
Explosiones en Tripoli, Libia.
"Desde el comienzo del ramadán rompemos el ayuno a la luz de las velas", se queja Ahmed, de unos 40 años, quien hace las compras en un mercado de verduras en el barrio 2 de marzo, en el oeste de la capital.
Al caer la noche varios bloques del barrio están a oscuras. "Podemos vivir sin aire acondicionado, pero no sin refrigerador. Los apagones duran a veces 24 horas", añade.
"Los alimentos que conservamos en el congelador se están dañando", dice. Su familia, como muchas otras, hizo provisiones de productos alimentarios antes del mes del ayuno, que es habitualmente el mes de todos los excesos culinarios.
Jaled, de 20 años, un habitante de Janzur, la periferia este de Trípoli, afirma que la falta de electricidad ha provocado cortes en el suministro de agua.
En la medida en que el agua corriente solo les llega durante algunas horas al día, la gran mayoría de los tripolitanos utilizan bombas eléctricas para llenar los tanques de reservas de agua, instalados la mayoría de las veces en los tejados de las casas y los edificios.
Internet no funciona desde el comienzo de la crisis en febrero. Los habitantes de la capital también sufren por la falta de dinero en efectivo y por la escasez de bombonas de gas de cocina cuyos precios están por las nubes: antes de que comenzara la crisis valían el equivalente a un dólar, ahora cuestan 50 dólares.
Los productos alimentarios de primera necesidad también han subido de precio, pese al anuncio de subvenciones por parte del gobierno.
El régimen ha acusado a los rebeldes y a la OTAN de querer provocar una penuria de combustible y de electricidad en las zonas bajo su control para provocar la exasperación y la sublevación de los habitantes.
El domingo, el primer ministro libio Baghdadi Mahmudi desmintió rumores sobre manifestaciones contra el régimen en algunos barrios de la capital en protesta por los apagones.
Mahmudi dijo además que el pueblo libio tenía "la capacidad de adaptarse" y que el problema de la electricidad "será resuelto dentro de algunas horas o en un día máximo".
"Han privado a los libios de carburante, de medicamentos. Los han dejado sin todos los productos de primera necesidad, pero el pueblo sigue siempre unido y resiste para llegar a la victoria", añadió Mahmudi.
El jueves, el viceministro de Relaciones Exteriores Jaled Kaaim había acusado a los rebeldes del Yebel Nefusa, al sudoeste de Trípoli, de haber saboteado el oleoducto que alimenta la única refinería del país en gas y en fuel, utilizados para generar la electricidad.
El régimen había afirmado por otro lado que la OTAN bombardeó una turbina de gas en la misma región así como una estación de alta tensión en Jefara, al sudoeste de Trípoli.
Kaaim denunció igualmente el abordaje "pirata" lanzado por la rebelión, con la ayuda de la OTAN, de un carguero que navegaba hacia Trípoli con 37.000 toneladas de combustible.
"La OTAN desea crea una crisis humanitaria en Libia", afirmó Kaaim.
Al caer la noche varios bloques del barrio están a oscuras. "Podemos vivir sin aire acondicionado, pero no sin refrigerador. Los apagones duran a veces 24 horas", añade.
"Los alimentos que conservamos en el congelador se están dañando", dice. Su familia, como muchas otras, hizo provisiones de productos alimentarios antes del mes del ayuno, que es habitualmente el mes de todos los excesos culinarios.
Jaled, de 20 años, un habitante de Janzur, la periferia este de Trípoli, afirma que la falta de electricidad ha provocado cortes en el suministro de agua.
En la medida en que el agua corriente solo les llega durante algunas horas al día, la gran mayoría de los tripolitanos utilizan bombas eléctricas para llenar los tanques de reservas de agua, instalados la mayoría de las veces en los tejados de las casas y los edificios.
Internet no funciona desde el comienzo de la crisis en febrero. Los habitantes de la capital también sufren por la falta de dinero en efectivo y por la escasez de bombonas de gas de cocina cuyos precios están por las nubes: antes de que comenzara la crisis valían el equivalente a un dólar, ahora cuestan 50 dólares.
Los productos alimentarios de primera necesidad también han subido de precio, pese al anuncio de subvenciones por parte del gobierno.
El régimen ha acusado a los rebeldes y a la OTAN de querer provocar una penuria de combustible y de electricidad en las zonas bajo su control para provocar la exasperación y la sublevación de los habitantes.
El domingo, el primer ministro libio Baghdadi Mahmudi desmintió rumores sobre manifestaciones contra el régimen en algunos barrios de la capital en protesta por los apagones.
Mahmudi dijo además que el pueblo libio tenía "la capacidad de adaptarse" y que el problema de la electricidad "será resuelto dentro de algunas horas o en un día máximo".
"Han privado a los libios de carburante, de medicamentos. Los han dejado sin todos los productos de primera necesidad, pero el pueblo sigue siempre unido y resiste para llegar a la victoria", añadió Mahmudi.
El jueves, el viceministro de Relaciones Exteriores Jaled Kaaim había acusado a los rebeldes del Yebel Nefusa, al sudoeste de Trípoli, de haber saboteado el oleoducto que alimenta la única refinería del país en gas y en fuel, utilizados para generar la electricidad.
El régimen había afirmado por otro lado que la OTAN bombardeó una turbina de gas en la misma región así como una estación de alta tensión en Jefara, al sudoeste de Trípoli.
Kaaim denunció igualmente el abordaje "pirata" lanzado por la rebelión, con la ayuda de la OTAN, de un carguero que navegaba hacia Trípoli con 37.000 toneladas de combustible.
"La OTAN desea crea una crisis humanitaria en Libia", afirmó Kaaim.