Un pueblo arrasado por el maremoto en la isla Pagai, cerca de Sumatra
Al menos 272 personas murieron y 412 están desaparecidas después del fuerte sismo que desencadenó un tsunami al oeste de Indonesia, declaró un funcionario gubernamental el miércoles.
"Hemos descubierto 272 cuerpos. Al menos 412 personas siguen desaparecidas", indicó a la AFP un responsable de los servicios de socorro de la provincia de Sumatra Oeste, Ade Edwards.
Sin relación con ese terremoto que se produjo a cerca de 2.000 km de distancia, el volcán Merapi, el más activo del país, mató a 29 personas al entrar en erupción el martes por la noche, expulsando nubes de humo tóxico y cenizas.
Las operaciones de socorro en las islas del océano Índico son difíciles en razón de su aislamiento, difíciles de acceso y privadas de comunicaciones.
Varios poblados, en particular en la isla de Pagai del Sur, fueron arrasados por olas de tres metros de alto que penetraron hasta 600 metros al interior de las tierras.
El presidente indonesio Susilo Bambang Yudhoyono viajó a Padang, el puerto más cercano a Sumatra, para supervisar las operaciones de socorro.
El presidente acortó su visita a Vietnam, donde debía participar en la cumbre de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), para supervisar las operaciones de socorro, cuya organización es muy compleja en las islas del océano Índico golpeadas el lunes por un sismo de magnitud 7,7 seguido de un tsunami.
Olas de tres metros que, según un testigo, formaron "un muro de agua con espuma blanquecina", devastaron completamente aldeas costeras del archipiélago de las Mentawai, frente a las costas occidentales de la isla de Sumatra.
Borinte, un campesino de 32 años, está desolado por no haber podido salvar a su esposa y sus tres hijos. "Cuando vimos llegar la ola, intentamos correr pero era más rápida que nosotros y nos engulló". Sólo él logró sobrevivir agarrándose a una tabla.
El tsunami asestó un golpe duro al turismo balbuceante de las Mentawai, unas islas de vegetación exuberante cuyas olas conquistaron a los surfistas. Pero no hay turistas extranjeros entre los muertos.
Los expertos habían advertido del alto riesgo de un sismo en este archipiélago situado en una zona de subducción entre las placas tectónicas indoaustraliana y eurasiática.
Los desgarramientos de esta falla ya fueron los causantes del tsunami catastrófico del 26 de diciembre de 2004, que se saldó con más de 220.000 víctimas mortales en el océano Indico.
A unos 2.000 kilómetros al este, en el centro de la isla de Java, la alerta se mantenía elevada en las inmediaciones del volcán Merapi, "la montaña de fuego" que entró en erupción diez veces el martes.
Las nubes de ceniza y los nubarrones de gases que se elevan a 1,5 km de alto mataron "a por lo menos 29 personas", según Banu Hermawan, portavoz del hospital Sardjito de Yogyakarta, la gran ciudad situada a 25 km del cráter.
Entre las víctimas figura el hombre que personificaba el volcán, Mbah Marijan, "el guardián espiritual" del Merapi, considerado una montaña sagrada por los javaneses.
La actividad del Merapi había "bajado considerablemente" a media jornada, señaló Surono, encargado de la vigilancia de los volcanes de Indonesia. "Pero la amenaza perdura. Harán falta varios días antes de poder pronunciarse", agregó.
Más de 29.000 personas se refugiaron en diferentes centros de acogida y se han cerrado algunos accesos a los faldones del volcán, constató un periodista de la AFP.
"Hemos descubierto 272 cuerpos. Al menos 412 personas siguen desaparecidas", indicó a la AFP un responsable de los servicios de socorro de la provincia de Sumatra Oeste, Ade Edwards.
Sin relación con ese terremoto que se produjo a cerca de 2.000 km de distancia, el volcán Merapi, el más activo del país, mató a 29 personas al entrar en erupción el martes por la noche, expulsando nubes de humo tóxico y cenizas.
Las operaciones de socorro en las islas del océano Índico son difíciles en razón de su aislamiento, difíciles de acceso y privadas de comunicaciones.
Varios poblados, en particular en la isla de Pagai del Sur, fueron arrasados por olas de tres metros de alto que penetraron hasta 600 metros al interior de las tierras.
El presidente indonesio Susilo Bambang Yudhoyono viajó a Padang, el puerto más cercano a Sumatra, para supervisar las operaciones de socorro.
El presidente acortó su visita a Vietnam, donde debía participar en la cumbre de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), para supervisar las operaciones de socorro, cuya organización es muy compleja en las islas del océano Índico golpeadas el lunes por un sismo de magnitud 7,7 seguido de un tsunami.
Olas de tres metros que, según un testigo, formaron "un muro de agua con espuma blanquecina", devastaron completamente aldeas costeras del archipiélago de las Mentawai, frente a las costas occidentales de la isla de Sumatra.
Borinte, un campesino de 32 años, está desolado por no haber podido salvar a su esposa y sus tres hijos. "Cuando vimos llegar la ola, intentamos correr pero era más rápida que nosotros y nos engulló". Sólo él logró sobrevivir agarrándose a una tabla.
El tsunami asestó un golpe duro al turismo balbuceante de las Mentawai, unas islas de vegetación exuberante cuyas olas conquistaron a los surfistas. Pero no hay turistas extranjeros entre los muertos.
Los expertos habían advertido del alto riesgo de un sismo en este archipiélago situado en una zona de subducción entre las placas tectónicas indoaustraliana y eurasiática.
Los desgarramientos de esta falla ya fueron los causantes del tsunami catastrófico del 26 de diciembre de 2004, que se saldó con más de 220.000 víctimas mortales en el océano Indico.
A unos 2.000 kilómetros al este, en el centro de la isla de Java, la alerta se mantenía elevada en las inmediaciones del volcán Merapi, "la montaña de fuego" que entró en erupción diez veces el martes.
Las nubes de ceniza y los nubarrones de gases que se elevan a 1,5 km de alto mataron "a por lo menos 29 personas", según Banu Hermawan, portavoz del hospital Sardjito de Yogyakarta, la gran ciudad situada a 25 km del cráter.
Entre las víctimas figura el hombre que personificaba el volcán, Mbah Marijan, "el guardián espiritual" del Merapi, considerado una montaña sagrada por los javaneses.
La actividad del Merapi había "bajado considerablemente" a media jornada, señaló Surono, encargado de la vigilancia de los volcanes de Indonesia. "Pero la amenaza perdura. Harán falta varios días antes de poder pronunciarse", agregó.
Más de 29.000 personas se refugiaron en diferentes centros de acogida y se han cerrado algunos accesos a los faldones del volcán, constató un periodista de la AFP.