NUUK, 19 junio 2009 (AFP) -
Este nuevo estatuto, aprobado por el 75,5% de los votantes en el referéndum celebrado en noviembre pasado, entrará en vigor el 21 de junio, día de la fiesta nacional, en presencia de la reina Margarita de Dinamarca, del jefe de gobierno danés, Lars Loekke Rasmussen, y de numerosas personalidades danesas y extranjeras.
El aspecto más importante de este nuevo estatuto, negociado duramente durante años con la metrópoli danesa, acuerda a los groenlandeses la gestión de sus propios recursos naturales (petróleo, gas, oro, diamantes, uranio, zinc y plomo).
Según estimaciones estadounidenses, la isla tiene importantes reservas de hidrocarburos, en particular en el Polo Norte. El calentamiento climático podría facilitar la prospección y la explotación de esos recursos.
Groenlandia, con un 10% de las reservas planetarias de agua dulce, es el territorio más amenazado por el calentamiento del Ártico. Su principal recurso, la pesca, está particularmente afectado.
Sus dirigentes están obligados a diversificar la economía, por lo que tienen grandes esperanzas en los recursos del subsuelo, que hasta ahora eran competencia de Copenhague.
Y si estos recursos parecen "suficientemente importantes para asentar la economía de la isla", pondrán a Groenlandia en el camino de la independencia total de Dinamarca, estima Lars Hovbakke Soerensen, historiador de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) e investigador en política groenlandesa.
El nuevo régimen reconoce también a los esquimales el derecho a la autodeterminación y el reconocimiento como pueblo conforme al derecho internacional. También les da voz en temas diplomáticos y de seguridad, bajo la autoridad de Copenhague, que puedan afectarlos directamente.
La lengua groenlandesa se convierte en el idioma oficial de este territorio de 57.000 habitantes (50.000 esquimales y 7.000 daneses de la metrópolis) que tiene un estatuto de autonomía interna desde 1979.
"Todos los groenlandeses desean en el fondo de sus corazones llegar a ser un día u otro independientes, y podemos serlo", asegura Lars-Emil Johansen, del histórico partido Siumut (socialdemócrata) y uno de los artesanos del estatuto de autonomía como jefe del gobierno local de 1991 a 1997.
Pero las aspiraciones independentistas han pasado a un segundo plano ante los graves problemas sociales y económicos que sufre este territorio. En las elecciones del pasado 2 de junio, los electores apostaron por un cambio radical catapultando al partido Inuit Ataqatigiit (IA, extrema izquierda) al poder y otorgando su confianza al líder independentista del IA, Kuupik Kleist, una nueva cara para una nueva Groenlandia.
IA es "el único apto, según los esquimales, para resolver los problemas de la isla", destacó Soerensen.
Si la independencia sigue siendo "un objetivo primordial del IA, no forma parte de las "prioridades actuales", según Soerensen, puesto que se trata ante todo de "atacar los problemas de la sociedad y de educación de los insulares cuya economía depende en un 50% de los subsidios entregados anualmente por Dinamarca.
sa/ig/mcd/js
© 1994-2009 Agence France-Presse
Este nuevo estatuto, aprobado por el 75,5% de los votantes en el referéndum celebrado en noviembre pasado, entrará en vigor el 21 de junio, día de la fiesta nacional, en presencia de la reina Margarita de Dinamarca, del jefe de gobierno danés, Lars Loekke Rasmussen, y de numerosas personalidades danesas y extranjeras.
El aspecto más importante de este nuevo estatuto, negociado duramente durante años con la metrópoli danesa, acuerda a los groenlandeses la gestión de sus propios recursos naturales (petróleo, gas, oro, diamantes, uranio, zinc y plomo).
Según estimaciones estadounidenses, la isla tiene importantes reservas de hidrocarburos, en particular en el Polo Norte. El calentamiento climático podría facilitar la prospección y la explotación de esos recursos.
Groenlandia, con un 10% de las reservas planetarias de agua dulce, es el territorio más amenazado por el calentamiento del Ártico. Su principal recurso, la pesca, está particularmente afectado.
Sus dirigentes están obligados a diversificar la economía, por lo que tienen grandes esperanzas en los recursos del subsuelo, que hasta ahora eran competencia de Copenhague.
Y si estos recursos parecen "suficientemente importantes para asentar la economía de la isla", pondrán a Groenlandia en el camino de la independencia total de Dinamarca, estima Lars Hovbakke Soerensen, historiador de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) e investigador en política groenlandesa.
El nuevo régimen reconoce también a los esquimales el derecho a la autodeterminación y el reconocimiento como pueblo conforme al derecho internacional. También les da voz en temas diplomáticos y de seguridad, bajo la autoridad de Copenhague, que puedan afectarlos directamente.
La lengua groenlandesa se convierte en el idioma oficial de este territorio de 57.000 habitantes (50.000 esquimales y 7.000 daneses de la metrópolis) que tiene un estatuto de autonomía interna desde 1979.
"Todos los groenlandeses desean en el fondo de sus corazones llegar a ser un día u otro independientes, y podemos serlo", asegura Lars-Emil Johansen, del histórico partido Siumut (socialdemócrata) y uno de los artesanos del estatuto de autonomía como jefe del gobierno local de 1991 a 1997.
Pero las aspiraciones independentistas han pasado a un segundo plano ante los graves problemas sociales y económicos que sufre este territorio. En las elecciones del pasado 2 de junio, los electores apostaron por un cambio radical catapultando al partido Inuit Ataqatigiit (IA, extrema izquierda) al poder y otorgando su confianza al líder independentista del IA, Kuupik Kleist, una nueva cara para una nueva Groenlandia.
IA es "el único apto, según los esquimales, para resolver los problemas de la isla", destacó Soerensen.
Si la independencia sigue siendo "un objetivo primordial del IA, no forma parte de las "prioridades actuales", según Soerensen, puesto que se trata ante todo de "atacar los problemas de la sociedad y de educación de los insulares cuya economía depende en un 50% de los subsidios entregados anualmente por Dinamarca.
sa/ig/mcd/js
© 1994-2009 Agence France-Presse