fundamentos de la sociedad y del Estado”, ha manifestado este lunes Nikos Dendias, titular de Orden Público, a la televisión Skaï.
El fenómeno migratorio es, con diferencia, el expediente peor gestionado de todos los Gobiernos griegos, sin excepción. Un informe de Human Rights Watch difundido en julio constataba la proliferación de agresiones a extranjeros desde principios de año y las operaciones de limpieza racial ejecutadas en barrios de Atenas por grupos presuntamente vinculados a Aurora Dorada. Mientras tanto, la Comisión de Derechos Humanos del Consejo de Europa ha pedido al Ejecutivo de Atenas una investigación para descartar la connivencia policial con los ataques (según un informe del diario To Vima, el 50% de los agentes votó a Aurora Dorada en las elecciones).
En Grecia (11 millones de habitantes) residen legalmente unos 800.000 extranjeros, mientra que la cifra de sin papeles oscila, según las fuentes, entre 350.000 y 500.000. La porosidad de la frontera terrestre y marítima con Turquía ha hecho del país un terreno de paso ideal para los grupos que trafican con personas. El 80% de los extranjeros que entran ilegalmente en la UE lo hace a través de Grecia.